La nueva cara agricola del Mercosur
Líderes de los empresarios agrícolas de
Argentina, Brasil, Uruguay, Paraguay, Bolivia y Chile, que forman la agrupación
FARM, dieron cuenta de los desafíos que tienen para aprovechar la creciente
demanda global por alimentos. Importantes aumentos productivos se advierten,
pese a políticas agrícolas equivocadas y a la falta de desarrollo de la
infraestructura.
Arnaldo
Guerra Martínez
"Latinoamérica
es la mayor frontera agrícola, la que tiene más tierra y más agua y, de aquí en
adelante, el que quiera hablar de alimentos tendrá que entenderse con
nosotros", decía hace un tiempo en Revista del Campo Mario Montanari, uno
de los creadores del holding de alimentos Invertec, enfatizando el nuevo status
que adquiere esta parte del continente frente a la necesidad de alimentar al
mundo. Con el nuevo vuelo de los precios de los productos agrícolas, la frase
toma hoy más cuerpo.
Dentro de
esa tremenda área productora, Sudamérica se ve nítida como la región que con
mayor holgura puede soportar el cartel de despensa global: al Mercosur ampliado
-Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay, Bolivia y Chile- se le asigna un papel
fundamental.
No en vano
se señala que, según datos del Usda de 2011, la superficie de los integrantes
de este acuerdo ampliado es responsable de 91,4 millones de toneladas de maíz,
14,7 millones de litros de aceite de soya, 1,5 millones de toneladas de aceite
de maravilla. Además, representa el 72% de las exportaciones mundiales de
harina de soya, el 53% del aceite de soya, el 26% de la carne bovina, el 21%
del poroto de soya y el 19% del aceite de maravilla. Aun más, la suma de sus
animales lo deja con un rebaño bovino de 300 millones de cabezas.
¿Será capaz
la región de aprovechar las oportunidades que se están produciendo en los
mercados, con la creciente demanda por alimentos? ¿Cuáles son las principales
trabas?
Revista del
Campo se reunió con los principales líderes empresariales agrícolas del Cono
Sur y conoció los avances y problemas que enfrentan los productores,
aprovechando la cita que tuvo en Santiago la Federación de Asociaciones Rurales
del Mercosur Ampliado, FARM, tras participar en la Enagro 2012 de la Sociedad
Nacional de Agricultura.
En el
encuentro, las diez entidades que componen FARM discutieron temas como las
legislaciones respecto de la propiedad intelectual, en la que hay avances
dispares, y la disponibilidad de agua que también es un tema transversal.
En la charla
con Revista del Campo quedaron en claro los progresos productivos de Paraguay,
la vocación exportadora de Uruguay y el retroceso agrícola argentino.
"Estamos
trabajando para consolidar nuestra capacidad productiva, porque tenemos un gran
potencial de crecimiento, no sólo en superficie sino también por nuevas áreas.
Para eso estamos interpelando a los gobiernos, para que se desarrolle la
infraestructura y poder atender las crecientes demandas. Podemos alimentar a
los nueve billones de habitantes que tendremos en el mundo", señala Carlos
Sperotto, presidente de la Confederación Nacional de Agricultura y Pecuaria de
Brasil (CNA) y titular también de FARM.
El peso de
las políticas públicas
En
Sudamérica se da la paradoja de que las políticas agrícolas internas de un país
no sólo lo afectan a él, sino que también a los vecinos. Es el caso de
Argentina y su política de retenciones, que distorsiona la cadena del trigo y
del maíz en Chile, mientras que incentivan indirectamente el desarrollo agrícola
de otros.
"En
Argentina estamos con el freno de mano puesto. El país puede producir alimentos
y energías renovables para 400 millones de personas, con la cantidad de
hectáreas útiles que tenemos. Hay una potencialidad muy grande, es un sector
muy eficiente, pero las políticas públicas que lleva el actual gobierno impiden
que se manifieste. Desde nuestro punto de vista, de manera equivocada ha
intervenido los mercados con el argumento de proteger la mesa de los argentinos
y ha logrando exactamente la consecuencia contraria: ha traído grandes
problemas a la producción", señala señala Luis Miguel Etchevehere,
presidente de la Sociedad Rural Argentina.
El resultado
que plantea es que de 393 frigoríficos habilitados hay 121 cerrados, hay 12 mil
trabajadores de la industria cárnica en la calle o con algún sistema de
garantía horaria, después del cierre inconsulto de las exportaciones de carne,
en marzo 2006, se han perdido 12 millones de cabezas de ganado del rebaño, ya
que por el bajo precio, el ganadero tuvo que liquidar los animales.
"Estamos
ordeñando la misma cantidad de leche que en 1999 y tenemos la peor expectativa
de siembra de trigo de los últimos 110 años. Esto en un marco donde el gobierno
cada vez se está volviendo más autoritario, porque tiene que aplicar más
controles para llevar adelante esta política que a todas luces fracasó",
añade.
Lo que
resalta Etchevehere es que los productores argentinos podrían perfectamente
estar respondiendo a la demanda internacional actual, si existieran otras
condiciones.
"Argentina
es uno de los pocos países que prácticamente no tiene techo en eso. En los tres
últimos años, a pesar de todas las trabas, ha duplicado la cantidad de
producción de granos en la misma cantidad de superficie, de la mano de tecnología,
con un sector moderno, joven, que aplica conocimiento, que invierte, que
investiga, que arriesga y que ha modificado completamente la estructura
productiva del país. De poder el productor argentino recibir el precio
internacional que hoy perciben todos nuestros vecinos, rápidamente habría una
respuesta", apunta Etchevehere.
A lo que
apunta es que está la forma de trabajar y las entidades con más de cien años,
como las diferentes bolsas, que son las herramientas para comercializar y
fomentar.
Frente a la
llamada soyización de la agricultura -concentración en la producción de soya,
dejando de lado otros cultivos-, el presidente de la SRA señala que eso también
tiene que ver con la política actual para el agro en su país.
"Eso es
consecuencia de la intervención de los mercados que quitó rentabilidad. El
gobierno argentino es uno de los pocos del mundo, o el único, que estableció
que hay que pagar derechos para poder exportar, al contrario de todos los
países normales que incentivan las exportaciones. Entonces, hay diferentes
retenciones; por ejemplo, el trigo y el maíz tienen 20 a 23%, la soya tiene
35%, el girasol 33%. Y ahí lo que pasa es que dependiendo de donde están esos
diferentes cultivos con respecto a los puertos, se hacen más o menos rentables.
Al perder rentabilidad frente a otros productos, la soya va quedando como
última alternativa para el productor, y casualmente es con ella donde el
gobierno más recauda. Por eso decimos que el sistema es perverso, porque por un
lado el gobierno acusa a la producción de dedicarse solamente a la soya y, por
otro lado, impone esta realidad que no deja alternativa al productor. Al revés,
si sacara las retenciones se rotarían los cultivos, volverían a ser rentables y
habría menos soya, pero el gobierno recaudaría menos también", señala.
Martín
Rapetti, consejero de Confederaciones Rurales Argentinas, añade que las
retenciones a la soya son de 35%, pero efectivamente se llega a 53% respecto
del precio que correspondería recibir, por la diferencia del dólar, que en el
campo equivale a tres pesos, pero el libre está cercano a los 6,5.
Otro freno
para los argentinos es la subida de costos.
"No nos
podemos poner de acuerdo entre las mediciones del gobierno y las que hacen
todas las provincias o las privadas, obviamente las últimas dicen la verdad,
pero con una inflación promedio en los últimos años de 25 puntos y frente a un
tipo de cambio que crece 7 a 8 puntos por año, el desfase lo está pagando en el
costo el productor en cualquiera de sus actividades, y eso impacta fuertemente
en su rentabilidad", opina Juan Goya, vicepresidente de Confederaciones
Rurales Argentinas, que reúne a las sociedades rurales de todo el resto del
país.
Proyecto
país en Uruguay
Uno de los
mejores ejemplos de lo que se logra con la cooperación público-privada está en
Uruguay, donde se han focalizado en el mercado externo. Lo que se resalta es
que la política gubernamental es muy diferente a la argentina. Tal como Chile,
por el tamaño del país y por una raíz tan dependiente de su agroindustria,
gobiernos de distinto signo han entendido en los últimos períodos la
importancia de la producción agropecuaria que, por ejemplo, les permitió salir
de la crisis de 2001/2002.
"En
Uruguay tenemos una conciencia muy fuerte de que tenemos que apostar hacia
afuera. Por eso, en arroz exportamos el 95% de la producción, tenemos los
mejores números en producción por hectárea de arroz del mundo, y el 70% de la
producción de carne se exporta con retornos por 1.700 millones de dólares al
año", plantea Guzmán Tellechea, primer vicepresidente de la Asociación
Rural de Uruguay.
De lo que
habla Tellechea es de una conciencia nacional, que antes no se daba, de que la
agroindustria es una herramienta clave para el desarrollo. Mientras antes se
miraban con cierta confrontación campo y ciudad, la relación se ha ido
mejorando y ahora hay consenso en que si al campo le va bien, al país le va
bien.
"Para
nosotros no rigen leyes de retenciones a las exportaciones, sino que al revés,
hay decretos o leyes de devolución de impuestos indirectos a la exportación, y
luego un régimen de cambio donde hoy hay una tasa plana, que ha sido discutida
por la agroindustria, pero de cualquier manera hay devolución de impuesto. Hay
una institucionalidad muy importante público-privada en el medio
agropecuario", señala.
En términos
concretos, el país ha diversificado su oferta. "La producción de carne ha
aumentado mucho, la forestación -por una ley entiendo inspirada en una de
Chile- ha sido impulsada con ventajas impositivas y en pocos años se forestó un
millón de hectáreas. Hay industria instalada, y una empresa que tiene parte de
capitales chilenos, Montes del Plata Arauco, está instalándose con una
inversión cercana a los US$ 2 mil millones; también ha multiplicado su
producción lechera por tres con el mismo número de animales y en la misma área
en 15 años", señala Guzmán Tellechea.
La crítica
que hacen los privados uruguayos agrícolas a la política estatal es respecto de
lo que consideran "exagerada expansión del gasto público".
El salto de
Paraguay
En Paraguay
también destacan el acercamiento público-privado. Germán Ruiz, presidente de la
Asociación Rural de Paraguay, señala que el gobierno que reemplazó a Fernando
Lugo ha tenido un buen acercamiento con la agricultura y puede marcar un
crecimiento entre 11 y 13% en el PIB. A ello lo acompañan condiciones
ambientales adecuadas.
"Después
de la sequía ha estado lloviendo bien y hay mucha expectativa para la
producción; además, la carne está recuperando los mercados".
Si bien en
Paraguay las plantaciones de soya vienen creciendo fuerte, los empresarios
agrícolas no creen que se esté en un proceso de "soyización", sino
que ellos mantienen toda una cadena de producciones.
"En
Paraguay hay un desarrollo muy fuerte de la agricultura. Se calcula que se
están produciendo este año ocho millones 500 mil toneladas de soya, el cuarto
exportador mundial, pero hay también un desarrollo del maíz en que se ha
convertido en el exportador número 11, y en trigo es el principal abastecedor
de Brasil, al que le vende ya un millón de toneladas. Y en esa cadena también
están el girasol y la canola, que también se están exportando", señala
Germán Ruiz.
En
ganadería, pese al brote de fiebre aftosa, también han dado un gran salto. En
2001 el país exportaba 70 millones de dólares y en 2010 superó los mil millones
en productos cárnicos.
"Entonces,
todos nuestros países con motivo de la gran demanda internacional por alimentos
crecieron en sus producciones, y algunos como el nuestro, que no figuraba en
los rankings de exportadores, ahora figura en varios rubros", dice el
paraguayo.
Lo que
plantea, con la aprobación de prácticamente todos los asistentes, es que a
medida que los problemas aparecen de alguna manera se solucionan dentro del
mismo Mercosur, y entonces, ante problemáticas en un país, los capitales se
mueven hacia donde existen más ventajas.
"En
Paraguay hay mucha frontera agrícola y ganadera para crecer, por eso el techo
es muy grande y por eso hay muchos uruguayos y argentinos yendo a producir en
nuestro país", comenta obteniendo el asentimiento general.
Buen
ambiente, pero con nubarrones en Bolivia
En Bolivia
reconocen que existe una nueva relación del sector público con el privado. Y,
aunque creen que puede ser motivada por las elecciones del próximo año, confían
en que se mantenga en el tiempo.
Claro que la
relación no fue así en los primeros años del actual gobierno. Éste puso el
énfasis en el sector minero. Sin embargo, el boom de los alimentos lo habría
llevado a orientar las políticas al sector agropecuario. Éste se localiza en el
sector más rico del país, la "medialuna", como denominan a la zona
oriental constituida principalmente por los departamentos de Santa Cruz, Beni y
Tarija.
Con la nueva
relación público-privada el sector agrícola boliviano ya exhibe interesantes
cifras, y también la soya avanza como cultivo. A la fecha el país se acerca al
millón de hectáreas y ya hace un tiempo que está en la exportación, sobre todo
de granos.
"Este
año ha sido excelente; se han presentado todas las condiciones para que haya
excedentes en todos los rubros. Para la soya, se firmó un convenio con Brasil y
estamos exportando 300 mil toneladas a aceiteras de Campo Grande", señala
Juan Carlos Peredo, vicepresidente de la Confederación de Ganaderos de Bolivia.
Al igual que
en otros países de la región, se intentó proteger el consumo interno y las
exportaciones, al menos de algunos productos, se restringieron por decreto. Sin
embargo, recientemente los ganaderos consiguieron el permiso y en este momento
envían su producto a Perú y a Venezuela, y posiblemente a Jordania.
"También
hemos conseguido el decreto que autoriza la exportación de ganado en pie de
alta genética y para la azúcar de caña. Teníamos una cuota de exportación a
Estados Unidos, pero desgraciadamente, por una falta de visión del gobierno,
los tiempos se vencieron y se incumplió el contrato, y este año no hemos podido
vender azúcar a EE.UU. En este momento estamos buscando mercado para exportar
otros dos productos en los que hemos creado excedente: el arroz y el maíz. En
síntesis, el gobierno se ha dado cuenta que inicialmente no tuvo la visión como
para dar el apoyo y gobernar para todos, pero nunca es tarde. Ojalá que esto no
sea producto de la proximidad de las elecciones, y que sea una cosa permanente
en el tiempo", agrega Peredo.
El líder de
los ganaderos bolivianos considera que su país tiene la potencialidad para
producir y exportar, pero a la vez hay preocupación por algunas legislaciones
en estudio, como la denominada Ley de la Madre Tierra, que ven como una
contradicción a lo que se venía expresando respecto de que se quiere el
desarrollo del sector agropecuario.
"Tenemos
un compromiso de mejorar los rendimientos y la eficiencia, de aplicar
tecnología de punta en todo sentido. Pero vamos a ver. Ojalá que en los
próximos días tengamos información un poco más alentadora, porque hace algunos
días salimos preocupados de una reunión con el ministro por esta famosa ley,
que inclusive habla de temas como transgénicos y nacionalización de la tierra.
Nos han convocado a reuniones técnicas y esperemos que de ellas salga algo
positivo", señala.
¿Commodities
o valor agregado?
De los
miembros del Farm, con la excepción de Chile, el resto de los países se ha
caracterizado por ser exportadores principalmente de commodities, especialmente
granos, carne, leche y azúcar. Surge entonces la duda de cómo se alimentará al
mundo, con materia prima o agregando valor a los productos.
Los
participantes del foro plantean que la zona seguirá masivamente exportando
commodities, aunque destacan algunos avances en agregar valor, por ejemplo en
la industrialización de la soya como en el desarrollo de cortes especiales en
el caso de la carne.
"Tenemos
una eficiencia productiva absolutamente demostrada. Manejamos números que para
2020 el 63% de los alimentos del mundo van a salir de Latinoamérica. Eso es un
desafío importante, y también sería muy bueno que esa materia prima se
industrialice en origen y que se genere valor, pero sin perder de vista la
importancia que tiene el producto primario, que en este caso es el generador de
la cadena", apunta Luis Miguel Etchevehere.
No es que se
nieguen a agregar valor, sino que consideran que hacerlo es más complejo de lo
que parece.
El uruguayo
Guzmán Tellechea considera que agregar valor en teoría es muy bueno, pero en la
práctica a su país le ha sido más rentable no hacerlo.
"Tenemos
un gran problema. Cuando más valor agregado le añadimos a la producción, menos
competitivos somos y ese es un problema costo país. Es por la apreciación de
nuestra moneda, por una subida de salarios que nosotros entendemos que fue en
demasía y por un encarecimiento de las tarifas públicas", señala.
Otro aspecto
que promueve exportar sólo commodities son los impuestos en los países de
destino. Por ejemplo, en Europa, señala el representante paraguayo, la soya no
tiene impuestos y es el único producto agrícola en esa condición.
"Todos
los países tratan de comprar el grano de soya, que es la proteína más barata, y
no le ponen impuestos", señala Germán Ruiz.
No obstante
eso, hay ejemplos de industrialización y valor agregado. De hecho, en Rosario,
Argentina, está el mayor polo de aceite de soya del mundo. Y ahora, en
Paraguay, producto de los problemas generados por el gobierno argentino a las
grandes compañías aceiteras, se están instalando con fábricas de aceite en las
que se va a llegar a industrializar el 60% de la producción paraguaya.
"Ese fue un regalo de la Presidenta Cristina Fernández, porque impidió que
la soya paraguaya bajara a las aceiteras argentinas, ya que hace dos años
prohibió la importación. Entonces, las grandes empresas están haciendo dos
aceiteras de más de 1.500 millones de dólares en inversión", dice Ruiz.
La opinión
brasileña considera que el tema es propiamente económico.
"No hay
plata para industrializar y almacenar para demandar mercados de más valor. Es
la salida más rápida que tenemos", señala Carlos Sperotto, refiriéndose a
seguir enviando commodities.
Infraestructura,
el talón de Aquiles
En el caso
de Argentina, lo que los empresarios agrícolas ven es que las políticas no
están ayudando a las necesidades de infraestructura que requiere el potencial
productivo. "Estratégicamente y para el largo plazo pareciera que en el
gobierno no está pensando en desarrollar ese potencial, porque si no vamos a
tener que irnos por caminos rotos, por autopistas que no hay, ferrocarriles que
no existen y sin acopio. Además, estamos siempre al borde del colapso
energético, cuando hace mucho frío o cuando viene todo el calor y se encienden
todos los equipos de aire acondicionado. Tenemos problemas de combustibles, a
veces en el interior lisa y llanamente no hay. En definitiva, pasamos de
autoabastecernos de energía a importar por cerca de 10 mil millones de dólares
por año", señala Martín Rapetti.
Para Uruguay
el problema, tal como Chile, es el costo de la energía.
"Tenemos
problemas de infraestructura en cuanto a puertos, carreteras y caminos, o sea,
avanzó más rápido la producción que la inversión en infraestructura. Por ahí
están los grandes desafíos, ya que en el tema almacenamiento se ha hecho una
inversión privada enorme de silos", señala Guzmán Tellechea.
En tanto, el
desafío paraguayo en infraestructura está en cambiar el sistema para enfrentar
las obras públicas.
"Lo que
se está peleando es la ley de concesiones. Posiblemente este gobierno se abra
para que entre la empresa privada. Como estamos en vísperas de las elecciones,
esperamos que en abril todas estas leyes se aprueben", agrega el
representante paraguayo.
Bolivia dice
tener los mismos problemas de infraestructura que Paraguay. Los caminos y las
carreteras en que las pocas que hay, por la inestabilidad política y social,
muchas veces complican el comercio. "El intercambio debería darse en forma
más fluida con los demás países vecinos, pero la falta de caminos nos da una
imagen muchas veces de un país no fiable para realizar negocios, por el posible
incumplimiento", señala Juan Carlos Peredo.
"El
desafío mundial es tremendo, hay un amplio margen de demanda insatisfecha y
creciente, la agricultura tiene una gran oportunidad y lo que falta es aunar
criterios a nivel político para optar a esas oportunidades", concluye
Patricio Crespo, presidente de la Sociedad Nacional de Agricultura.
Futuro del Mercosur
Luis Miguel
Etchevehere
-Uno es
optimista por naturaleza y siempre ve ventajas en la unión de entidades
gremiales, políticas o de países, en la conjunción de objetivos siempre se
logra más y se desarrolla en conjunto. Creo que hay ejemplos buenos y malos.
Estoy seguro de que en la medida que los gobiernos dediquen el tiempo y la
energía necesaria para realmente profundizar la unión de nuestros países, eso
sería altamente beneficioso.
Guzmán
Tellechea
Juan Carlos
Goya
-La culpa no
la tiene el Mercosur, la tienen los gobiernos que lo integran. El Mercosur como
herramienta en teoría es muy bueno, pero ha sido desviado en sus objetivos. No
puede ser malo si nosotros unimos fuerzas para tener un mayor poder en oferta,
el problema es que el tema se desvió a otro tipo de políticas que no eran la
concepción original.
Patricio
Crespo
-Se desvió
el propósito original del Mercosur. A algunos países no les convino en
definitiva el modelo comercial de apertura que proponía, y Argentina que era un
gran proveedor de Brasil dejó de serlo; entonces, las razones económicas que lo
motivaron han ido deviniendo en razones políticas. Y esta el caso de Chile que
ha sido permanentemente agredido por el Mercosur y hemos tenido que mansamente
aceptar, por razones políticas.
Arnaldo
Guerra Martínez.
Tomado de
revista Campo de el mercurio de Chile
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