audacia. A los 14 años y completamente sola dio la vuelta al mundo navegando en su barco
Laura Dekker pasó buena parte de su vida en alta mar. A los 14 emprendió un viaje mundial que duró 519 días en absoluta soledadAP
PARA LA NACION
Desde que nació en un barco en Nueva Zelanda, en 1995,
durante una circunnavegación de siete años de sus padres, la historia de Laura
Dekker estuvo marcada por los barcos y la navegación.
Su padre, constructor de barcos, contribuyó a la precocidad
de esta aventurera, que luego del divorcio de sus progenitores decidió quedarse
a vivir con él, que había comenzado a construir un cúter Norwegian
Fishing de 70 pies por su cuenta, desde cero. Eso la inspiró para
construir su primera pequeña balsa de vela a los 6 años.
Pronto la pequeña Dekker comenzaba a competir a bordo de su
propio Optimist y luego un Mirror con los que
navegaba en los ríos holandeses donde vivían. Poco después había logrado convencer
a un amigo de su padre para que le permitiera arreglar y usar su viejo Hurley 700 y
el verano siguiente navegó en ese barco por Holanda y las islas Wadden junto
a su perro Spot y desde entonces continuó navegando cada día.
Antes de partir tuvo que batallar contra el gobierno holandés; no le permitían viajar por ser menor de edad
EFE
A los 8 años comenzó a hacer varios trabajos como limpieza
de tiendas, actuando en la calle en un monociclo, repartiendo periódicos para
ahorrar y para poder comprar su propio yate, hasta que a los 11 pudo adquirir
un Hurley 700 para dedicar todo su tiempo libre a mantener y navegar este
barco. Así las cosas, a los trece años se embarcó sola a Inglaterra, y esa
experiencia despertó su profundo deseo de ir más lejos y navegar alrededor del
mundo. Después de todo, tenía un barco en condiciones de navegar, algo de
dinero ahorrado y suficientes habilidades para llevar su barco a cualquier
lugar que ella quisiera.
Sn embargo, aún faltaba un nuevo obstáculo a sortear, ya
que debió
enfrentarse primero al estado holandés, que en un principio se opuso,
iniciándose así una batalla judicial de 10 meses que finalmente ganaron sus
padres. Entonces, sí, en agosto de 2010, con 14 años, comenzó la travesía con
las primeras 700 millas de navegación desde Gibraltar hacia las Islas Canarias.
La vuelta al mundo
“Muy bien, así que aquí vamos. Todos los suministros están
almacenados, agua, cajas con alimentos, más cajas con comida y más comida, solo
tengo que soltar las amarras y luego estoy lista para salir. Ya veremos”,
dispara Laura Dekker al inicio del documental Maidentrip, un
film de Jillian Schlesinger inspirado en esta holandesa nacida en Nueva Zelanda
(tiene la doble nacionalidad) consagrada como la persona más joven en completar
una navegación a vela alrededor del mundo a sus 16 años… sola. Allí pueden
verse las propias grabaciones de Dekker de la travesía y los lugares que
recorrió, incluyendo las Canarias, el canal de Panamá, las Galápagos,
Polinesia, Australia y Sudáfrica, en un periplo que la llevó a circunnavegar 27
mil millas náuticas en 519 días.
“Otros que han hecho el viaje mundial para el récord navegan
sin parar alrededor del mudo. Yo no quiero hacer eso, porque creo que es
realmente genial aprender de otros países, otras culturas. Esa es una de las
razones por la que estoy tomando dos años para hacer mi viaje”, relata el
espíritu de su aventura, durante la cual no dudó en hacer escalas para visitar
diferentes países.
Entonces sí, inicia el cruce del océano Atlántico - el
primero de los tres grandes océanos a navegar-, un trayecto de 2200 millas
hasta St. Maarten.
“Todos mis sentimientos estaban desordenados. Disfruto
muchísimo navegar y todo a mi alrededor, pero por otra parte extrañaba a mi
papá. Extrañaba a mi casa. No pude comer nada durante dos días, simplemente no
pude digerirlo, me sentí realmente muy extraña”, relata Dekker los primeros
días de navegación en altamar, donde se filma en algunos tramos acompañada por
delfines, o cuando debe enfrentar dificultades como la falta de viento y las
primeras tormentas.
“Nadie dijo que la navegación era divertida, excepto yo. Es
simplemente hermoso. Siempre soñé con vivir esta forma de vida”, se
entusiasmaba la joven holandesa a medida que avanzaba en su aventura.
Así, tras 17 días de navegación arribó a St. Maarten, donde
permaneció unos días en tierra firme mientras se alistaba para adentrase en el
Mar del Caribe, 1300 millas desde St. Maarten recorriendo las Islas des
Saintes, Dominica, Bonaire y San Blas hasta cruzar el Canal de Panamá, un punto
de inflexión.
“En el Caribe siempre podía dar la vuelta y volver a Europa,
pero al pasar el Canal de Panamá realmente tenía que seguir adelante. Es el
punto en el que dije ‘realmente lo voy a hacer’. A partir de ahí, se acabó de
poner serio”, reflexionaba Dekker antes de emprender la siguiente etapa de 900
millas que separan Panamá de las Islas Galápagos, en Ecuador y aventurarse a
cruzar el océano Pacífico.
“La navegación a través del Pacífico fue la más hermosa que
haya tenido. Mis padres navegaron la misma ruta 20 años atrás, conservo el
cuaderno de bitácora de ellos, así que corría tras su sombra”, sigue Dekker en
una nueva actualización frente a la cámara que lleva a bordo de un Ketch rojo
brillante de 12 metros llamado Guppy.
Y añade: “Me encantó el Pacífico desde el principio, todas
las islas son diferentes, las culturas son diferentes. Es el paraíso. En Europa
el dinero es lo más importante, el criar una familia, comprar un auto,
conseguir una casa, tener hijos y luego morirte. Pero el Pacífico es perfecto.
Me gusta mirar alrededor, hablar con las olas, con el mar y con Guppy. Tengo
una muy buena amistad con mi barco. Es mi todo, y espero tenerlo por mucho
tiempo”.
"Me
encanta estar sola. Siento que la libertad es cuando no estás apegada a nada", dice Dekker
Y así la espuma de los días que se suceden en el mar hasta
alcanzar primero la Polinesia francesa, las islas del Pacífico y otras 2400
millas rumbo a Darwin, en Australia. Por entonces llegarán días tempestivos al
cruzar el Estrecho de Torres, entre arrecifes y bancos de arena, un reto mayor
para marineros y en especial para navegantes solitarios, y posteriormente el
tiempo de reparar velas rasgadas, daños en el timón, el aparejo y más.
“A dos días de cumplir 16 años, creo que he cambiado mucho.
En el comienzo del viaje me gustó mucho llegar a tierra y conocer otras
personas, ver otros países. Ahora realmente comenzó a gustarme más los viajes
largos, sólo porque te dan mucho tiempo para pensar, y simplemente no tienes a
nadie que te moleste. Me encanta estar sola. Siento que la libertad es cuando
no estás apegada a nada”, sigue Dekker a lo largo de su viaje en solitario.
Luego llegaría el tiempo de cruzar el Océano Indico, otras 6
mil millas rumbo a Durban, en Sudáfrica, donde debió enfrentar seguramente las
situaciones más críticas en alta mar, entre tormentas y olas épicas, y
finalmente consigue cruzar los tres grandes océanos.
“Ahora, mirando hacia atrás, quería las tormentas, quería
las calmas, quería sentir la soledad, quería sentir lo que se siente estar en
el mar. Ahora conozco todas esas cosas, ahora sé lo que significaba navegar
alrededor del mundo, y sabía que iba a seguir haciéndolo. Fue el final de un
sueño que tenía al comienzo de mi vida, como una navegante”, reflexionaba
Dekker antes de aventurarse una vez más a el Océano Atlántico en solitario
rumbo a St. Maarten. Si bien su viaje había comenzado oficialmente en Europa, ya
no quería regresar a Holanda, así que decidió seguir rumbo al Caribe, donde
oficialmente terminó de recorrer el mundo ella sola.
“No tenía muchas ganas de llegar, solo quería seguir
navegando. Podía lidiar con todo, con olas enormes, con una gran cantidad de
vientos, con la soledad, pero la gente y los medios de comunicación me
esperaban, así que sólo navegué directo a Trinidad y Tobago. ¡Ya he terminado!
De esta forma, con 16 años, en 2012, Laura Dekker se había
convertido en la persona más joven en navegar alrededor del mundo en solitario.
Navegó 27 mil millas náuticas en 519 días. Y siguió adelante.
La vida después de la travesía
Finalizada la travesía alrededor del mundo que la hizo
famosa, Dekker continuó viaje hasta Nueva Zelanda, donde se estableció, comenzó
a desempeñarse en un centro de estudios y mantuvo puestos de trabajo
esporádicos como electricista náutico.
Unos años después, a los diecinueve años se casó en
Whangarei (Nueva Zelanda) con Danïel Telamany, obtuvo distintos premios y
reconocimientos y participó en programas de televisión de competiciones de
aventuras para el canal Dutch TV.
Durante la vuelta al mundo aprovechó para conocer las
diferentes culturas que visitó. Las islas del Pacífico la cautivaron
Por estos días, Laura se ha convertido en una oradora
motivacional y ha gestionado un programa para recaudar fondos y realizar travesías
con otros jóvenes que buscan la independencia personal desde la fundación Laura
Dekker World Sailing (lauradekkerworldsailingfoundation.com).
“Este viaje que emprendí cuando era adolescente me dio los
pilares que necesitaba en la vida. Mi papá y el océano son los mejores maestros
que he tenido. En el océano aprendí a dejar de luchar contra todo: la vida no
siempre es justa y tampoco las olas y el viento siempre hacen lo que yo quiero.
Así que aprendí a sacarle el máximo partido y a aceptar la situación tal como
es, a ser feliz con lo que tengo en este momento y a respetar y apreciar lo que
me rodea”, afirma Dekker.
Y concluye: “El océano también me enseñó la satisfacción
extrema que se puede obtener al luchar en tiempos difíciles y salir más fuerte
en el otro extremo. Gané más confianza en mí misma. Tuve tiempo para pensar,
sin las distracciones del continente y aprendí mucho sobre mí. Estos son sólo
algunos de los maravillosos regalos que me han dado el océano y las personas
que conocí en el camino”.
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