En bazares
del distrito de Guidong, en la provincia central china de Hunan, los aldeanos
utilizan una manera única para fijar el precio de las innumerables aves
silvestres a la venta: la longitud de sus cuellos.
Las aves de cuellos largos, como garzas y
garcetas, se venden a entre 10 (1,6 dólares) y 70 yuanes, mientras que los
águilas y buhos, de cuello corto, tienen un precio de cientos de yuanes, ya que
el sabor de su carne es más preferido.
Guidong se
encuentra en el epicentro de una batalla para acabar con la caza de aves
migratorias, con la formación la semana pasada por parte de Hunan del primer
equipo de voluntarios de protección de este tipo de aves del país.
Se trata de
algo muy necesario, ya que los ornitólogos advierten de una amenaza adicional
que se suma a la caza tradicional y el consumo de aves silvestres en los
lugares más aislados de la provincia: la creciente demanda en los mercados
urbanos chinos ha atraído a un número cada vez mayor de compradores de aves y
cazadores profesionales a la zona.
"Los
residentes locales no están al tanto de la situación de los animales en peligro
de extinción, y desconocen que muchas de las aves de presa que se venden a bajo
precio están en realidad bajo la protección estatal", dice Li Feng, uno de
los voluntarios de Hunan.
Guidong se
encuentra en el camino de una de las ocho rutas migratorias para miles de
millones de aves en el mundo. Cada otoño, un gran número de pájaros sobrevuelan
las montañas de la zona en su éxodo de miles de kilómetros hasta India y el
sudeste asiático.
Pero a
diferencia de las otras dos rutas que pasan por el oeste y el este de China, la
ruta central, que forma un canal estrecho en las provincias de Hunan y Jiangxi,
cuenta con una gran densidad de aves y se ha visto afectada por una
desenfrenada actividad de caza furtiva.
En los
distritos de Guidong, Xinhua y Xinshao, en Hunan, la caza se considera una
tradición por parte de los residentes locales, que creen en las propiedades
beneficiosas para la salud de los pájaros, con una aldea pudiendo cazar más de
150 toneladas de aves silvestres al año.
"Los
cazadores rastrean y matan aves a lo largo de toda la ruta cuando aquellas
parten de Mongolia y vuelan hacia el sur", dice Yang Jinhai, director del
buró de silvicultura del distrito de Xinhua. "Instalan luces de alta
frecuencia en las colinas y las usan para atraer a las aves a sus trampas
durante la noche".
Los
cadáveres se venden en los mercados locales o a otras ciudades chinas,
incluidas las de la provincia meridional de Guangdong, donde los clientes de
los restaurantes pagan generosamente por una carne que ven como raros manjares.
"Comer
aves silvestres es peligroso, ya que puede introducir virus desconocidos en la
sociedad humana", advierte Deng Xuejian, ornitólogo de Hunan.
Otras
amenazas a las bandadas de aves son los residentes ricos de las ciudades
vecinas que disparan a los pájaros por diversión.
"Vienen
en limusinas, con mujeres y cervezas, tomándoselo como un pasatiempo
aristocrático que se ha convertido en una moda problemática", se queja
Yang.
Las
autoridades locales han intensificado los esfuerzos de protección, incluido el
establecimiento de más puntos de control y el aumento de patrullas en la
región, aunque la aplicación sigue siendo difícil ya que la caza furtiva por lo
general ocurre en las montañas remotas durante la noche.
Algunos
grupos no gubernamentales se están uniendo también a la causa, con voluntarios
preparados para poner en marcha campañas de presión contra el consumo de aves
silvestres por parte de residentes urbanos.
Enviado por
red foroba
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