Un animal en peligro: El demonio de Tasmania
Aunque todos asociemos al demonio de Tasmania con el famoso personaje de los Looney Toones, la situación actual de este marsupial no es nada divertida.
El demonio, o diablo de Tasmania, fue bautizado de esta manera por los colonizadores europeos que arribaron a Australia. Ellos se quejaban de su supuesto mal olor y estaban sorprendidos de su increíble ferocidad. Su nombre científico es Sarcophilus laniarius. La extinción del lobo marsupial en el siglo XX, lo convirtió en el marsupial carnívoro más grande del mundo.
De acuerdo con la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, el demonio de Tasmania es uno de los 49 mamíferos en riesgo de extinción en Australia. Esta especie sólo se encuentra allí. Es conocida por su color negro, su olor (que no se presenta cuando están calmos), su ferocidad y el característico grito que produce cuando está peleando entre pares o simplemente se encuentra nervioso.
Este animal, del tamaño de un perro pequeño, tiene una cabeza grande y un cuello angosto. Nada similar al dibujo animado. Posee un hocico pequeño, piernas fuertes, orejas redondas y una cola mediana. La piel es negra, pero puede presentar marcas blancas en el pecho y en la parte trasera. Sus mandíbulas son muy fuertes, con molares que son utilizados para triturar huesos. El tamaño del cuerpo varía mucho, dependiendo de la dieta, del hábitat del animal y su sexo. Los machos, que pueden llegar a pesar 12 kilos, son casi siempre más grandes que las hembras. Su expectativa de vida es de 10 años.
Podría decirse que su hábitat natural corresponde a toda la isla de Tasmania, ya que los demonios pueden sobrevivir en las zonas costeras, en los bosques o en las montañas. Como es un animal nocturno, puede esconderse en casi cualquier lugar durante el día, para salir a cazar por la noche. Hacen sus nichos en huecos de los árboles y leños, que luego rodean con ramas, hojas y cortezas. También pueden vivir en madrigueras subterráneas. A pesar de no ser territoriales, tienen un terreno de cierto alcance al cual consideran su casa.
Los demonios de Tasmania pueden trepar árboles y correr hasta 16 kilómetros por día. Los más ágiles son capaces de nadar. Son conocidos por producir una gran variedad de sonidos amenazantes, descriptos como una especie de estornudo agudo, que son utilizados como desafío para otros demonios. Sin embargo, la amenaza más grande proveniente de este animal es su dentadura.
La alimentación de estos marsupiales consiste principalmente en carroña, pero puede alimentarse de cualquier cosa disponible como mamíferos, reptiles, anfibios, conejos, peces, serpientes, insectos y hasta vegetales.
Debido a su fama carroñera, fueron considerados como un peligro para el ganado, y cazados en consecuencia, hasta llevarlos al borde de la extinción. Sin embargo, los demonios mantienen la higiene en granjas y montes al limpiar los cadáveres.
Aunque fueron cazados por los dueños del ganado, esta no es la causa principal de su extinción. En 1996 se detectó por primera vez el TFDT (o DFTD, por sus siglas en inglés), también conocido como tumor facial del demonio de Tasmania. El TFDT es un tipo de cáncer, que a diferencia del resto, se contrae por contacto físico y produce malformaciones en la cabeza del animal, especialmente en su hocico, impidiéndoles ingerir alimento y respirar. De los 160.000 ejemplares, un 90% ya está muerto.
Cuando un demonio enfermo entra en contacto con uno sano se puede producir un intercambio de tejidos que pueden contener células tumorales. La semejanza genética provoca que el sistema inmune del anfitrión no identifique estas células invasoras como ajenas, con lo que el cáncer se propaga con rapidez. En cuestión de una década, este cáncer acabó con miles de demonios de Tasmania. Si no se encuentra pronto una solución, la especie se extinguirá para el 2040.
Según una investigación publicada en la revista Cell, la enfermedad surgió por primera vez de las células de un solo diablo de Tasmania. Una hembra, que es llamada por los científicos El Diablo Inmortal, porque a pesar de que murió hace más de 15 años, su ADN sigue vivo en la línea celular de cáncer contagioso que generó.
Afortunadamente, un equipo de investigadores consiguió secuenciar el genoma de este marsupial, lo que según un estudio publicado en la revista PNAS, permitirá mejorar su cría en cautividad, y hasta desarrollar una vacuna.
Mike Stratton, uno de los autores del artículo y director del Instituto Wellcome Trust Sanger, una institución británica sin ánimo de lucro dedicada a la investigación genética, explicó que, “Esta investigación es importante porque nos permite entender el patrón de propagación de la enfermedad, lo que puede ayudar a contener la epidemia. Los cánceres que se transmiten a través de las poblaciones son, evidentemente, muy raros, pero debemos utilizar el ejemplo del demonio de Tasmania para entender el proceso y estar preparados en el caso muy poco probable de que una epidemia semejante ocurra alguna vez en los seres humanos”.
Para lograr conservar a esta problemática especie, el Gobierno de la isla australiana estableció dos poblaciones de demonios libres de la enfermedad fuera de la isla. Uno de los planes más radicales consiste en matar a los animales enfermos y soltar a los sanos, que estaban en cautiverio. Sin embargo, este polémico plan no será puesto en marcha hasta agotar las esperanzas que la ciencia puede brindarnos.
Por: María Sol Olivera DE Ecosite redaccion_sol@eco2site.com
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