LA POLICÍA DECOMISÓ EL MINERAL EN UN DOMICILIO DEL CENTRO DE LA PAZ
Hallazgo de supuesto uranio genera alarma
La Policía decomisó ayer en un operativo dos toneladas de mineral almacenadas en el garaje de un edificio en el centro de La Paz y aprehendió a cuatro personas que trasladaban el material sin medidas de seguridad en un vehículo, en costales de yute y nailon.
Inicialmente las autoridades aseguraron que se trataba de uranio, pero después aclararon que no se tenía la certeza de que sea ese mineral y pidieron esperar el análisis de su composición .
El ministro de Gobierno, Carlos Romero, quien participó del operativo a cargo de un grupo de élite de la Policía, informó anoche que instruyó la realización de estudios científicos al Instituto Boliviano de Tecnología Nuclear y al Servicio Nacional de Geología y Técnico de Minas (Sergeotecmin).
“La posible existencia de uranio o no en esos materiales sólidos todavía merece una investigación y peritaje científico… Vamos a cotejar dos estudios comparados, uno de Sergeotecmin y otro del Instituto Tecnológico Nuclear”, anunció anoche. Estimó que los resultados del análisis se podrían conocer hoy.
Ante la alerta entre los vecinos, Romero descartó riesgos de una posible onda expansiva radioactiva. "Presumimos preliminarmente que existe uranio en esos materiales sólidos", dijo cerca del garaje custodiado por los agentes policiales y fiscales.
Además difundió un informe de laboratorio de 2011, también hallado ayer, donde se establece que la carga contiene 72,3 por ciento de "dióxido de uranio".
Romero subrayó que se harán nuevos exámenes para determinar el volumen de uranio, en medio de pedidos de expertos geofísicos de no causar alarma si no se tiene certeza el contenido.
Romero anticipó que se calcula que el material vale 50 millones de dólares y afirmó que en casi todos los países del mundo se prohíbe el comercio de las sustancias radiactivas porque sirven para armas nucleares.
"En todas las legislaciones del planeta generalmente el manejo del uranio es de monopolio exclusivo estatal", dijo, por su parte, el viceministro de Régimen Interior, Jorge Pérez.
La sorpresa del hallazgo fue mayor porque en Bolivia teóricamente no se explota uranio y la hipótesis inicial de las autoridades es que se trata de carga en tránsito, posiblemente hacia Europa, desde Brasil o Chile donde sí se produce ese material.
El material decomisado fue enviado ayer a oficinas de la Policía, aunque luego será trasladado a laboratorios especializados.
El comandante del grupo que hizo el operativo, Freddy Tórrez, precisó que la intervención fue el resultado de una investigación que duró mes y medio porque tenían información de que ayer podría hacerse una transacción de venta de uranio.
Según la Comibol, es la primera vez que en el país se halla un depósito con supuesto material radiactivo en ese volumen.
Uno de los detenidos es un ingeniero de apellido Espinoza, quien, según Pérez, alegó ser sólo depositario del mineral. Otro detenido dijo que se trataba de tantalio, pero Romero señaló que probablemente esa versión es para "camuflar" la manipulación de carga radiactiva sin cumplir con las normas de seguridad.
El presidente de la Comibol, Héctor Córdoba, dijo a Erbol que el hallazgo es "preocupante" y "sorprendente" porque "el país no explota formalmente este mineral".
El geofísico privado Jorge Tellería se presentó anoche al lugar y expresó sus dudas porque consideró poco probable que un comerciante o minero pueda almacenar uranio en costales y trasladarlo en camionetas, conociendo el peligro que se vive.
Descartan perjuicio
• El ministro de Gobierno, Carlos Romero, dijo que el mineral no provocó riesgos a la salud pública.
ANÁLISIS
Francesco Zaratti
Físico
Una noticia radioactiva
Ayer, cerca de las 17:00, explotó una bomba noticiosa en La Paz: dos toneladas “de uranio” fueron decomisadas en la elegante avenida Arce mientras eran trasportadas por un camión.
El decomiso estuvo acompañado de dos hechos curiosos: las autoridades del Ministerio de Gobierno haciendo declaraciones de la peligrosidad del cargamento, cerca del propio camión, lo que objetivamente restaba credibilidad a sus declaraciones o, alternativamente, mostraba una valiente actitud suicida de esos funcionarios.
El otro aspecto curioso fue el presunto valor económico del decomiso (50 millones de dólares) antes de conocer el contenido del cargamento. No quiero hacer ilaciones en torno a la metodología de cálculo de la Policía, para no terminar delante de un fiscal o un juez de sala penal, pero personalmente hubiese preferido medir primero el grado de radioactividad (si lo hubiera) del cargamento con el fin de tranquilizar a la población y sobre todo a los vecinos del Edificio Illimani que habían dormido, quien sabe cuántas noches, sobre un supuesto colchón radioactivo depositado en su sótano.
En efecto, el solo nombre “uranio” evoca en el imaginario colectivo armas de destrucción masiva, reactores, residuos radioactivos y, sobre todo, muerte segura; lo que explica que la noticia se multiplicara como una reacción en cascada. De inmediato empezaron a circular preguntas en busca de respuestas. La principal: ¿es uranio de Bolivia que iba hacia otro país o uranio de otro país que ingresó a Bolivia?
En el primer caso se mencionaba que Bolivia (oficialmente) no extrae minerales de uranio, menos produce uranio. La pregunta: ¿hacia dónde “irán” esas bolsas de uranio?, tenía lista la respuesta: hacia un amigo reciente de nuestro Gobierno de apellido impronunciable. ¡Sin embargo, era el mismo Gobierno quien anunciaba el hallazgo! Algo no cuadraba.
En la segunda hipótesis, admitido que haya países que dejen salir uranio hacia Bolivia y descartado que nuestro país esté en condiciones de hacer algo con dos toneladas de uranio, se mencionó que el destino era Chile o, según otra fuente, China, que se parece sólo en el nombre a nuestro vecino. Y, ¡claro!, Chile tiene un programa nuclear energético incipiente (aunque se sabe que es en base a otro combustible radioactivo, el plutonio). Pero, ¿qué importan los detalles para los muchos seguidores de la “gran conspiración”?
A medida que pasaban las horas, la noticia empezó a diluirse. En lugar del temido uranio, apareció el modesto aunque caro tantalio, el cual tiene usos mucho más pacíficos y ordinarios, como componente de capacitores (o condensadores). Además, fuimos afortunadamente anoticiados de que los niveles de radioactividad eran “muy bajos” (¿cuán bajos?, ¿tal vez cero?)
A este punto mi sugerencia es que mejor hubiese sido medir primero y hablar después. Así se despejarían todas las dudas sembradas, inclusive aquella de si es más radioactivo el mineral decomisado o el culebrón que apresurada y confusamente contó el Ministerio de Gobierno.
Tomado de Los Tiempos de Bolivia
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