Con 75 años. Sobrevive en el lago que se secó para darle agua a Comodoro Rivadavia
El lago Colhué Huapí llegó a tener 810 km2 y fue el quinto
más grande del país
COLHUÉ HUAPÍ (Chubut).- “Es muy triste, donde antes había
agua, hoy existe un desierto”, dice Luis Kruger (75 años) dentro de su casa,
tapada y devorada por el polvo en la que fuera una de las orillas más fértiles
del lago Colhué Huapí, que llegó a tener 810 km2 y fue el quinto más grande del
país. “Lo navegábamos y podías nadar”, recuerda. “Pescábamos percas, era una
vida muy linda en familia”, afirma. Unos meses antes de la pandemia, cayó
enfermo y debió irse a Sarmiento (a 100 km), en el centro sur de Chubut “El
polvo y el salitre del lecho desértico entraron a mis pulmones, me tuve que
ir”, sostiene.
La explotación petrolera, intensa y muy presente en la
región, el mal manejo hídrico, cientos de canales ilegales que desvían el agua
del Río Senguer (desembocaba en el lago) a campos privados, el cambio climático
y la necesidad de abastecer cada vez más la demanda de las sedientas Comodoro
Rivadavia, Rada Tilly y Coleta Olivia, son algunas de las razones de la
desaparición del Colhué Huapí. “El crecimiento de esas ciudades, mataron el
lago”, sentencia Kruger. “Ya nadie quiere venir a vivir al campo”, afirma
Kruger, con problemas para hablar.
“Dos generaciones de trabajo perdidas, la de mi padre, y la
mía”, afirma Kruger, uno de los principales perjudicados por la desaparición
del Colhué Huapé. Sin esperanzas y sin poder respirar, en 2019 debió dejar la
casa que su padre construyó en 1948. Su estancia tiene 15.000 hectáreas y hasta
la década del 90 tuvo 3.000 ovejas. “Era un campo muy productivo”, cuenta. En la
actualidad, en un radio de 50.000 hectáreas sólo quedan cuatro habitantes, y la
presencia fría y metálica de alguna torre de exploración petrolera. “Algunos
dicen que dejaron secar el lago para extraer gas y petróleo”, sugiere Kruger.
“Es muy triste, donde antes había agua, hoy existe un desierto”, dice Luis KrugerTomás Cuesta
“Lleven agua, no hay ni una gota, y el camino es largo”,
indica Guillermo Gettig, vecino de Sarmiento (la localidad más cercana) antes
de iniciar el viaje a la estancia de Kruger, conocida como la Ciudad de los
lagos y referente del colectivo Autoconvocados por la Cuenca del Senguer, un
grupo que desde 2016 concientiza sobre la dramática realidad hídrica. El lago
Musters y el Colhué Huapí (son parte de esta cuenca), están a diez kilómetros
de distancia, uno del otro, y a principios del siglo XX atrajeron a
inmigrantes, principalmente a Boers de Sudáfrica, Kruger es descendiente de
ellos, aprendió el castellano a los 8 años. El agua sobraba en aquel entonces.
Otro planeta
El camino hasta el Colhue Huapi es un viaje a otro planeta.
La estepa se presenta al desnudo. Tierra agrietada, caminos de roca volcánica,
puntiaguda, que destroza neumáticos. La vegetación no sobrepasa el medio metro,
o es casi nula. A lo largo de cien kilómetros hasta el campo de Kruger (el
camino bordea el lago seco) no se ve ni un solo árbol, a veces algún auto viejo
oxidado, una tapera y huesos de animales. La huella pasa tranqueras, en ellas
se ven colgados zorros y gatos monteses, putrefactos. “Si el lobo huele un lobo
muerto, no pasa”, afirma Gettig. Las ovejas, pocas, hay que cuidarlas. “No soy
seres humanos por estas tierras”, sintetiza.
Aquello que fue un lago, se ve desde lejos. El lecho se convirtió en un desierto, con médanos de polvo plomizo, salitroso, es suelo inorgánico. Nada crece. Los días de viento, el polvo se arrastra hasta formar una fumarola espesa que llega hasta el Atlántico, dejando a Comodoro Rivadavia invadida. La NASA registró en marzo del 2020 uno de estas tormentas desde el espacio y las incluyó en un estudio que asegura que en Marte sucede el mismo fenómeno.
“Hasta el invierno que viene no llueve”, advierte Kruger antes
de ver un espectáculo indeseado: su casa tapada por el polvo. “Me hace mal ver
el desierto, teníamos un bote, salíamos con mis hijos”, recuerda. El ancla y un
remo quedaron en un galpón, tapado de tierra y sedimento. Sólo llueve en
invierno, y apenas 60 a 100 mm anuales, después nunca más cae agua del cielo.
Está casado y tiene dos hijos. “Había pajonales y nutrias, cacé 15 para poder
pagar mi torta de casamiento”, señala donde ahora hay sólo piedras y dunas.
Hasta el 2019 aguantó, el lago ya se había secado. “Escuchaba la radio,
mensajes al poblador rural”, el programa que difunde pedidos y mensajes de
puesteros.
Los días de viento, el polvo se arrastra hasta formar una
fumarola espesa que llega hasta el Atlántico, dejando a Comodoro Rivadavia
invadidaTomás Cuesta
Capitán de barco
Como un capitán con su barco resistió en este rincón
inhóspito, rodeado de accidentes geográficos que describen lo agreste del
entorno: Pampa Negra, Pampa Cuadrada, Pampa Pelada. Su mujer e hijos se fueron
a vivir a Sarmiento. El polvo tapó el alambrado y las pocas ovejas que tenía,
se fueron. “Vaya uno a saber dónde están”, dice. En los crueles inviernos
quedaba aislado. “Para escapar de la soledad, me iba al pueblo a caballo”,
afirma. Pero necesitaba doce horas de cabalgata. ¿A quién pedir ayuda si pasaba
algo en el camino?: “No hay nadie, esto es la Patagonia extrema”, afirma.
La desaparición del lago comenzó en la década del 60 cuando
se creó el primer acueducto para llevar agua a Comodoro y Rada Tilly, luego se
anexaría la localidad santacruceña de Caleta Olivia. La población de estas
ciudades creció exponencialmente. El agua nunca llegó a cubrir la inmensa
demanda. La toma está en el lago Musters (342 km2, menor al Colhue Huapí, pero
con mayor profundidad). Para aumentar la cota, se levantó un terraplén en el
falso río Senger, que conectaba este lago con el Colhué Huapí. “Así es como
mataron al lago, dejó de entrar agua”, afirma Gettig.
El éxodo de aquellos que vivían del agua del Colhue Huapi
fue masivo. En 2019 ya no quedaba nada de agua. “Ni un litro”, grafica Kruger.
“Muchos comenzamos a pedir explicaciones”, afirma Gettig. El periodista local
Oscar Jensen dirigió en la década del 90 –cuando la desaparición del lago era
un hecho, aunque aún remediable- el quincenario Nuestro Sur: dedicó varias
tapas a difundir el tema, pero sufrió en carne propia el enfrentamiento con un
tema sensible para el entonces gobierno del ex gobernador Carlos Maestro. “Le
quitaron la pauta y debió cerrar”, afirma Gettig.
Colhué Huapi: el lago que se secó para darle de beber a Comodoro
Rivadavia
“Existe un mal manejo hídrico, ahora nos quieren secar el
Musters”, afirma Gettig. Desde el colectivo ambientalista denuncian falta de
control por parte del IPA (Instituto Provincial del Agua) “Hay canales
clandestinos que desvían agua del río Senguer a productores agropecuarios”,
señala. “Sabemos que la industria petrolera saca agua potable del acueducto”,
agrega.
Cuenca
La cuenca del Senguer tiene una superficie de 28.025 km2 y
recorre desde la montaña hasta la estepa chubutense, 360 kilómetros. Posee
siete lagos, el río Senguer es el emisario natural y nace en el lago Fontana, a
los pies de la Cordillera de los Andes y desemboca en el Lago Musters y el
desaparecido Colhue Huapi. En su recorrido muchas poblaciones toman agua del
río, además de ser la única fuente de este recurso para sostener la producción
ganadera y agropecuaria.
El Colhue Huapí solia ser uno de los Lagos mas grandes
de Argentina y hoy se encuentra totalmente seco debido al mal manejo hídricoTomás
Cuesta
“El Instituto Provincial del Agua lleva a cabo tareas de
educación ambiental y gerenciamiento para el consumo racional del agua”, afirma
el Ing. Nicolás Cittadini, Administrador General de Recursos Hídricos del
organismo. Explica que ambos lagos constituyen un sistema endorreico, ya que
rara vez vuelcan sus aguas al océano Atlántico. Esta tarea lo hacía el río
Chico, hoy absolutamente seco. “Tienen una conducta hidrológica variable”,
afirma Cittadini, para justificar la actualidad hídrica. Las causas, asegura,
son la evaporación de los lagos, los fuertes vientos patagónicos y las altas
temperaturas atmosféricas. La evolución de estos lagos a través de la historia
tiene un hito, según estudios, hace 11.000 años ambos formaron uno solo que
llegó a tener 4200 km2 y que incluía a Sarmiento, con una profundidad de 60
metros.
En la actualidad el Musters y el Cahue Huapí, no superan los
900 km2. Para el IPA el deterioro natural de la cuenca se debe al “consumo para
la producción ganadera y agrícola, la industria y el abastecimiento de agua
para Sarmiento, Comodoro Rivadavia, Rada Tilly y Caleta Olivia”.
Ante las críticas por la situación actual del lago Colhué
Huapí, el funcionario responde que es “normal que esté así” Reconoce que la
cota del lago Musters está muy baja, y que principalmente Comodoro Rivadavia y
Caleta Olivia están muy preocupadas, “pero no habrá problemas” en el futuro. El
IPA espera firmar pronto con el gobierno nacional un convenio para construir
una represa en el lago Fontana, para controlar el cauce del Senguer y optimizar
el recurso.
“Sabemos que hay por lo menos 600 canales clandestinos”,
afirma Kruger. “Uno de mis objetivos es regularizar las tomas ilegales”,
responde Cittadini. “Los políticos nos han dicho que el Colhué Huapí volverá a
tener agua, todos mienten”, afirma, con impotencia Kruger. “En menos de
cincuenta años, hicieron desaparecer un lago, no queremos que pase lo mismo con
el Musters”, concluye Gettig.
Tomado de la nación de ar
No hay comentarios:
Publicar un comentario