EBATE. Alternativas
para enfrentar el problema de la deuda
La trampa de la refinanciación con el FMI
La reestructuración de la deuda con el Fondo es muy probable
pero puede ser un obstáculo para adoptar una estrategia propia de crecimiento y
desarrollo con criterio de justicia social.
Por Esteban Guida
El ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, endeudador serial
y responsable del acuerdo con el FMI. ( PIEDRA LIBRE DETRÁS DE LA CORTINA )
El endeudamiento público argentino inauguró un nuevo
capítulo con la asunción de Mauricio Macri a la presidencia de la Nación. Según
reflejan los datos oficiales, desde diciembre de 2015 los pasivos brutos
emitidos por el Estado Nacional crecieron 40 por ciento y la deuda en manos de residentes extranjeros
aumentó 170. Con la devaluación en el último año, el total de la deuda pública
ahora equivale aproximadamente al PIB de un año, mientras que la deuda pública
externa triplica el valor de las exportaciones anuales.
Una característica de este fenomenal incremento de la deuda
pública es que, lejos de apalancar al desarrollo nacional o subsanar
deficiencias estructurales de la economía argentina, sirvió para financiar una
fuga de capitales que caracterizó todo el período macrista. En este sentido,
esta nueva etapa de endeudamiento público, presenta notables semejanzas con el
proceso iniciado a fines de la década del ’70, que llevó a la Argentina al
default y a una crisis económica, política y social sin precedentes en su
historia.
Los números indican esta situación con mucha claridad. Entre
diciembre de 2015 y junio de 2019, la deuda pública externa pasó de 63.600
millones de dólares a 171.900 millones de dólares. El incremento registrado
está muy cerca de los 107.994 millones de dólares que se fugaron en concepto de
Formación de Activos Externos del Sector Privado no Financiero, Turismo y Giro
de utilidades, entre enero de 2016 y mayor de 2019.
Los números son tan contundentes que desde el amplio
espectro de economistas y analistas se reconoce que cualquiera sea el candidato
que vaya a ocupar el Poder Ejecutivo nacional en diciembre de este año, deberá
hacer frente a una pesada herencia (de verdad) pero con un menor margen de
decisión respecto a su antecesor.
Desde el punto de vista financiero, la acumulación de
pasivos en el corto plazo excede ampliamente las posibilidades reales de pago.
A junio de 2019, el total de los servicios de la deuda pública para los cuatro
años siguientes ascendía a 190.000 millones de dólares (49.055 millones en
2020, 46.769 millones en 2021, 52.223 millones en 2022, y 41.899 millones en
2023).
En base al rigor de estos números, hasta los propios
funcionarios del FMI hablan de la posibilidad de encarar un proceso de
refinanciación del crédito Stand By . Entre las líneas que podría ofrecer el
organismo, se encuentra el Servicios de Crédito Ampliado (SAF) o Programa de
Facilidades Extendidas (EFF), que implica un periodo de reembolso más
extendido, comenzando a los cuatro años y medio de la firma, en doce cuotas
semestrales iguales. En este caso, los vencimientos de capital comenzarían a
pagarse en enero de 2023 y culminarían en diciembre de 2028.
Si bien la refinanciación (SAF) reduce el requerimiento de
fondos en los próximos años, el perfil de vencimientos continúa siendo
inviable, sea por su volumen como por las posibles fuentes para su financiamiento
(ya sin nuevos desembolsos del FMI y con la oferta de crédito privado
virtualmente cerrada).
El promedio de divisas necesarias para atender los servicios
de la deuda rondaría los 30.000 millones de dólares anuales, hecho que no
resolvería el problema de estrangulamiento externo del país, mucho menos si se
consideran las divisa que la economía necesitaría en caso de retomar un ciclo
de crecimiento (por las importaciones que ello implicaría).
El FIT-U arañó el 3 por ciento de los votos | El resultado
de las fuerzas de izquierda en las PASO
Pero el problema no sólo persiste en su faz financiera. Es
de esperar que el Fondo mantenga sus exigencias políticas para refinanciar el
actual Stand By en un SAF, lo cual significa profundizar el modelo económico
vigente y mantener a la Argentina en su actual posición en la división
internacional del trabajo. Esta es la faz económica del problema, ya que
siguiendo estas recetas, la Argentina acumuló entre enero de 2016 y marzo de
2019 un déficit comercial de 28.400 millones de dólares, que se vio
temporalmente morigerado gracias a la profunda recesión a la que fue empujada
la economía por el acuerdo con el FMI.
Por todo ello, es importante resaltar que una refinanciación
tradicional bajo las pautas del FMI se presenta como una alternativa lógica e
inmediata para reprogramar la deuda con el principal acreedor del país, pero
puede resultar (nuevamente) un obstáculo para adoptar una estrategia propia de
crecimiento y desarrollo sostenible que, aun con sacrificio y esfuerzo, se
desarrolle en base a un criterio de justicia social.
Cualquier propuesta de solución al problema de la deuda
pública no sólo debe orientarse a la refinanciación de los pasivos externos del
país, sino que requiere fundamentalmente la implementación de una filosofía
económica alternativa y de un modelo económico distinto, que posibilite la
reactivación del mercado interno y permita lograr una nueva relación comercial
con el resto del mundo favorable al desarrollo nacional. Tomado de pagina 12 de
ar
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