domingo, 7 de marzo de 2021

ES NECESARIO EMPODERAR A LOS PAÍSES MÁS POBRES HACIA UNA RECUPERACIÓN RESILIENTE

La televisión permite a los niños en la ciudad de Maputo, Mozambique, seguir aprendiendo, a pesar de las interrupciones causadas por la COVID-19. De hecho, en los países más pobres del mundo, la tecnología ayuda a las personas a enfrentar los impactos en los sistemas educativos. Para la Asociación Internacional de Fomento (AIF) del Banco Mundial, la educación como forma de fomentar el capital humano de un país es una de las prioridades clave, a fin de impulsar una recuperación resiliente. (Fotografía: Claudio Fauvrelle/UNICEF.)

Shukria, de 24 años, cose para salvar vidas en Nakarabad, unos 500 kilómetros al noroeste de Kabul. Produce alrededor de 100 mascarillas al día para los 1700 habitantes de su pueblo natal, cubriendo la escasez de este simple artículo que salva vidas.

Esta joven se suma a un grupo cada vez mayor de mujeres afganas que están produciendo mascarillas para sus comunidades. Se enteró de las consecuencias de la pandemia de COVID-19 a través de una campaña nacional de información realizada por el Programa Carta Compromiso con el Ciudadano de Afganistán (i).

“La campaña nos permitió tomar conciencia de los peligros del coronavirus”, recordó Shukria.

La COVID-19 ha cobr ado un alto precio en Afganistán, un país que ya enfrenta conflictos y elevadas tasas de pobreza. De manera similar, la pandemia está afectando a los 74 países más pobres del mundo, que reciben asistencia de la Asociación Internacional de Fomento (AIF) del Banco Mundial. El Programa Carta Compromiso con el Ciudadano es uno de los numerosos proyectos que la AIF implementa para salvar vidas y proteger los medios de subsistencia frente a la COVID-19.

Ver la infografía completa: Respuesta de la AIF a la COVID‑19: rapidez, escala y selectividad

Salvar vidas: prioridad máxima de la AIF  

A principios de este mes, el Banco Mundial aprobó su primera operación financiada por la AIF relacionada con las vacunas contra la COVID-19 en África. Esta permitirá a Cabo Verde comprar y distribuir vacunas, de conformidad con el mecanismo COVAX para el acceso mundial a las vacunas contra la COVID-19.

“Para Cabo Verde, la preparación para las vacunas es una de las principales prioridades en los próximos meses”, dijo el Dr. Jorge Noel Barreto (i), coordinador de la respuesta a la COVID-19 en este país. “Nos aseguramos de que el país cuente con los sistemas de cadenas de frío y logística adecuados... con el objetivo de vacunar al menos al 60 % de la población”.

Incluso con las vacunas en el horizonte, la COVID-19 presenta un panorama sombrío para los países de la AIF. Se prevé que, para fines de 2021, la pandemia empujará a la pobreza extrema a entre 55 millones y 63 millones de personas. 

"Los países más pobres del mundo son los más vulnerables en esta crisis mundial. La AIF está en una posición única para ayudar a los países a proteger los avances logrados con tanto esfuerzo y evitar secuelas económicas duraderas mientras emprenden una recuperación ecológica, resiliente e inclusiva"

 


Akihiko Nishio

Vicepresidente de Financiamiento para el Desarrollo, Banco Mundial

Cuando los países dan los primeros pasos en un camino incierto hacia la recuperación, la AIF ha organizado una respuesta caracterizada por la rapidez, la escala y la selectividad, movilizando hasta USD 55 000 millones entre abril de 2020 y junio de 2021.

El objetivo de este esfuerzo de respuesta: empoderar a los países para que emprendan una recuperación resiliente e inclusiva. 

Inversiones en sistemas de salud: la clave para la resiliencia 

A través de diversas crisis sanitarias, la AIF ha demostrado ser una fuente constante de asistencia y conocimientos especializados para los países más pobres del mundo. El brote de ébola de 2014–16 en África occidental puso de manifiesto de manera dramática la necesidad de tener sistemas de salud más resilientes y responder más rápidamente ante las emergencias sanitarias. Después del ébola, se implementó el Proyecto de Mejoramiento de los Sistemas Regionales de Vigilancia de Enfermedades (REDISSE, por sus siglas en inglés) (i) para prestar servicios a Guinea y a otros 15 países de África occidental y central, con el apoyo de la AIF. En la actualidad, tanto la asistencia para el ébola (i) como REDISSE han puesto a estos países en una mejor posición cuando enfrentan nuevas crisis sanitarias.

En el vecino Senegal, REDISSE ha infundido también la convicción de estar preparados.

“Pudimos mejorar los sistemas de vigilancia para todo tipo de enfermedades en Senegal”, dijo el Dr. Alpha Sall, director general del Instituto Pasteur en Dakar. “Los equipos suministrados nos permitirán detectar rápidamente [enfermedades] y mejorar nuestra capacidad para movilizar recursos y responder a brotes como el coronavirus”.

"[Con el apoyo del Proyecto REDISSE], “pudimos mejorar los sistemas de vigilancia para todo tipo de enfermedades en Senegal. Los equipos suministrados nos permitirán detectar rápidamente [enfermedades] y mejorar nuestra capacidad para movilizar recursos y responder a brotes como el coronavirus"

Dr. Alpha Sall

Director general, Instituto Pasteur, Dakar

De manera similar, en Camboya, la fuerte vigilancia epidemiológica y la capacidad de los laboratorios nacionales de salud permitieron que el sistema sanitario del país no se viera desbordado por la crisis causada por la COVID-19. Usando como base años de inversiones en el sector de la salud (i), la AIF pudo desembolsar financiamiento rápidamente, y ayudar al Gobierno a adquirir suministros esenciales para responder a la emergencia al inicio de la crisis. A pesar de experimentar casos de COVID-19 relativamente temprano, el país no ha sido muy afectado por la pandemia.

Recuperación equitativa e inclusiva: asegurarse de que nadie quede atrás

En los países vulnerables, frágiles y afectados por conflictos, la pandemia de COVID-19 está ejerciendo presión sobre los sistemas de salud y las economías que ya se encuentran en dificultades. La AIF facilita el apoyo a través de asociaciones en países como Yemen, donde más de media década de conflictos ha dejado huellas. En colaboración con la Organización Mundial de la Salud y UNICEF, el proyecto proporciona a más de 22 millones de yemeníes servicios de salud y nutrición que salvan vidas (i) al aumentar el financiamiento para 72 hospitales y 1970 centros de atención primaria de la salud.

Además, los sistemas de protección social son un importante medio de apoyo para los pobres y vulnerables durante crisis como la pandemia de COVID-19. En Burkina Faso, un país todavía plagado de conflictos, el Gobierno amplió rápidamente su programa de transferencias de efectivo (i) en respuesta a la COVID-19 para llegar a las personas más vulnerables. Aprovechó los sistemas de pago y los registros de beneficiarios existentes, incluido el programa de protección social más grande del país, “Burkin-Naong-Sa Ya”, que significa “fin de la pobreza en Burkina Faso” en el dialecto local mooré. Con el apoyo de la AIF, más de 45 países de África al sur del Sahara han establecido redes de protección social.

La AIF ayuda también a los países a aprovechar la tecnología para ampliar el acceso al aprendizaje en medio de la crisis que afecta a los sistemas educativos en todo el mundo. En Pakistán, el Gobierno aprovecha la crisis como una oportunidad. Con asistencia de la AIF, el proyecto sobre la eficacia de la respuesta ante una pandemia en Pakistán (i) puso en marcha TeleSchool, un canal de televisión dedicado a transmitir contenido educativo para estudiantes de los grados 1.o al 12.o. En países como Pakistán, donde casi 1 de cada 3 niñas nunca ha ido a la escuela, los programas de educación a distancia ofrecen oportunidades que superan los desafíos y permiten el acceso ininterrumpido a los recursos educativos.

“Con el brote de coronavirus, era muy difícil seguir estudiando. Pero la iniciativa TeleSchool del Gobierno realmente nos ha ayudado a sobrellevar la situación”, recordó un estudiante de la escuela primaria Rawalpindi. 

Empleos: activar las economías para proteger los medios de subsistencia

La pandemia de COVID-19 ha provocado un colapso económico en muchas partes del mundo. El PIB per cápita disminuyó 3,5 % en 2020, anulando entre tres y cuatro años de avances en la reducción de la pobreza. Los primeros datos indican que el impacto de la pandemia en el mercado laboral será enorme, duradero y sorprendentemente desigual.

En medio de tales estadísticas, la AIF durante mucho tiempo ha estado en la primera línea ayudando a los países en desarrollo para transformar sus economías, garantizar resultados de aprendizaje, proporcionar capacitación y crear empleos productivos, que a menudo son para muchos el único camino para salir de la pobreza.

Mujeres, como Kamala B. K., de 38 años, de la región de Nepal central, tienen esperanza gracias a los resultados sostenibles de la asistencia proporcionada por la AIF. Es una de las 149 mujeres albañiles móviles, que han sido capacitadas y contratadas en los 14 distritos más afectados por el terremoto de 2015 en el marco del Proyecto de Reconstrucción de Viviendas (i) financiado por la AIF. En un momento en que muchos ingenieros de campo no pueden estar presentes en el terreno debido a las restricciones relacionadas con la COVID-19, los vecinos como Kamala son muy solicitados.

“La capacitación para ser albañil cambió mi vida”, dijo Kamala. “Me dio la oportunidad no solo de adquirir nuevas habilidades y experiencias, sino también de servir a mi comunidad”.

La AIF sigue encontrando maneras creativas de respaldar inversiones para proomover el empleo y la inclusión financiera. En Bangladesh, Camerún, Côte d’Ivoire, Liberia, Nigeria, Rwanda y Uganda, el Servicio de Financiamiento para el Sector Privado de la AIF otorga préstamos para capital de trabajo a las pequeñas y medianas empresas más afectadas por la COVID-19, ayudándolas a seguir abiertas

Inseguridad alimentaria: abordar los graves impactos de la COVID-19

A fines de 2020, 233 millones de personas en los países de la AIF sufrían inseguridad alimentaria, y se prevé que ese número aumentará en 2021 y 2022. A diferencia de las crisis alimentarias anteriores, los principales factores que aumentan la inseguridad alimentaria en el marco de la COVID-19 son las reducciones de los ingresos y de las remesas debido a los confinamientos y la creciente inflación de los precios de los alimentos impulsada por perturbaciones del mercado interno y la depreciación monetaria.

Durante la crisis alimentaria de 2008, la AIF estuvo presente, acelerando la asistencia a través del Programa de Respuesta a la Crisis Mundial de los Alimentos (GFRP, por sus siglas en inglés). Entre 2008 y 2012, el programa benefició a 57,3 millones de personas, apoyando, por ejemplo, programas de protección social e intervenciones agrícolas.

En la actualidad, la respuesta de la AIF en materia de seguridad alimentaria para enfrentar la COVID-19 (PDF, en inglés) —USD 5300 millones en nuevos compromisos— se centra una vez más tanto en el presente como en el largo plazo. Aproximadamente la mitad de estos compromisos financiarán inversiones a largo plazo en resiliencia, de acuerdo con el enfoque reforzado de la AIF en los factores básicos como los conflictos, el clima y las enfermedades zoonóticas. Los proyectos se focalizan en aquellos que están en la mira de la pandemia: las mujeres, los niños, los refugiados, las personas con discapacidad y otras poblaciones vulnerables.

Clima: gestionar los recursos naturales para reconstruir mejor

La pandemia de COVID-19 es un recordatorio de la estrecha relación entre la salud humana y la del planeta. Dado que la frecuencia y el impacto de los brotes de enfermedades zoonóticas como la COVID-19 —enfermedades infecciosas transmitidas de animales a humanos— aumentaron en las últimas dos décadas, la AIF colabora estrechamente con los países para apoyar sus esfuerzos por conservar mejor y gestionar de manera sostenible la biodiversidad.

“Queremos que la Reserva Forestal Mecuburi esté verde de nuevo, que produzca agua y otros servicios ambientales para nuestros medios de subsistencia, como solía ser en la época de nuestros antepasados", dijo Felismino Manhica, un líder local del distrito Mecuburi en Mozambique.

Manhica es uno de los 40 líderes comunitarios que completaron la capacitación para identificar oportunidades de restauración y seleccionar intervenciones factibles, gracias al Proyecto de Gestión de las Zonas de Conservación de la Biodiversidad y Fomento del Desarrollo de Mozambique (i) financiado por la AIF. La restauración de tierras degradadas es una prioridad para Mozambique, un país dotado de más de 32 millones de hectáreas de bosques naturales que albergan 6000 especies de plantas, aves y mamíferos. El apoyo de la AIF protege los hábitats y mejora al mismo tiempo la vida de 20 000 personas, de las cuales casi la mitad son mujeres, en los alrededores de los parques nacionales, proporcionando actividades alternativas de generación de ingresos.

En algunas partes de la región del Sahel —en particular en Burkina Faso, Chad, Malí, Mauritania, Níger y Senegal— el cambio climático agrava el costo humano y económico de la COVID-19. Las estaciones de lluvia se están acortando, mientras que las de sequía se prolongan: en ocasiones llegan a durar hasta nueve meses. La sequía de 2010 fue particularmente difícil. Con temperaturas que aumentan 1,5 veces más rápido que el promedio mundial, estos países enfrentan una mayor escasez de agua, lo que reduce el rendimiento de los cultivos y la productividad del ganado, y afecta la seguridad alimentaria y los precios de los alimentos. Es por eso que la AIF invierte en programas para aumentar el apoyo a los esfuerzos de restauración de tierras degradadas, impulsar la productividad agrícola (i) y mejorar la seguridad hídrica para establecer sistemas alimentarios resilientes a los eventos climáticos y paisajes sostenibles.

Como ilustran las historias de Mozambique y el Sahel, es imperativo tomar medidas ahora para enfrentar los problemas relacionados con el clima. Proteger los ecosistemas naturales y la biodiversidad y abordar los impactos del cambio climático son una parte fundamental del programa, a medida que los países se embarcan en una recuperación verde, inclusiva y resiliente.

La meta final: posicionar a las comunidades en el camino hacia una recuperación resiliente

La pandemia ha provocado la mayor contracción económica mundial en ocho décadas y cambios profundos en la manera de trabajar de las personas y en el funcionamiento de las economías tanto a nivel mundial como local. Para personas como Shukria, el Dr. Barreto, el Dr. Sall, Kamala y Felismino, el apoyo continuo de la AIF para los sistemas de salud resilientes, las redes de protección social, la sostenibilidad, la seguridad alimentaria y la transformación económica se torna evidente cuando intentan resistir los impactos de esta pandemia. En momentos en que los países comienzan a vislumbrar la recuperación y se ven atisbos de esperanza en el horizonte, la AIF sigue siendo un socio firme, convocando a asociados globales para que los países puedan emprender una recuperación resiliente, inclusiva y sostenible en que nadie quede atrás.

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