domingo, 21 de agosto de 2011

POBREZA RURAL desde Ecuador


Manuel Chiriboga Vega Pobreza rural
Recientemente he revisado información agregada sobre las dinámicas de la pobreza rural en el país que me parece interesante compartir. Lo importante es destacar una reducción importante de la pobreza desde el año 2000: pasamos de una cifra cercana al 83% ese año al 53% en el 2010. De acuerdo con la Cepal, trabajando sobre la base de las mismas cifras, pero haciéndolas comparables a nivel regional, logramos una reducción entre el 2004 y el 2008 del 51 al 44%. Un cambio importante para nosotros como país y que fue logrado independientemente de los gobiernos que se han turnado a lo largo de estos años. Obviamente, las cifras son todavía injustificables y deben obligarnos a proseguir con esto como objetivo nacional.
¿Cómo logramos conseguirlo y cómo podemos lograr una reducción aun más significativa? Pues escarbando más en las cifras, encontramos respuestas interesantes. Hasta el año 2008 al menos, no tengo cifras para los años posteriores, fue la actividad agropecuaria el principal vehículo de reducción. En eso nos diferenciamos de otros países donde fueron las actividades rurales no agrícolas que cumplieron ese papel. Sin embargo, los pobres rurales lograron mejorar sus ingresos hasta ese año, empleándose como trabajador a cambio de un salario, más que trabajando en sus propias parcelas con el concurso de su familia.
Los ingresos provenientes de salarios se incrementaron en mayor proporción que cualquier otra fuente de ingresos entre los grupos poblacionales no pobres, justamente en momentos en que se reducía el número total de hogares rurales pobres. Ello es una consecuencia de dos hechos que vale la pena mencionar: el incremento de las oportunidades de trabajo en los años en que se expandió tanto la agricultura de exportación como aquella vinculada a la producción agro-industrial (arroz, maíz, soya), pero también del incremento y unificación del salario mínimo real.
Hay otras cifras, sin embargo, que obligan a ser más cautelosos sobre el futuro de la pobreza rural. En primer lugar, durante este periodo la agricultura familiar pierde terrenos y no logra, salvo contadas excepciones, mejorar sus ingresos sobre la base de la actividad que se realiza en sus propias tierras. Ello me parece a mí, es consecuencia de la ausencia de políticas reales de apoyo a la agricultura familiar durante todos estos años; ella no logró aprovechar las mejores condiciones para la producción agropecuaria de mercado, por serias fallas de mercado y de políticas públicas. En segundo lugar, el envejecimiento sostenido de los jefes de hogar rurales, independientemente de que sean hombres o mujeres; hoy en día la edad promedio es de 50 años (y sube cada año) y el número de miembros jóvenes del hogar que se quedan en el campo se reduce. Tercero, que la pobreza rural tiene fuertes dimensiones territoriales; no es lo mismo ser pobre en las zonas rurales del austro que serlo en Manabí o Sucumbíos; pero la política pública en este campo es centralizada.
Podría uno preguntarse: ¿si las políticas llevadas adelante por el gobierno actual que enfatizan la agricultura familiar, al menos desde el 2009 han logrado modificar esta tendencia? Hay algunas indicaciones de que sí, pero no he visto cifras. Me parece en todo caso que volver la agricultura una actividad atractiva para los jóvenes y el medio rural uno con calidad de vida comparable a los centros urbanos es algo en que debemos perseverar como objetivo nacional. De esto se trata el buen vivir rural.
TOMADO DE El Universo de Ecuador

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