lunes, 29 de octubre de 2012

CARA AGRÍCOLA DEL MERCOSUR


 La nueva cara agricola del Mercosur
  Líderes de los empresarios agrícolas de Argentina, Brasil, Uruguay, Paraguay, Bolivia y Chile, que forman la agrupación FARM, dieron cuenta de los desafíos que tienen para aprovechar la creciente demanda global por alimentos. Importantes aumentos productivos se advierten, pese a políticas agrícolas equivocadas y a la falta de desarrollo de la infraestructura.  
Arnaldo Guerra Martínez
"Latinoamérica es la mayor frontera agrícola, la que tiene más tierra y más agua y, de aquí en adelante, el que quiera hablar de alimentos tendrá que entenderse con nosotros", decía hace un tiempo en Revista del Campo Mario Montanari, uno de los creadores del holding de alimentos Invertec, enfatizando el nuevo status que adquiere esta parte del continente frente a la necesidad de alimentar al mundo. Con el nuevo vuelo de los precios de los productos agrícolas, la frase toma hoy más cuerpo.
Dentro de esa tremenda área productora, Sudamérica se ve nítida como la región que con mayor holgura puede soportar el cartel de despensa global: al Mercosur ampliado -Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay, Bolivia y Chile- se le asigna un papel fundamental.
No en vano se señala que, según datos del Usda de 2011, la superficie de los integrantes de este acuerdo ampliado es responsable de 91,4 millones de toneladas de maíz, 14,7 millones de litros de aceite de soya, 1,5 millones de toneladas de aceite de maravilla. Además, representa el 72% de las exportaciones mundiales de harina de soya, el 53% del aceite de soya, el 26% de la carne bovina, el 21% del poroto de soya y el 19% del aceite de maravilla. Aun más, la suma de sus animales lo deja con un rebaño bovino de 300 millones de cabezas.
¿Será capaz la región de aprovechar las oportunidades que se están produciendo en los mercados, con la creciente demanda por alimentos? ¿Cuáles son las principales trabas?
Revista del Campo se reunió con los principales líderes empresariales agrícolas del Cono Sur y conoció los avances y problemas que enfrentan los productores, aprovechando la cita que tuvo en Santiago la Federación de Asociaciones Rurales del Mercosur Ampliado, FARM, tras participar en la Enagro 2012 de la Sociedad Nacional de Agricultura.
En el encuentro, las diez entidades que componen FARM discutieron temas como las legislaciones respecto de la propiedad intelectual, en la que hay avances dispares, y la disponibilidad de agua que también es un tema transversal.
En la charla con Revista del Campo quedaron en claro los progresos productivos de Paraguay, la vocación exportadora de Uruguay y el retroceso agrícola argentino.
"Estamos trabajando para consolidar nuestra capacidad productiva, porque tenemos un gran potencial de crecimiento, no sólo en superficie sino también por nuevas áreas. Para eso estamos interpelando a los gobiernos, para que se desarrolle la infraestructura y poder atender las crecientes demandas. Podemos alimentar a los nueve billones de habitantes que tendremos en el mundo", señala Carlos Sperotto, presidente de la Confederación Nacional de Agricultura y Pecuaria de Brasil (CNA) y titular también de FARM.
El peso de las políticas públicas
En Sudamérica se da la paradoja de que las políticas agrícolas internas de un país no sólo lo afectan a él, sino que también a los vecinos. Es el caso de Argentina y su política de retenciones, que distorsiona la cadena del trigo y del maíz en Chile, mientras que incentivan indirectamente el desarrollo agrícola de otros.
"En Argentina estamos con el freno de mano puesto. El país puede producir alimentos y energías renovables para 400 millones de personas, con la cantidad de hectáreas útiles que tenemos. Hay una potencialidad muy grande, es un sector muy eficiente, pero las políticas públicas que lleva el actual gobierno impiden que se manifieste. Desde nuestro punto de vista, de manera equivocada ha intervenido los mercados con el argumento de proteger la mesa de los argentinos y ha logrando exactamente la consecuencia contraria: ha traído grandes problemas a la producción", señala señala Luis Miguel Etchevehere, presidente de la Sociedad Rural Argentina.
El resultado que plantea es que de 393 frigoríficos habilitados hay 121 cerrados, hay 12 mil trabajadores de la industria cárnica en la calle o con algún sistema de garantía horaria, después del cierre inconsulto de las exportaciones de carne, en marzo 2006, se han perdido 12 millones de cabezas de ganado del rebaño, ya que por el bajo precio, el ganadero tuvo que liquidar los animales.
"Estamos ordeñando la misma cantidad de leche que en 1999 y tenemos la peor expectativa de siembra de trigo de los últimos 110 años. Esto en un marco donde el gobierno cada vez se está volviendo más autoritario, porque tiene que aplicar más controles para llevar adelante esta política que a todas luces fracasó", añade.
Lo que resalta Etchevehere es que los productores argentinos podrían perfectamente estar respondiendo a la demanda internacional actual, si existieran otras condiciones.
"Argentina es uno de los pocos países que prácticamente no tiene techo en eso. En los tres últimos años, a pesar de todas las trabas, ha duplicado la cantidad de producción de granos en la misma cantidad de superficie, de la mano de tecnología, con un sector moderno, joven, que aplica conocimiento, que invierte, que investiga, que arriesga y que ha modificado completamente la estructura productiva del país. De poder el productor argentino recibir el precio internacional que hoy perciben todos nuestros vecinos, rápidamente habría una respuesta", apunta Etchevehere.
A lo que apunta es que está la forma de trabajar y las entidades con más de cien años, como las diferentes bolsas, que son las herramientas para comercializar y fomentar.
Frente a la llamada soyización de la agricultura -concentración en la producción de soya, dejando de lado otros cultivos-, el presidente de la SRA señala que eso también tiene que ver con la política actual para el agro en su país.
"Eso es consecuencia de la intervención de los mercados que quitó rentabilidad. El gobierno argentino es uno de los pocos del mundo, o el único, que estableció que hay que pagar derechos para poder exportar, al contrario de todos los países normales que incentivan las exportaciones. Entonces, hay diferentes retenciones; por ejemplo, el trigo y el maíz tienen 20 a 23%, la soya tiene 35%, el girasol 33%. Y ahí lo que pasa es que dependiendo de donde están esos diferentes cultivos con respecto a los puertos, se hacen más o menos rentables. Al perder rentabilidad frente a otros productos, la soya va quedando como última alternativa para el productor, y casualmente es con ella donde el gobierno más recauda. Por eso decimos que el sistema es perverso, porque por un lado el gobierno acusa a la producción de dedicarse solamente a la soya y, por otro lado, impone esta realidad que no deja alternativa al productor. Al revés, si sacara las retenciones se rotarían los cultivos, volverían a ser rentables y habría menos soya, pero el gobierno recaudaría menos también", señala.
Martín Rapetti, consejero de Confederaciones Rurales Argentinas, añade que las retenciones a la soya son de 35%, pero efectivamente se llega a 53% respecto del precio que correspondería recibir, por la diferencia del dólar, que en el campo equivale a tres pesos, pero el libre está cercano a los 6,5.
Otro freno para los argentinos es la subida de costos.
"No nos podemos poner de acuerdo entre las mediciones del gobierno y las que hacen todas las provincias o las privadas, obviamente las últimas dicen la verdad, pero con una inflación promedio en los últimos años de 25 puntos y frente a un tipo de cambio que crece 7 a 8 puntos por año, el desfase lo está pagando en el costo el productor en cualquiera de sus actividades, y eso impacta fuertemente en su rentabilidad", opina Juan Goya, vicepresidente de Confederaciones Rurales Argentinas, que reúne a las sociedades rurales de todo el resto del país.
Proyecto país en Uruguay
Uno de los mejores ejemplos de lo que se logra con la cooperación público-privada está en Uruguay, donde se han focalizado en el mercado externo. Lo que se resalta es que la política gubernamental es muy diferente a la argentina. Tal como Chile, por el tamaño del país y por una raíz tan dependiente de su agroindustria, gobiernos de distinto signo han entendido en los últimos períodos la importancia de la producción agropecuaria que, por ejemplo, les permitió salir de la crisis de 2001/2002.
"En Uruguay tenemos una conciencia muy fuerte de que tenemos que apostar hacia afuera. Por eso, en arroz exportamos el 95% de la producción, tenemos los mejores números en producción por hectárea de arroz del mundo, y el 70% de la producción de carne se exporta con retornos por 1.700 millones de dólares al año", plantea Guzmán Tellechea, primer vicepresidente de la Asociación Rural de Uruguay.
De lo que habla Tellechea es de una conciencia nacional, que antes no se daba, de que la agroindustria es una herramienta clave para el desarrollo. Mientras antes se miraban con cierta confrontación campo y ciudad, la relación se ha ido mejorando y ahora hay consenso en que si al campo le va bien, al país le va bien.
"Para nosotros no rigen leyes de retenciones a las exportaciones, sino que al revés, hay decretos o leyes de devolución de impuestos indirectos a la exportación, y luego un régimen de cambio donde hoy hay una tasa plana, que ha sido discutida por la agroindustria, pero de cualquier manera hay devolución de impuesto. Hay una institucionalidad muy importante público-privada en el medio agropecuario", señala.
En términos concretos, el país ha diversificado su oferta. "La producción de carne ha aumentado mucho, la forestación -por una ley entiendo inspirada en una de Chile- ha sido impulsada con ventajas impositivas y en pocos años se forestó un millón de hectáreas. Hay industria instalada, y una empresa que tiene parte de capitales chilenos, Montes del Plata Arauco, está instalándose con una inversión cercana a los US$ 2 mil millones; también ha multiplicado su producción lechera por tres con el mismo número de animales y en la misma área en 15 años", señala Guzmán Tellechea.
La crítica que hacen los privados uruguayos agrícolas a la política estatal es respecto de lo que consideran "exagerada expansión del gasto público".
El salto de Paraguay
En Paraguay también destacan el acercamiento público-privado. Germán Ruiz, presidente de la Asociación Rural de Paraguay, señala que el gobierno que reemplazó a Fernando Lugo ha tenido un buen acercamiento con la agricultura y puede marcar un crecimiento entre 11 y 13% en el PIB. A ello lo acompañan condiciones ambientales adecuadas.
"Después de la sequía ha estado lloviendo bien y hay mucha expectativa para la producción; además, la carne está recuperando los mercados".
Si bien en Paraguay las plantaciones de soya vienen creciendo fuerte, los empresarios agrícolas no creen que se esté en un proceso de "soyización", sino que ellos mantienen toda una cadena de producciones.
"En Paraguay hay un desarrollo muy fuerte de la agricultura. Se calcula que se están produciendo este año ocho millones 500 mil toneladas de soya, el cuarto exportador mundial, pero hay también un desarrollo del maíz en que se ha convertido en el exportador número 11, y en trigo es el principal abastecedor de Brasil, al que le vende ya un millón de toneladas. Y en esa cadena también están el girasol y la canola, que también se están exportando", señala Germán Ruiz.
En ganadería, pese al brote de fiebre aftosa, también han dado un gran salto. En 2001 el país exportaba 70 millones de dólares y en 2010 superó los mil millones en productos cárnicos.
"Entonces, todos nuestros países con motivo de la gran demanda internacional por alimentos crecieron en sus producciones, y algunos como el nuestro, que no figuraba en los rankings de exportadores, ahora figura en varios rubros", dice el paraguayo.
Lo que plantea, con la aprobación de prácticamente todos los asistentes, es que a medida que los problemas aparecen de alguna manera se solucionan dentro del mismo Mercosur, y entonces, ante problemáticas en un país, los capitales se mueven hacia donde existen más ventajas.
"En Paraguay hay mucha frontera agrícola y ganadera para crecer, por eso el techo es muy grande y por eso hay muchos uruguayos y argentinos yendo a producir en nuestro país", comenta obteniendo el asentimiento general.
Buen ambiente, pero con nubarrones en Bolivia
En Bolivia reconocen que existe una nueva relación del sector público con el privado. Y, aunque creen que puede ser motivada por las elecciones del próximo año, confían en que se mantenga en el tiempo.
Claro que la relación no fue así en los primeros años del actual gobierno. Éste puso el énfasis en el sector minero. Sin embargo, el boom de los alimentos lo habría llevado a orientar las políticas al sector agropecuario. Éste se localiza en el sector más rico del país, la "medialuna", como denominan a la zona oriental constituida principalmente por los departamentos de Santa Cruz, Beni y Tarija.
Con la nueva relación público-privada el sector agrícola boliviano ya exhibe interesantes cifras, y también la soya avanza como cultivo. A la fecha el país se acerca al millón de hectáreas y ya hace un tiempo que está en la exportación, sobre todo de granos.
"Este año ha sido excelente; se han presentado todas las condiciones para que haya excedentes en todos los rubros. Para la soya, se firmó un convenio con Brasil y estamos exportando 300 mil toneladas a aceiteras de Campo Grande", señala Juan Carlos Peredo, vicepresidente de la Confederación de Ganaderos de Bolivia.
Al igual que en otros países de la región, se intentó proteger el consumo interno y las exportaciones, al menos de algunos productos, se restringieron por decreto. Sin embargo, recientemente los ganaderos consiguieron el permiso y en este momento envían su producto a Perú y a Venezuela, y posiblemente a Jordania.
"También hemos conseguido el decreto que autoriza la exportación de ganado en pie de alta genética y para la azúcar de caña. Teníamos una cuota de exportación a Estados Unidos, pero desgraciadamente, por una falta de visión del gobierno, los tiempos se vencieron y se incumplió el contrato, y este año no hemos podido vender azúcar a EE.UU. En este momento estamos buscando mercado para exportar otros dos productos en los que hemos creado excedente: el arroz y el maíz. En síntesis, el gobierno se ha dado cuenta que inicialmente no tuvo la visión como para dar el apoyo y gobernar para todos, pero nunca es tarde. Ojalá que esto no sea producto de la proximidad de las elecciones, y que sea una cosa permanente en el tiempo", agrega Peredo.
El líder de los ganaderos bolivianos considera que su país tiene la potencialidad para producir y exportar, pero a la vez hay preocupación por algunas legislaciones en estudio, como la denominada Ley de la Madre Tierra, que ven como una contradicción a lo que se venía expresando respecto de que se quiere el desarrollo del sector agropecuario.
"Tenemos un compromiso de mejorar los rendimientos y la eficiencia, de aplicar tecnología de punta en todo sentido. Pero vamos a ver. Ojalá que en los próximos días tengamos información un poco más alentadora, porque hace algunos días salimos preocupados de una reunión con el ministro por esta famosa ley, que inclusive habla de temas como transgénicos y nacionalización de la tierra. Nos han convocado a reuniones técnicas y esperemos que de ellas salga algo positivo", señala.
¿Commodities o valor agregado?

De los miembros del Farm, con la excepción de Chile, el resto de los países se ha caracterizado por ser exportadores principalmente de commodities, especialmente granos, carne, leche y azúcar. Surge entonces la duda de cómo se alimentará al mundo, con materia prima o agregando valor a los productos.
Los participantes del foro plantean que la zona seguirá masivamente exportando commodities, aunque destacan algunos avances en agregar valor, por ejemplo en la industrialización de la soya como en el desarrollo de cortes especiales en el caso de la carne.
"Tenemos una eficiencia productiva absolutamente demostrada. Manejamos números que para 2020 el 63% de los alimentos del mundo van a salir de Latinoamérica. Eso es un desafío importante, y también sería muy bueno que esa materia prima se industrialice en origen y que se genere valor, pero sin perder de vista la importancia que tiene el producto primario, que en este caso es el generador de la cadena", apunta Luis Miguel Etchevehere.
No es que se nieguen a agregar valor, sino que consideran que hacerlo es más complejo de lo que parece.
El uruguayo Guzmán Tellechea considera que agregar valor en teoría es muy bueno, pero en la práctica a su país le ha sido más rentable no hacerlo.
"Tenemos un gran problema. Cuando más valor agregado le añadimos a la producción, menos competitivos somos y ese es un problema costo país. Es por la apreciación de nuestra moneda, por una subida de salarios que nosotros entendemos que fue en demasía y por un encarecimiento de las tarifas públicas", señala.
Otro aspecto que promueve exportar sólo commodities son los impuestos en los países de destino. Por ejemplo, en Europa, señala el representante paraguayo, la soya no tiene impuestos y es el único producto agrícola en esa condición.
"Todos los países tratan de comprar el grano de soya, que es la proteína más barata, y no le ponen impuestos", señala Germán Ruiz.
No obstante eso, hay ejemplos de industrialización y valor agregado. De hecho, en Rosario, Argentina, está el mayor polo de aceite de soya del mundo. Y ahora, en Paraguay, producto de los problemas generados por el gobierno argentino a las grandes compañías aceiteras, se están instalando con fábricas de aceite en las que se va a llegar a industrializar el 60% de la producción paraguaya. "Ese fue un regalo de la Presidenta Cristina Fernández, porque impidió que la soya paraguaya bajara a las aceiteras argentinas, ya que hace dos años prohibió la importación. Entonces, las grandes empresas están haciendo dos aceiteras de más de 1.500 millones de dólares en inversión", dice Ruiz.
La opinión brasileña considera que el tema es propiamente económico.
"No hay plata para industrializar y almacenar para demandar mercados de más valor. Es la salida más rápida que tenemos", señala Carlos Sperotto, refiriéndose a seguir enviando commodities.
Infraestructura, el talón de Aquiles
 Uno de los desafíos comunes a prácticamente todos los países de la región para concretar el potencial que tienen es el de la infraestructura, principalmente por la falta de caminos y puertos que permitan sacar la producción, así como de capacidad de almacebaje y costo de la energía.
En el caso de Argentina, lo que los empresarios agrícolas ven es que las políticas no están ayudando a las necesidades de infraestructura que requiere el potencial productivo. "Estratégicamente y para el largo plazo pareciera que en el gobierno no está pensando en desarrollar ese potencial, porque si no vamos a tener que irnos por caminos rotos, por autopistas que no hay, ferrocarriles que no existen y sin acopio. Además, estamos siempre al borde del colapso energético, cuando hace mucho frío o cuando viene todo el calor y se encienden todos los equipos de aire acondicionado. Tenemos problemas de combustibles, a veces en el interior lisa y llanamente no hay. En definitiva, pasamos de autoabastecernos de energía a importar por cerca de 10 mil millones de dólares por año", señala Martín Rapetti.
Para Uruguay el problema, tal como Chile, es el costo de la energía.
"Tenemos problemas de infraestructura en cuanto a puertos, carreteras y caminos, o sea, avanzó más rápido la producción que la inversión en infraestructura. Por ahí están los grandes desafíos, ya que en el tema almacenamiento se ha hecho una inversión privada enorme de silos", señala Guzmán Tellechea.
En tanto, el desafío paraguayo en infraestructura está en cambiar el sistema para enfrentar las obras públicas.
"Lo que se está peleando es la ley de concesiones. Posiblemente este gobierno se abra para que entre la empresa privada. Como estamos en vísperas de las elecciones, esperamos que en abril todas estas leyes se aprueben", agrega el representante paraguayo.
Bolivia dice tener los mismos problemas de infraestructura que Paraguay. Los caminos y las carreteras en que las pocas que hay, por la inestabilidad política y social, muchas veces complican el comercio. "El intercambio debería darse en forma más fluida con los demás países vecinos, pero la falta de caminos nos da una imagen muchas veces de un país no fiable para realizar negocios, por el posible incumplimiento", señala Juan Carlos Peredo.
"El desafío mundial es tremendo, hay un amplio margen de demanda insatisfecha y creciente, la agricultura tiene una gran oportunidad y lo que falta es aunar criterios a nivel político para optar a esas oportunidades", concluye Patricio Crespo, presidente de la Sociedad Nacional de Agricultura.
 Futuro del Mercosur
Luis Miguel Etchevehere
-Uno es optimista por naturaleza y siempre ve ventajas en la unión de entidades gremiales, políticas o de países, en la conjunción de objetivos siempre se logra más y se desarrolla en conjunto. Creo que hay ejemplos buenos y malos. Estoy seguro de que en la medida que los gobiernos dediquen el tiempo y la energía necesaria para realmente profundizar la unión de nuestros países, eso sería altamente beneficioso.
Guzmán Tellechea
 -Uruguay está atrapado en un Mercosur que se entendía que era un mercado comercial donde el objetivo final era netamente comercial, pero se ha convertido en un elemento político. Cuando Uruguay quiso hacer un TLC con Estados Unidos el Mercosur no se lo permitió y ahora estamos viendo una alianza con los países del Pacifico y también ciertas relaciones con Chile, pero no es nada fácil.
Juan Carlos Goya
-La culpa no la tiene el Mercosur, la tienen los gobiernos que lo integran. El Mercosur como herramienta en teoría es muy bueno, pero ha sido desviado en sus objetivos. No puede ser malo si nosotros unimos fuerzas para tener un mayor poder en oferta, el problema es que el tema se desvió a otro tipo de políticas que no eran la concepción original.
Patricio Crespo
-Se desvió el propósito original del Mercosur. A algunos países no les convino en definitiva el modelo comercial de apertura que proponía, y Argentina que era un gran proveedor de Brasil dejó de serlo; entonces, las razones económicas que lo motivaron han ido deviniendo en razones políticas. Y esta el caso de Chile que ha sido permanentemente agredido por el Mercosur y hemos tenido que mansamente aceptar, por razones políticas.
Arnaldo Guerra Martínez.
Tomado de revista Campo de el mercurio de Chile 

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