Alerta pesticidas: cuáles son los que llegan a nuestra mesa
Muchos de los alimentos que comemos todos los días tienen
residuos químicos ¿Qué daños provocan, por qué debería limitarse su uso y cuál
es la solución solución sustentable?
Por Roberto Romero |
en la mesa de
muchos argentinos hay un “condimento” invisible. No lo sentimos y no lo
elegimos, pero está ahí, enel plato nuestro de cada día. Este ingrediente viene
incluido en los propios alimentos, en una dosis desconocida y se llama
pesticida. Pero si ya sabemos que abusar de la sal es peligroso para la salud,
entonces ¿qué diríamos de “excedernos” con estas sustancias? Ocurre que estos
productos químicos, creados para repeler a las plagas que afectan a los
cultivos, no siempre se diluyen en las zonas rurales donde fueron utilizados, sino
que pueden llegar hasta nuestros hogares en forma de residuos impregnados en
las verduras, frutas y carnes, con consecuencias que los estudios científicos
aún no terminan de mensurar. En otras palabras, las mismas sustancias que
ayudaron a combatir a las pestes para quepodamos disfrutar de una ensalada de
muchos colores o escuchar el “crac” al morder una manzana, también podrían
estar afectando a nuestro organismo más allá de lo tolerable.
La ONU considera que un alimento contaminado por plaguicidas
no puede considerarse una alimentación adecuada.
En los últimos tiempos, el uso extendido e intensivo de
estos agroquímicos hizo sonar alarmas en la comunidad médica por los daños
registrados en campesinos y poblaciones cercanas a las áreas de siembra, con el
polémicoglifosato –pieza clave en la explotación sojera– como caso testigo. De
la noche a la mañana, salieron a la luz testimonios de pueblos rurales
golpeados por la fumigación sin control, con un registro por sobre la media de
enfermedades atribuidas a esa exposición, incluidos distintos tipos de cáncer.
Sin embargo, no hay tanta conciencia sobre cómo estos pesticidas persisten en
los alimentos una vez puestos en las góndolas.
A principios de año, la Relatoría Especial de la ONU sobre
el derecho a la alimentación detalló los peligros a los que se enfrentan los
consumidores por los pesticidas. Señaló que “suelen encontrarse residuos de
plaguicidas en fuentes de alimentos tanto animales como vegetales, lo cual
plantea un riesgo de exposición considerable”. Y como a menudo se trata de un
“cóctel” de diversas sustancias, esto incrementa el rango de toxicidad. El
informe aclaró que la mayor presencia de químicos se halla en las leguminosas,
verduras de hoja verde y en diversas frutas, como manzanas, uvas y fresas.
Además, relativizó el éxito de las medidas de higiene hogareña: aunque lavar y
cocinar los productos baje el nivel de residuos, a veces la preparación de los
alimentos puede elevarlos. Por otra parte, hoy muchos plaguicidas son “sistémicos”,
es decir, se absorben por las raíces y se distribuyen a toda la planta, lo que
hace inútil el lavado.
Ante ese cuadro alarmante, la ONU reconoció que si bien la
ciencia confirmó las consecuencias nocivas de los plaguicidas, es difícil
establecer un vínculo “definitivo” entre la exposición y la aparición de
enfermedades y trastornos en personas o daños al ecosistema.
De sesenta muestras
tomadas del Mercado Central –cítricos, morrón, hojas verdes, zanahoria, cebolla
de verdeo, zapallito, remolacha, berenjena, papa, cebolla y pera–, el 76,6 por
ciento poseía al menos un químico entre insecticidas, fungicidas y herbicidas.
EL PLATO ARGENTINO
Uno de los estudios más recientes en el país, “Plaguicidas.
Los condimentos no declarados”, fue difundido en septiembre de 2015 por la
Universidad Nacional de La Plata (UNLP). Los datos son contundentes: de cada
diez verduras y frutas que se consumen, ocho mostraron rastros de agrotóxicos.
De sesenta muestras tomadas del Mercado Central –cítricos,
morrón, hojas verdes, zanahoria, cebolla de verdeo, zapallito, remolacha,
berenjena, papa, cebolla y pera–, el 76,6 por ciento poseía al menos uno de los
tipos de químicos analizados (insecticidas, fungicidas y herbicidas), en tanto
que en el 27,7 por ciento se detectaron tres o más compuestos. Paradójicamente,
el más repetido fue un insecticida prohibido desde 2013, el endosulfán. Los
resultados de los más contaminados fueron: primero zanahorias, naranjas y
mandarinas con 83 por ciento de residuos; segundos, con 78 por ciento,
morrones; y tercero, con 70 por ciento, lechugas y acelga.
CAMBIO DE PARADIGMA
El derecho a unabuena alimentación es un concepto tan claro
en la legislación internacional como lejano en la práctica. Y uno de sus
obstáculos son los agrotóxicos y su uso irresponsable.
Como sintetiza la ONU, “un alimento contaminado por
plaguicidas no puede considerarse una alimentación adecuada”. Por eso, a la
saludable exigencia de una mayor responsabilidad por parte de los empresarios y
de un más estricto control gubernamental, se debe sumar la toma de conciencia
de la sociedad y la búsqueda de vías alternativas a la agricultura industrial y
los pesticidas. Una de las opciones es la agroecología y su paradigma de
cultivos orgánicos, libres de químicos.
Es un camino arduo y supone enfrentar a un negocio varias
veces millonario, pero el objetivo lo vale: comenzar a quitar los pesticidas de
nuestra mesa.
AGROECOLOGÍA: UNA ALTERNATIVA
En un mundo acostumbrado a ser fumigado pero también
alarmado por sus efectos, la agricultura orgánica viene ganado adeptos, bajo la
consigna de cultivar sin plaguicidas. En general, sus detractores la creen
incapaz de lograr un rendimiento suficiente para satisfacer a la demanda
global. En cambio, los agricultores orgánicos responden que el problema del
mundo no es que falten alimentos, sino que son los sistemas no equitativos de
producción y distribución los que provocan la carestía y el hambre. Por eso,
proponen reemplazar a los químicos por productos biológicos, gracias al estudio
integrado de la ecología de los sistemas alimentarios, incluidas las
dimensiones económicas y sociales. En concreto, la protección de lo sembrado no
estaría ya en los agroquímicos sino en un sistema que aumenta la diversidad
biológica (rotación de cultivos) y fomenta la presencia de los enemigos
naturales de las plagas. Además de generar un modelo sostenible, aseguran que
esto supone un beneficio para los pequeños agricultores, que ya no dependerían
de costosos insumos químicos..
Tomado de SUSANA EN FACEBOOK de la nación de ar
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