Alumnos de la carrera de Veterinaria destacaron que las condiciones generales influyen en la calidad de la carne. Planean entregar folletos al público porque esta información no llega a los consumidores.
Muchos podrían impresionarse si supieran en qué condiciones han vivido esos animales que compran como un corte en una bandeja. O qué pruebas se han realizado para verificar si un producto cosmético puede ser nocivo para los humanos. Y desconocen que el tamaño de un filet de merluza está relacionado con las posibilidades de reproducción de la especie.
Los alumnos de primer año de la carrera de Veterinaria de la Universidad Juan Agustín Maza hicieron un relevamiento de la información que se brinda a los consumidores sobre bienestar animal. Esto no sólo tiene que ver conque los animales no sufran, sino también con la calidad de los productos que se obtienen. Los jóvenes encontraron que pocas empresas se preocupan por esto pero las que sí lo hacen no lo difunden, mientras los compradores suelen desconocer la problemática.
Los estudiantes trabajaron en cuatro líneas diferentes: los animales de consumo (vacas, cerdos, pollos y gallinas ponedoras de huevos), el pescado (en otro ítem por ser el filet de merluza una especie en peligro), las pruebas para los cosméticos y las condiciones en las tiendas de mascotas. Como la conclusión a la que llegaron es que no hay consumidores responsables porque no tienen acceso a la información necesaria, planean entregar folletos en super e hipermercados.
Jennifer Ibarra, docente de la Facultad de Ciencias Veterinarias y Ambientales, explicó que en la materia Ecología y Recursos Fáunicos abordan el bienestar animal. Por eso, propuso a los alumnos que analizaran cómo se aplicaba esto en la provincia. La cátedra es semestral, pero como ella también se desempeña en el área de Extensión, planea proponer a los interesados una tarea de difusión de algunos conceptos.
En los criaderos
Si bien el cuidado en la forma en que se crían los animales de consumo se puede analizar desde el punto de vista ético -es decir evitar el sufrimiento innecesario- también puede evaluarse la calidad del producto. Es que el estrés, explicó Ibarra, provoca la liberación de determinadas sustancias que quedan en la carne. Pero los cuidados "desde que nace hasta que llega el plato" son poco considerados por los criadores locales, a menos que exporten, ya que en el mercado europeo se exige el cumplimiento de ciertos estándares.
Agustina Robles, una de las alumnas, se abocó con su grupo a estudiar cómo viven las gallinas ponedoras. Visitó una granja y pudo apreciar que estaban hacinadas en las jaulas, por lo que intentan desplegar las alas pero no pueden, quieren sacar la cabeza hacia afuera y se topan unas con otras, y tienen las patas lastimadas porque el piso es de alambre. Lo que más le afectó fue que percibió que estaban estresadas porque todas cacareaban en forma permanente. Sólo destacó que en la avícola no utilizaban luz artificial para extender las horas de producción, de manera que por la noche descansan.A Florencio Gil y sus compañeras Agustina Puerta y Natalia Díaz, les tocó investigar sobre los porcinos. Ellos hablaron con quienes trabajan en las carnicerías de supermercados y descubrieron que no conocían la procedencia de los animales que vendían o cómo habían sido tratados. Pero tampoco los consumidores que entrevistaron estaban al tanto de lo que significa el bienestar animal y los cortes envasados carecen de logos de certificación.
En el agua
Otro de los grupos se encargó de chequear si el filet de merluza que se vende tiene el tamaño mínimo que establece la ley, es decir 25 cm., lo que significa que el animal medía 35 cm. antes de limpiarlo y que alcanzó a reproducirse y dejar descendencia en el mar. Esto es importante, destacó Jennifer Ibarra, quien también es presidenta de Fundación Cullunche, porque se trata de un pez que está en peligro de extinción.
El relevamiento arrojó que, en general, los supermercados ofrecen ejemplares del tamaño correcto, pero en las pescaderías de barrio se suelen encontrar filetes pequeños. También, que los vendedores suelen desconocer esta reglamentación, al igual que los consumidores, lo que los lleva a no demandar las dimensiones mínimas.Tomado de Los Andes de Mendoza
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