“UN PUERTO DEMASIADO LEJOS”
Se
acuerda de la famosa película de guerra (como decíamos años atrás, ahora
llamadas bélicas), titulada “UN PUENTE DEMASIADO LEJOS” o “UN PUENTE LEJANO”,
que relata el mayor desastre aliado de la 2da. Guerra Mundial, producto de la
improvisación, mala elección del lugar, falta de conocimiento, impericia y
exceso de optimismo de parte de jefes y comandantes, que dirigían la operación
denominada “Market Garden”.
Como
en toda guerra, los que mueren son los soldados, raramente los jefes, que casi
siempre son condecorados, más allá de haber perjudicado a miles de personas.
Parafraseando su título y transpolando algunas de sus incidencias, lo
sucedido podría aplicarse al proceso de desbarate y posterior intento de traslado
del puerto de Santa Fe.
Para
quién durante décadas ha defendido la necesidad, de que la ciudad de Santa Fe,
retuviera su puerto de ultramar en su emplazamiento actual, la realidad, le ha
propina una derrota apabullante y contundente a sus deseos.
Pese a
ello, habiendo observado el desenvolvimiento de los hechos y circunstancias, el
resultado final, no me ha tomado por sorpresa, por cuanto tenía la convicción
que estábamos ante la “crónica de una muerte anunciada”, ya que la impronta de
la década neoliberal del ’90 y su zaga actual, así lo dejaban entrever.
Las
sucesivas leyes de provincialización, municipalización y privatización
encubierta a favor de los negocios inmobiliarios, a lo largo del tiempo lo han
confirmado plenamente.
En
estos años, demasiados y poderosos intereses se confabularon para ello, y la
ciudad en su conjunto (entidades intermedias, fuerzas vivas, dirigencias
políticas, etc.), más allá de honrosas excepciones, no lograron generar los
anticuerpos necesarios para hacer una causa común, que evitara el desguace. Sin
contar que las defecciones de algunos, los intereses egoístas y sectoriales de
otros y la corrupción, extendieron el certificado de defunción del otrora “Puerto
Preciso”.
Como
en la película, las bajas son de la ciudad, pero unos pocos comandantes
citadinos, fueron condecorados y como en toda campaña, lograron fabulosos
negocios en torno a la valiosa tierra del ex puerto de Santa Fe.
Algunos sin dudas se podrán vanagloriar de
haber matado dos pájaros de un tiro, ya que por un lado se desactivó una
importante herramienta de progreso y desarrollo de la región, sobre todo en
estos años de aumento del tonelaje exportado, en favor de las multinacionales
de los agronegocios y sus puertos privados del cordón rosarino y por el otro,
la apropiación privada de millones de dólares de tierra pública, por parte de
empresas y desarrolladores inmobiliarios.
Nuestro puerto ha naufragado, como pronosticaba en una nota de mi
autoría publicada en el diario “El Litoral”, el viernes 29 de Enero de 1999,
pág. 12, titulada “Puerto de Santa Fe: Hundido”, y en torno a la millonada de
dólares, hagamos un cálculo sencillo: del total de la superficie del puerto;
casi 50ha de los mejores terrenos de la ciudad, en cuanto a altura, servicios,
conexión vial, etc., se destinaron a emprendimientos privados.
Esa
área constituyen 500.000 m2, que en el mercado inmobiliario tiene un valor aproximado
a los 1.000 dólares el m2, resultando un total de 500 millones de dólares (o
sea 5.000.000.000$), que la ciudad transfirió a un reducido grupo de personas o
empresas, sin beneficio alguno para la misma.
Resulta muchas veces inexplicable, cuando no sospechoso, que se hable
tanto de los negociados de los amigos del poder en Santa Cruz, Boudou y otros,
y tan poco de los de Santa Fe.
Para
colmo, muchos, en forma inocente o no tanto, se dejaron encandilar por los
anuncios, que como luces que atraen a los insectos y terminan quemándolos,
decían que el producido de esas concesiones sería el motor para el traslado y
construcción del nuevo puerto sobre el cauce principal del río Paraná.
A esa
zanahoria delante del burro, los corifeos de toda laya le contaban sus loas,
incluidos los dirigentes políticos y empresariales, lo que permitió la
convalidación de todas estas maniobras de desarme y vaciamiento del centenario
puerto.
Los
años pasaron y el pescado siguió sin venderse, como diría mi abuelo, y los
desaguisados de los sospechosos de siempre, que nunca se hacen cargos de sus
fracasos, llevó a que el gobierno debiera anunciar el fiasco de la última
licitación. Hecho que muchos intuían o sabían, ya que el proceso de la misma,
mal concebido e irresponsablemente instrumentado, estaba condenado de antemano
y el desastre final era inevitable.
Salvando los 15 años de distancia, se vuelve a repetir la historia, con
otros actores y en otras circunstancias, pero con el mismo argumento que le
llevó a decir al empresario Oscar Sarsotti, allá a fines del siglo pasado: “los
pliegos de concesión del puerto santafesino constituyen una maniobra tramposa”,
por lo que cualquier comentario adicional sobra.
Sobre
las rendiciones de cuentas y la plata presuntamente recaudada por las
concesiones, hay más dudas que certezas, lo mismo que sobre el futuro puerto,
más allá de todos los nuevos cantos de sirenas.
Sin
embargo, como en el hecho bélico referido, el puerto se ha transformado hoy,
estropicio mediante, en la operación “Market Garden”, donde florecen los
verdes.
Lo
dejo para que lo piense y me despido hasta la próxima AGUAFUERTES.
Ricardo Luis Mascheroni - Docente
No hay comentarios:
Publicar un comentario