jueves, 4 de agosto de 2011

REPATRIAR CIENTIFICOS

El difícil proceso de repatriar científicos
En los últimos siete años, se repatriaron más de 800 científicos, que se radicaron en programas de investigación y desarrollo tecnológico que involucran a universidades y empresas.
POR  Juan Carlos Carranza.
Para los que alguna vez se fueron de su lugar de origen, por las razones que fueran, no hay peor angustia que la que viene del desarraigo.
 En el caso de muchos de los egresados de las universidades nacionales que emigraron en busca de mejorar su formación académica o sus condiciones laborales, lo hicieron con la secreta esperanza de volver al país algún día.
Pero el dilema siempre fue: ¿adónde? y ¿para qué?
Ese dilema partía de una base cierta: cómo aplicar los conocimientos adquiridos en un país con cero inversiones en proyectos científicos.
Y no es que el contexto haya cambiado del todo, pero desde 2003 ha comenzado un proceso de recuperación de la investigación científica con base en las universidades estatales. Incluso, en aquellas que superaron el escollo ideológico de asociarse con empresas para potenciar el desarrollo tecnológico.
Hace muchos años que en Estados Unidos y Europa son una realidad indiscutible los consorcios que integran universidades y empresas para proyectos específicos; ahora Argentina comienza a caminar en ese sendero.
Claro que cualquier política de estímulo a la repatriación de materias grises necesita una correspondencia local, léase: universidades e institutos de investigación con proyectos estratégicos para el desarrollo del país.
El fenómeno denominado “fuga de cerebros”, consecuencia de años de desinversión en el sistema universitario nacional, si no se detuvo del todo, al menos no avanzó en los últimos años.
 Más de 800. La Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica (Anpcyt) asegura que propició el retorno de más de 800 científicos en los últimos siete años.
 El Programa Raíces (Red de Argentinos Investigadores y Científicos en el Exterior) se puso en marcha en 2003 y depende del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Tecnológica de la Nación.
Las cifras muestran que la mayoría de los científicos que regresaron al país pertenecen a las carreras biomédicas y a las ingenierías.
Precisamente, esta última disciplina es una de las más buscadas en el mundo y, sin embargo, las matrículas universitarias muestran una orfandad absoluta.
Los decanos de las facultades que dictan las distintas especialidades de Ingeniería lamentan que, habiendo tanto incentivo para cursarlas, haya tan pocos alumnos.
Ya se ha dicho bastante sobre el gran “filtro” que significan las matemáticas a la hora de elegir una carrera. No sólo para las ingenierías, sino para todo el espectro de las ciencias duras. En algún momento, las políticas educativas deberán profundizar en serio esta problemática.
Pero este no es un problema exclusivo de Argentina; en Estados Unidos sucede lo mismo y hasta importa ingenieros desde China.
Finalmente, la Ciudad de Buenos Aires y las provincias de Buenos Aires, Santa Fe y Córdoba concentran la mayor parte de los científicos que retornan al país.
Es el otro desafío pendiente: el de “federalizar” el desarrollo científico
Tomado de La Voz del Interior de Córdoba

Nota: después del Gobierno de Ilia (1966), una intentona de Alfonsín (1984-88),  y un gran esfuerzo de Kirsner las demás administraciones no hicieron nada para recuperar la ciencia, que es la única ventaja sobre los demás países que posee Argentina, seguida por Colombia y  admirada y seguida desde los 60 por Brasil quien ha multiplicado esfuerzos desde entonces y hoy se encuentra bien.

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