Este proyecto hidrológico a medio hacer del
ajusticiado Ceausescu acoge cada año, con la llegada del calor tras el
invierno, a unas 90 especies de aves poco comunes
Entre bloques comunistas y
rascacielos se despliega en pleno Bucarest el llamado "lago" de
Vacaresti, un pantano abandonado que ha visto crecer entre sus diques un
ecosistema complejo de inmenso valor natural y que nació como un proyecto
hidrológico del dictador Nicolae Caeusescu.
Conocido en Rumanía como
"el Delta de entre los bloques", por sus similitudes con el delta del
río Danubio, este proyecto hidrológico a medio hacer del ajusticiado Ceausescu
acoge cada año, con la llegada del calor tras el invierno, a unas 90 especies
de aves poco comunes, algunas de ellas protegidas.
En sus casi 200 hectáreas de
vegetación diversa y en sus humedales alimentados por aguas subterráneas viven
en un ecosistema estable distintos tipos de peces, patos salvajes, cisnes,
tritones, serpientes de agua, gaviotas o zorros, entre otras especies.
Consciente de su importancia
para una ciudad contaminada y populosa como Bucarest, el Gobierno ha anunciado
ya su intención de declararlo en los próximos meses área natural protegida.
Fervientes partidarios de la idea son las organizaciones de protección del
medio ambiente como WWF y líderes de opinión como el conocido periodista y
activista Liviu Mihaiu. Cristian Lascu, redactor jefe de la revista "National
Geographic" en Rumanía, es uno de los impulsores del proyecto. "Sería
una zona verde y un objetivo turístico especial, un parque natural donde se
podrían ver los animales en su medio natural", explica Lascu a Efe.
El Gobierno espera recibir de
él y otras personas implicadas toda la documentación científica, cartográfica y
jurídica necesaria, con el visto bueno de la Academia Rumana, para declarar la
zona natural protegida, confirmó a Efe el Ministerio de Medio Ambiente. Pero la
superficie de estudio es grande y compleja, y se necesitan especialistas en los
diversos animales y tipos de vegetación para completar el informe.
"No tenemos dinero ni
tiempo, todos tenemos nuestras obligaciones profesionales, porque esto lo
hacemos por devoción, cuando podemos", cuenta el periodista especializado.
Contra los planes del Gobierno y las ONG están los expropietarios de los
terrenos que no han recibido indemnizaciones desde la expropiación abusiva del
régimen comunista. Temen no cobrar nada por unas tierras que fueron suyas, y
así se lo han hecho saber al Ministerio de Medio Ambiente, que ha prometido que
estudiará sus casos y hará justicia. Un día caluroso de septiembre los coches y
los tranvías llenan las calles que rodean el perímetro del pantano.
Miles de bucarestinos entran y
salen de los edificios de viviendas y hacen sus compras en los centros
comerciales a muy pocos metros del "Delta de Bucarest". Al otro lado
de los diques de hormigón, sobre el rumor lejano de los motores y los claxones,
domina el canto y el zumbido de los insectos. Unos pocos curiosos pasean con la
cámara en busca de animales, y algún jubilado pesca en los márgenes de las
lagunas.
"Más que pescar miramos a
los patos", dice a Efe uno de ellos. En el centro del ecosistema vive en
una chabola desde hace 15 años una familia gitana, que suele pescar en las
lagunas y hace vida entre los diques. A Lascu le gustaría emplearles en el
parque natural si su idea acaba concretándose. En 1986, el tirano comunista
Ceausescu comenzó las obras del pantano, que debía formar parte de un sistema
para evitar inundaciones en la capital y recolectar agua. La revolución de 1989
provocó la caída y la muerte de Ceausescu e interrumpió el proyecto, que no fue
retomado por ninguna administración democrática. Ahora, la inacción de los
gobiernos rumanos y la acción de la naturaleza y de personas como Lascu pueden
dar a los cientos de miles de bucarestinos que viven en las barriadas hostiles
de cemento una opción de recreo inédita, barata y accesible con sólo tomar el
tranvía
Tomado de El Nacional de
Venezuela
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