Vivero Municipal: la fábrica de árboles cumple 100 años
En el predio de Parque Avellaneda, se cultivan unos 185.000
ejemplares al año; gran parte se coloca en el espacio público y en distintas
áreas de gobierno
Mauricio Giambartolomei
Dos hombres trasplantan las flores de estación de macetas
pequeñas a otras más grandes. Foto: LA NACION / Silvana Colombo
Los ejemplares de catalpa, jacarandá, sesbania, tipa y
fresno que se encuentran en una de las vidrieras de siembra no tienen más de
diez centímetros. Son miniaturas de los árboles que cuando tengan al menos un
metro y medio de altura se trasplantarán a algún espacio público porteño. Pero
por el momento se encuentran allí, en el Vivero Municipal, con cuidados
minuciosos y una dedicación artesanal, junto a otras especies de coníferas,
arbustos, palmeras y flores de interior.
El predio de seis hectáreas situado en Parque Avellaneda es
una de las "fábricas" de plantas y árboles de la ciudad. Las 200
especies que se cultivan pasan ahí sus primeros meses antes de llegar a plazas,
parques y distintos organismos del gobierno. Cada uno de los ejemplares es
parte de la historia del vivero que el próximo 28 de septiembre festejará los
100 años de su fundación.
La producción anual se cuenta de a miles. Todos los años se
generan 25.000 ejemplares forestales, 10.000 plantas de interior y 150.000
flores de estación para dos períodos: primavera/verano y otoño/invierno.
Desde 1917, el vivero funciona en las tierras que
pertenecían a la Hermandad de la Santa Caridad hasta 1828, cuando Domingo
Olivera las compró para explotarlas con fines agrícolas. En marzo de 1912, la
municipalidad de Buenos Aires las adquirió para convertirlas en el parque
Nicolás Avellaneda, uno de los espacios verdes más importantes de la ciudad por
su extensión, forestación y patrimonio histórico y cultural.
Las 30 hectáreas del parque están delimitadas por la avenida
Directorio y las calles Lacarra, Monte y Florentino Ameghino. Allí se encuentra
la casona de la familia Olivera, que formaba parte de lo que era el casco
principal de una estancia, hoy convertida en un centro cultural del barrio
Parque Avellaneda.
"El vivero tiene diez áreas: semillero, rosaleda,
cultivos de plantas interiores, coníferas, palmeras, arbustos, forestales,
fitodecoración, floricultura y coordinación general y administración",
explica Roberto Olivera, el coordinador general.
El camino de todos los ejemplares se inicia en el semillero,
y desde ahí van directamente a los invernaderos o las dos vidrieras de siembra
destinadas a especies forestales. Cada una puede albergar hasta 12.000 unidades
que a los tres meses de ser cultivadas se trasplantan a macetas más grandes y
se trasladan a vidrieras de acopio. En esos espacios permanecerán entre seis
meses y un año, para luego pasar al espacio público.
Según datos oficiales, en la ciudad hay 1825 hectáreas de
superficie verde entre plazas, parques, canteros, reservas y plazoletas, donde
hay 51.503 árboles, palmeras y arbustos. Se suman a los 372.000 que se
encuentran en las veredas, de acuerdos con los últimos datos oficiales, de
2011, uno cada ocho habitantes, la relación mínima recomendada por la Organización
Mundial de la Salud (OMS). En junio pasado se inició un nuevo censo de arbolado
para conocer la cantidad, la diversidad y el estado fitosanitario. Se espera
que los resultados estén listos en noviembre.
El de Parque Avellaneda es el principal vivero de la ciudad,
pero también hay otros en el partido de Ituzaingó y en la Reserva Ecológica de
Costanera Sur, donde se producen árboles y plantas para el espacio público.
Los primeros rayos de sol de la primavera crean un clima
cálido que se siente aún más dentro de uno de los invernaderos de Parque
Avellaneda, en el área de plantas interiores, donde crecen cientos de
spathiphyllum y scindapsus, más conocidas como calita o potus. La temperatura
es más elevada dentro de esa carpa de nylon, que también aporta una humedad
deseada por los agrónomos que cuidan de las plantas.
"Creamos condiciones climáticas similares al hábitat
natural, porque en realidad las plantas para interiores no existen. Son plantas
que provienen de un clima tropical, de Misiones o Brasil", cuenta Rubén
Rodríguez, el encargado del área, que trabaja en el vivero desde hace 32 años.
Reserva para recambio
Varios chicos de guardapolvo que están haciendo una visita
guiada al vivero caminan por esa zona de producción donde se generan unas
10.000 plantas por año. "[Lo producido] va a instituciones del gobierno
como los centros de gestión y participación, hospitales, comisarías y
ministerios. De acá salen las plantas que uno ve cuando está esperando un
turno", explica Rodríguez.
El 80% de estos cultivos quedan en el invernadero como
reserva para recambio. Los pedidos de las diferentes áreas de gobierno son a
diario y la cantidad de ejemplares está sujeta al destino.
Petuñas, copetes, corales, helechos de arroz y otras
herbáceas cultivadas hace dos meses son las más demandadas en esta época. Los
invernaderos donde se cultivan son como arcoíris, surcados por franjas de
colores que se mezclan a lo largo del espacio. "Tenemos entre 30.000 y
40.000 ejemplares listos para trasplantar, pero la producción anual es de
150.000 plantas", resume Carlos Sampayo, el responsable del área de
floricultura.
Además de las plantas y flores pequeñas que florecen en el
Vivero Municipal -que depende de la Secretaría de Atención y Gestión Ciudadana
porteña- y se trasplantan a la vía pública, otros ejemplares de mayor tamaño
siguen el mismo camino.
Los festejos serán durante toda la semana. Empezarán mañana
con la visita de funcionarios y se espera que Horacio Rodríguez Larreta realice
una recorrida. Tomado de la nación de ar
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