Coronavirus: ¿Cómo funciona la vacuna de la Universidad de
Oxford?
Está basada en adenovirus, un patógeno que suele causar
resfríos en chimpancés. Sus características, según un Investigador del Conicet.
Por Pablo Esteban
Imagen: NA
Científicos y científicas de la Universidad de Oxford
(Inglaterra), en colaboración con la farmacéutica británica AstraZeneca,
difundieron resultados alentadores acerca de su vacuna contra el coronavirus .
Fue probada en más de mil voluntarios sanos de Reino Unido que desarrollaron
defensas y no presentaron efectos adversos. Los resultados son preliminares y
fueron difundidos en The Lancet, una de las publicaciones de mayor prestigio
internacional y que más de cerca sigue el equipo asesor de Alberto Fernández.
Ahora bien, ¿cómo funciona la vacuna de Oxford una vez que
ingresa al organismo? “Está basada en un adenovirus. Hay un montón de clases,
suelen infectar humanos y también a otros animales. Lo que tienen de bueno
aquellas vacunas basadas en virus es que estos patógenos saben muy bien cómo
entrar a nuestras células, son realmente expertos. En este caso, la propuesta
de Oxford es inyectarnos uno que no es capaz de replicarse en nuestro cuerpo”,
dice Juan Manuel Carballeda, investigador del Conicet en el Laboratorio de
Virus Emergentes de la Universidad Nacional de Quilmes. Y continúa: “De hecho,
al no replicarse en otras células, las vacunas suelen ser más seguras (no
producen daños colaterales)”. Al mismo tiempo, esta característica conlleva un
aspecto negativo: “Como no se replica puede que no sea suficiente con una sola
inoculación para repeler al Sars CoV-2. Por el momento, se vio despierta la
respuesta inmunológica pero habrá que esperar”, advierte.
Fueron exactamente 1077 las personas (entre 18 y 55 años)
que se sometieron al estudio y desarrollaron anticuerpos y linfocitos T
suficientes. Mientras que los primeros neutralizan al patógeno, los segundos se
encargan de destruir a las células infectadas. La vacuna contra el Covid de
Oxford fue producida en base a un adenovirus que tradicionalmente causa
resfríos en chimpancés. El sistema inmune humano detecta al agente infeccioso y
esa respuesta inmunológica puede ser útil para el Sars CoV-2 y así prevenir la
enfermedad. La pregunta que se abre, en este sentido, es: ¿por qué un adenovirus
podría entrenar nuestras defensas para el coronavirus? “El adenovirus fue
modificado genéticamente y expresa la proteína Spike (S). Es la más visible en
su estructura y es la que utiliza el Sars CoV-2 siempre que quiere ingresar a
nuestras células. Constituye el blanco ideal para aprender a atacar al
coronavirus desde el sistema inmunológico”, describe Carballeda. Por intermedio
de ingeniería genética, fue diseñada de tal manera que, aunque se asimila lo
suficiente al coronavirus, no causa ningún peligro a las personas. Por ello,
los responsables del análisis señalan que es “segura”.
En las próximas etapas los expertos deberán analizar por
cuánto tiempo las defensas permanecen en el organismo, así como también escalar
la prueba. ¿Qué quiere decir ello? Examinar, en efecto, si es factible generar
las miles de millones de dosis que son necesarias para vacunar a todo el mundo
contra el Sars CoV-2. En el presente, la fase 3 de esta vacuna está siendo
evaluada en Brasil (5 mil voluntarios), Reino Unido (15 mil), Sudáfrica (2 mil)
y, próximamente, en Estados Unidos. El desafío en estas regiones será que las
pruebas incluyan a adultos mayores, pacientes con otras enfermedades e
individuos que provengan de otras naciones. Cuanto más aleatoria sea la muestra
más robusta será la metodología.
¿Hay expectativa con esta vacuna? “El grupo de vacunología
de Oxford es muy importante a nivel internacional, de mucho prestigio. Tienen
experiencia en otras vacunas y tratamientos para diversas patologías que
utilizan esta estrategia. Por su plasticidad y su capacidad de introducirse en
las células humanas, los adenovirus están siendo empleados para abordar
enfermedades neurodegenerativas y otros problemas genéticos”, narra el
investigador del Conicet.
Semanas atrás, Boris Johnson se aseguró para sus ciudadanos
la producción de 100 millones de dosis. Mientras tanto, la compañía
biotecnológica británica ha comunicado que está preparada para fabricar 2 mil
millones. En este marco de competencia mundial, los mandatarios que se muestren
más rápidos de reflejos y coloquen mejor sus fichas serán finalmente los que
saldrán ganando en este contexto de excepción y de tanta incertidumbre. Días
atrás, fuentes del Ministerio de Salud argentino apuntaron que “depositaban
mucha confianza en la solución que pudiera prevenir de la Universidad de
Oxford”.
Ya son más de 100 las vacunas que compiten en el planeta y
más de una docena las que tienen chances de podio. El objetivo es,
sencillamente, generar respuesta inmunológica en el cuerpo. Cada compañía ha
escogido promover aquella estrategia en la que más confiaba y más experiencia
cosechaba. Aunque la meta es la misma, hay múltiples caminos: algunas utilizan
al virus inactivado --como la hepatitis A--; otras emplean al virus atenuado
--como la Sabin--; unas actúan sobre el ARN viral; están las que solo
incorporan una proteína --en este caso la “S”--; o bien, las de proteínas
recombinantes, que se usan en hepatitis B y HPV (Virus del Papiloma Humano).
En Argentina, Pfizer y BioNTech probarán la propia a partir
de agosto. El doctor Fernando Polack lidera el proyecto y los voluntarios serán
reclutados desde la Fudación Infant --que Polack dirige-- en el Hospital
Militar de CABA. Lo más probable es que no sea una sola vacuna la que llegue al
objetivo en 2021. Ello implicará un mejor posicionamiento para las naciones
periféricas que, como Argentina, buscarán asegurarse las dosis suficientes. //
tomado de pagina 12 de ar
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