domingo, 7 de diciembre de 2014

PETROLEO BAJA DE PRECIO efectos en Argentina


El oro negro devaluado: la Argentina goza y sufre con el petróleo barato Por Diego Cabot
Fue hace unos tres años en una cena, en el poderoso Club del Petróleo de Houston. Era uno de los pisos superiores de una de las tantas torres de cristal que se construyeron en esa ciudad de los Estados Unidos de la mano del precio del crudo. Hay que estar en esos lugares para olfatear el poder y el dinero. Allí se percibían ambas cosas.
Un ejecutivo con años en la industria hablaba con este cronista. El hombre de manos en los bolsillos estaba parado de frente al vidrio de piso a techo que hacía las veces de pared de aquel piso 43. De pronto, largó un desafío. "Le propongo algo -dijo-. Busque cualquier objeto del mundo. Va a comprobar que seguramente entre sus componentes hay alguno que es un derivado del petróleo. Y si lo encuentra y no tiene, quédese tranquilo que igual estará presente. En el proceso de fabricación o distribución, el petróleo aparece", dijo.
La anécdota sirve para representar el significado del petróleo y sus derivados en la vida moderna. Y claro está, el peso que tiene en cada rincón del planeta las fluctuaciones del precio. Por estos días, centenares de litros de tinta -un derivado del crudo- se usan para intentar explicar a qué se debe la caída del precio del petróleo. En un año, el precio del barril pasó desde fluctuar en torno a los US$ 100 a una línea más cercana a los 65 dólares. En pocos meses, 40% de caída. Nadie sabe si este reacomodamiento es estructural o coyuntural; todos saben que las consecuencias de un cambio de precios tan drástico tendrá efectos en todo el planeta. Difícil encontrar un lugar para poner a la Argentina en el mapa de las consecuencias. Anotada entre las esperanzas futuras del oro negro, convive con un presente de dependencia de la importación de energía. Si bien compraría más barato, y con eso llevaría algún motivo de calma a sus cuentas públicas, podría perjudicarse con la cautela inversora a la hora de explotar recursos que producirán materia prima a menos valor. Los surtidores argentinos están anestesiados. La particularidad de la política argentina trajo como consecuencia que los consumidores no sufran los fuertes aumentos que tuvo el crudo hace pocos años, pero que tampoco vean los beneficios de una caída tan pronunciada como sorprendente. Lo primero que hay que tratar de esbozar si esta cotización es una oferta de temporada o si por el contrario, es un nuevo nivel en el que se moverá la commoditie. Sólo como referencia bien vale la pena recordar que en 2008, exactamente el 3 de julio, el petróleo alcanzó su máximo histórico. El West Texas Intermediate (WTI), petróleo que se toma como referencia en la Argentina, cerró aquella jornada a 145,29 dólares el barril; el viernes, terminó la rueda en 65,89 dólares. "Por aquellos días hubo un informe de Goldman Sachs que veía probable en los próximos cinco años un barril a 200 dólares. ¿Qué cambió? -se preguntaba Carlos Ormachea, CEO de Tecpetrol, el martes en el ciclo Management 2020 en la nacion-. El uso de la tecnología." Jorge Lapeña, ex secretario de Energía, dice que hay elementos que hacen pensar que la caída podría no ser momentánea. El aumento de la producción de crudo y gas permanente en Estados Unidos proveniente de las explotaciones no convencionales aumenta la oferta y esto ya impacta de forma estructural en la caída del precio del gas natural por lo menos en el mercado norteamericano. Nada lejos de ese pronóstico, Luis Palma Cané, economista especialista en mercados internacionales, no cree que la caída se deba a una pequeña desaceleración de China sino al aumento de la oferta, que según sus números, se incrementó 1,5 millones de barriles diarios. "¿Por qué se produce este exceso?", se le preguntó. "Simple -contestó-. Mayor producción en Estados Unidos, generada a partir del petróleo no convencional, tecnología que permitió aumentar su producción diaria de 7,85 millones de barriles diarios en 2011 a los actuales 10 millones". Fue Cristian Folgar, ex secretario de Combustibles de la Subsecretaría de Energía, el que aportó un dato monetario a la discusión. Dice que la baja de la caída del crudo no es un fenómeno aislado y que tiene fuerte relación con la expectativa de apreciación del dólar. "Mientras la política monetaria de la Reserva Federal fue muy laxa o expansiva subía el precio de los bienes agrícolas y el petróleo (entre otros). Ahora se da el efecto contrario. La Fed cambió la política y si bien no esta haciendo una política contractiva, al menos dejó de ser tan expansiva, lo que en términos relativos es mas o menos lo mismo", dijo. Hay más factores que pueden ayudar a explicar el fenómeno del barril a US$ 65 dólares. Por un lado una cuestión financiera. "Los fondos financieros especulativos se han retirado del mercado de futuros", dice Palma Cané. Por el otro, un factor tecnológico: la técnica aplicada por parte de los países importadores en el uso del petróleo implica que cada vez se requieren menores unidades de petróleo por unidad de producto. En 2014, la demanda mundial de crudo, apunta Lapeña, crece a ritmo de 1,17% anual y se ubica en torno a los 91 millones de barriles por día. La producción de Estados Unidos aumenta más que la demanda mundial. "Norteamérica se hace cada vez menos dependiente del mundo en materia petrolera, disminuye las importaciones y aumenta los sobrantes mundiales de crudo", resume el ex secretario. Pero claro, no sólo Estados Unidos es actor en este mercado de privilegiados. La Organización de Países Productores de Petróleo (OPEP) mira con cuidado que es lo que sucede al Norte. "El Cartel de la OPEP está en el dilema de cerrar grifos y mantener precios o seguir con los grifos abiertos y provocar una caída de los precios internacionales", relata Lapeña. Pues la solución por la que ha optado es esta última: la producción sigue alta, los precios caen. La finalidad de esta estrategia es muy clara. "Bajar los precios con el objetivo de poner una barrera a los nuevos proyectos de explotación no convencional que, frente a nuevos valores de referencia, dejarían de ser económicamente explotables y rentables", explica Palma Cané. Sebastián Scheimberg, economista especialista en energía de la Fundación Pensar, es prudente: "Hay que esperar un poco aún para ver si la baja de precio es transitoria o duradera". Dice que la Agencia Americana de Energía prevé que los precios promedio para el año próximo estarán 20% inferiores a los de este año. Nicolás Gadano, un economista que escribió el valioso libro Historia del petróleo en la Argentina, considera que en el corto plazo las proyecciones detectan un exceso de oferta. Pero aporta un dato a mediano plazo. "En unos cinco o seis años, lo que se percibe es todo lo contrario: un exceso de demanda." Luego explica la razón: no se ve que la inversión de los últimos años acompañe la demanda: "Y esto se podría exacerbar con la actual cotización. Ya se ha demostrado que es un mercado volátil y esa volatibilidad seguirá". Ahora bien, semejante panorama, ¿qué implicancias tendrá para la delicada ecuación energética argentina? Una cuenta rápida, repasa Scheimberg, dice que si el déficit energético este año termina en algo menos de 6000 millones de dólares, el año que viene, con niveles de actividad estancados, habría un déficit aún significativo. "No creo, pero en el extremo podría ser de 5000 millones, con lo que esto no resuelve el problema externo", sostiene. Folgar considera que no habría que ver solo el efecto sobre el balance externo de energía sino sobre toda la balanza. "Por la recesión y por la caída de precios van a bajar las importaciones de energía, también -por precio- las exportaciones de energía. El saldo comercial energético será "menos negativo" a estos precios", dice. El ex funcionario dice temerle más a la caída en los precios de los bienes agrícolas: "El impacto es mucho mayor. El complejo sojero exporta más de 25.000 millones de dólares. El petróleo debería caer mucho para compensar la caída en estos productos". Está claro que la importación de petróleo, combustibles en realidad, traerá un beneficio para las finanzas de esta Argentina dependiente de la importación del energía. Pero también hay acuerdo que no será la solución de ninguno de los males. Aspirinas fiscales para una enfermedad que corroe. Ahora bien, el impacto en la Argentina no se limitará solamente a los alivios a la billetera. El petróleo barato pondrá algunos puntos suspensivos en la inversión petrolera. La necesidad de atraer capitales para desarrollar los yacimientos no convencionales de la Argentina, como Vaca Muerta, podría sufrir.
"Si baja el crudo, todas las petroleras tendrán menos caja y, por ende, menos flujo para invertir en cualquier lado. Así, las grandes petroleras van a tener menor poder de fuego", dice Folgar. Luis Palma Cané coincide: "A mediano plazo, se demorarán las eventuales inversiones de Vaca Muerta debido a la incertidumbre sobre la futura rentabilidad de esa explotación". CAERÍA EL PRECIO DE CORTE Sin embargo, las cuentas no son lineales. No sería correcto estimar que como el precio del petróleo baja, los yacimientos dejarán de ser explotables comercialmente. Los precios de los servicios y de los productos que sirven a la industria también caerán. En ese punto empieza a tallar la discusión respecto de cuál es el "precio de corte" a partir del cual no son rentables ciertos proyectos. "Los servicios petroleros no están muy vinculados a los costos porque el nivel de competencia no es muy alto -dice Folgar-. Manda más la predisposición a pagar del cliente que los costos propios de la actividad." Según esta lógica de mercado, cuando el precio del crudo sube, los servicios críticos que compran las petroleras, también. Empresas como Schlumberger, Halliburton, San Antonio, Pride, Baker & Hughes, todas empresas de servicios, comparten la renta petrolera con las empresas petroleras. "El piso de corte de los proyectos va a bajar", resume Folgar.
Pero habrá más oportunidades, por ejemplo con el gas. Estados Unidos y su súper producción de gas hicieron que el precio de este combustible en América del Norte caiga. Si la Argentina establece un precio atractivo para el mercado interno del gas puede compensar la caída en el precio del crudo. Aquí empieza a tallar la importación de gas de Bolivia que actualmente está en 10,17 dólares por millón de BTU. Como este valor tiene un componente en su fórmula que depende directamente del precio del crudo (el fueloil, por ejemplo), el precio de la importación caerá. Hay quienes arriesgan que se podría colocar cerca de los ocho dólares. Este precio está lejos de poner en riesgo las inversiones en Vaca Muerta en materia de gas. Las cuentas que han sacado los petroleros son claras: con 7,5 dólares por millón de BTU cualquier proyecto se sostiene en el subsuelo neuquino.El gas natural licuado (GNL) que la Argentina necesita como agua, es otra cosa. La dupla YPF/Enarsa no se caracteriza por ser muy eficiente. Se compra mal y con problemas de acceso a las divisas. "Siempre se paga más de lo que se debería", dice Folgar.Y finalmente está YPF y sus balances. Pero eso merece un recuadro por dos razones: por el tamaño y por los privilegios que tiene. TOMADO DE LA NACION DE AR 

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