Hambre
Gandhi decía que “el hambre es un insulto. Humilla, deshumaniza, destruye el cuerpo y el espíritu. Es la situación más asesina que existe”.
La crisis humanitaria en Somalia, donde extremistas islámicos someten a la población en nombre de ideales religiosos-políticos, donde cientos de miles huyen en búsqueda de seguridad y comida, llega a límites aberrantes. La sequía y ahora intensas lluvias siembran muerte en personas famélicas sin defensas. El año pasado impusieron una prohibición a la ayuda humanitaria porque quienes la daban “tenían intenciones ocultas” y ahora levantaron la veda pero llaman al Programa Mundial de Alimentos “agencia de espionaje” y no permiten que entre. Los que puedan ser salvados de todas maneras quedarán marcados, sobre todo los niños, de enormes ojos interrogadores que parecen repetir la frase ¿qué han hecho de, con sus hermanos?
Xavier Caño en un artículo del Centro de colaboraciones solidarias sostiene que solamente la sequía y las bandas armadas no explican la realidad global del hambre. Ni tampoco explican la persistencia de un hambre crónica en el mundo ni el escandaloso incremento del hambre. Ni siquiera en Somalia.
La persistencia y el aumento del hambre en el mundo tienen hoy como eje el persistente aumento del precio de los alimentos. Un aumento que no es casual, ni azaroso, ni aséptico.
Menciona a Jean Ziegler, vicepresidente del Consejo Asesor del Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas, que fue Relator de la ONU contra el hambre, quien asegura que son las estructuras de orden criminal del mundo las responsables de la masacre cotidiana del hambre. Incrementadas o coadyuvadas por otros factores, como puede ser una sequía.
“Estructuras de orden criminal como el hecho de que los países ricos exporten productos agrícolas a precio inferior al de coste gracias a las subvenciones estatales que conceden la Unión Europea y Estados Unidos. De esa forma los países desarrollados hunden la agricultura alimentaria de los países empobrecidos. Como Haití, por ejemplo, que vio desaparecer su sector arrocero por la importación del arroz estadounidense mucho más barato.
“Estructuras de orden criminal como eliminar tierras agrícolas para alimentación y establecer cultivos intensivos para biocombustibles. Oxfam Internacional, la ONG de ayuda al desarrollo mayor del mundo, ha denunciado que promover los biocombustibles a expensas de los alimentos es un escándalo obsceno que contribuye a aumentar el precio de alimentos básicos. Y, por tanto, al hambre.
“La especulación financiera de los alimentos se intensifica cuando, tras el estallido de la crisis en 2008, los grandes fondos de especulación emigran de los mercados financieros a los de materias primas, incluidos los alimentos básicos (arroz, trigo, mijo, maíz, lácteos...). En 2008 los alimentos se convirtieron en refugio seguro para especular para los grandes fondos de cobertura, de pensiones y de riesgo. En julio de ese año ya especulaban en el mercado de alimentos casi 320.000 millones de dólares, cuando el año anterior apenas operaban 13.000 millones. Esa especulación ha conllevado un considerable aumento de precios, pues ese es el negocio especulativo: vender a precio superior. Entre 2005 y 2008, el precio mundial de los alimentos aumentó un 80% y, cuanto más aumenta el precio de los alimentos, más dinero ganan los fondos de especulación y los banqueros. Pero más personas pasan hambre. Y enferman. Y mueren”.
El hambre es un insulto, es una guerra, un asesinato, una afrenta de nosotros mismos seres humanos a otros seres humanos. El afán de lucro, la intolerancia, la exclusión son un cáncer que mina todo el convivir humano.
Tomado de El Universo de Ecuador una columna de Nelsa Curbelo
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