Agricultores,
abran los ojos: no se dediquen apenas a la etapa POBRE del agronegocio
Polan
Lacki
Durante años y décadas los productores rurales han asistido, con
pasividad, fatalismo y hasta resignación, la reiteración de las siguientes
distorsiones que ocurren en las cadenas agroalimentarias:
1) suben los precios de los insumos
agrícolas y, como consecuencia, los costos de producción de sus cultivos
pero los precios que los agricultores reciben en la venta de sus
cosechas no aumentan en la misma proporción; lo mismo ocurre en la producción
ganadera
2) cuando sus cosechas son abundantes bajan los
precios que los agricultores reciben por sus productos, pero tal reducción no
necesariamente determina una rebaja en los precios que los consumidores
finales pagan en los supermercados
3) los precios de los fertilizantes y pesticidas
aumentan supuestamente porque subió el precio del petróleo y el valor del
dólar, pero cuando estos dos últimos vuelven a sus niveles normales, los
precios de dichos insumos agrícolas no disminuyen,
4) bajan los precios que los intermediarios les pagan
por el trigo, por la soja/soya, por la leche y por el ganado porcino vivo,
pero ellos nunca ven que en los supermercados bajen los precios de la harina y
del pan, del aceite y de la margarina, del queso y del yogurt o
del jamón y de las salchichas. Alguien se está apropiando de estas
ganancias y ese alguien nunca
es el productor rural.
Como consecuencia de estas desfavorables relaciones de
intercambio, los agricultores se ven obligados a entregar una creciente cantidad de
sus cosechas para poder adquirir una misma cantidad de insumos y de servicios;
porque el poder de compra de sus "commodities" es cada vez
menor. Aquí reside una muy importante causa del empobrecimiento de los
productores rurales que es necesario corregir y que, afortunadamente, ellos mismos pueden
hacerlo.
Los
agricultores están defendiéndose pero aún les falta hacer... lo más
importante
Para contrarrestar el deterioro de sus ingresos,
provocado por esta expropiación de sus ganancias, los agricultores están
aumentando la escala de producción, incrementando los rendimientos por
unidad de tierra y de animal y reduciendo los costos por
kilogramo producido; es decir, están adoptando medidas adecuadas
que deberían incrementar sus ingresos. Sin embargo, el premio por esta mejora
en la eficiencia, en vez de beneficiar a quienes realmente lo merecen (los
productores rurales), es absorbido por los crecientes eslabones de las cadenas
agroalimentarias. Porque, desde que los insumos salen de las fábricas hasta que
los alimentos llegan a las estanterías de los supermercados, existen cada
vez más y más fabricantes de nuevos insumos, prestadores de nuevos
servicios, intermediarios, procesadores de materias primas agrícolas, consultores
de mercado y agentes de comercialización, empresas de publicidad,
etc. Casi todos estos integrantes de las cadenas agroalimentarias, viven de las riquezas
producidas por los agricultores. Como existen cada vez más
eslabones "chupando" algo de la sangre del productor rural es
evidente que este se vuelve económicamente cada vez más "anémico".
Desafortunadamente, esta creciente
expropiación ya es tan familiar a los agricultores en sus relaciones
de intercambio, que ellos creen que están condenados a convivir con
ella y que no pueden hacer nada para eliminarla. Ni siquiera se dan
cuenta de que es, exactamente, este proceso “expropiatorio” la
principal causa de la falta de rentabilidad y del generalizado
endeudamiento de los productores rurales. Ellos ya han caído en una
especie de conformismo fatalista. Las pocas veces que protestan es
para mendigar, sin éxito, que los comerciantes e industriales les ofrezcan
mejores precios o para reivindicar, también sin éxito, que los
gobiernos suavicen su empobrecimiento concediéndoles créditos subsidiados,
refinanciando y finalmente condonando sus deudas.
¿Y
por qué ocurre todo esto? Entre otras razones, porque los productores
rurales se hacen cargo apenas de la etapa
pobre y más riesgosa del agronegocio (producción) y delegan a
terceros la etapa
rica (procesamiento y comercialización). Es
decir, "regalan" al sector agroindustrial, comercial y de
servicios, la crema del agronegocio. Ellos lo hacen sin darse
cuenta que, antes de la siembra, durante el ciclo productivo y después de
la cosecha, existe una excesiva y creciente cantidad de instituciones
y personas que les proporcionan servicios y productos, algunos necesarios
y otros sencillamente prescindibles o reemplazables. Tampoco se dan cuenta que
algunos de estos servicios y productos que son realmente
necesarios, podrían ser producidos y/o ejecutados por ellos mismos, ya sea
en forma individual o grupal. Sin embargo, los agricultores no lo
hacen porque piensan que no son capaces de asumir como suya la
ejecución de algunas de las actividades de la etapa rica del negocio agrícola. Si lo
hiciesen se apropiarían de un porcentaje más elevado y más justo del
precio final que los consumidores pagan por los alimentos.
Un
eficiente productor de aves, cerdos y leche debe ser, en primerísimo
lugar, un MUY eficiente productor (no comprador) de
forrajes/alimentos para sus animales
El ejemplo más evidente, de esta
excesiva dependencia que los agricultores tienen frente a los
agroindustriales y comerciantes, es el caso de las raciones balanceadas.
En la ganadería lechera, gran parte de dichas raciones podría ser suprimida si
los ganaderos supiesen cómo cultivar pasturas de alto rendimiento, si
supiesen "cosecharlas" racionalmente a través de un correcto
pastoreo rotativo y si supiesen almacenar los excedentes para utilizarlos en
los períodos de escasez. Muchos productores rurales además de dedicarse a
la avicultura, a la porcicultura o a la ganadería de leche producen,
o podrían producir, en sus propias fincas o en tierras arrendadas, casi
todos los ingredientes que coincidentemente las grandes empresas
industriales utilizan en la fabricación de las raciones balanceadas (maíz,
sorgo, soya, alfalfa, leucaena, gliricidia, yuca, camote, granos
de girasol y de algodón, ramio, etc.). Sin embargo, en vez
de producir/fabricar ellos mismos sus propias raciones, venden estas
materias primas al primer intermediario que aparece en sus fincas, quien, a
continuación, las vende a la industria fabricante de raciones. Ésta después de
procesarlas, agregarles los componentes del núcleo vitamínico-mineral y de
empaquetarlas en bonitos envases, las vende a un segundo intermediario que las
transporta de vuelta,
muchas veces al mismo municipio del cual salieron dichas commodities. Desde allí un
tercer intermediario vende las raciones, en muchos casos, a los mismos agricultores que
produjeron los ingredientes con los cuales fueron fabricadas las raciones
que ahora regresan a sus fincas de origen. Esta distorsión es
sencillamente inaceptable, máxime porque, afortunadamente, ella podría ser
corregida o eliminada por los propios productores rurales.
Son
los agricultores quienes pagan los altísimos costos de los
"paseos" de las cosechas que venden y de las raciones que
compran
Es redundante afirmar que en este largo recorrido, de ida y de vuelta,
que en muchos casos es de centenares y hasta de miles de kilómetros, de
hecho son los productores rurales quienes están pagando los fletes y
peajes, los impuestos en cada una de las varias transacciones, las ganancias de
todos estos intermediarios, agroindustriales y comerciantes, la costosa
publicidad que los fabricantes de raciones difunden a través de los medios
de comunicación y los generosos sueldos de los ejecutivos de las
transnacionales que fabrican las raciones. Gran parte de estos gastos
podrían ser sencillamente evitados/eliminados pues más del 90% de los
ingredientes de las raciones, ni
siquiera necesitarían salir de las tranqueras de las fincas en
las cuales fueron producidos; porque podrían ir desde los campos de
cosecha directamente a los aviarios, a las pocilgas y a los establos de la
producción lechera, pertenecientes a
los mismos agricultores que produjeron estas materias primas.
Si a esto le agregamos el hecho de que el componente alimentación responde por
el 80% del costo de producción en la avicultura y en la porcicultura y por el
50% en la ganadería de leche, queda muy claro el "porqué" de la falta
de rentabilidad en estas tres ramas de la producción animal; lo que no gana
cada productor rural, lo ganan algunas decenas de no productores
rurales. Reitero, esta irracionalidad debe y puede ser extirpada de los
procedimientos de los agricultores.
Entonces ¿cuál es la solución de fondo para
disminuir esta expropiación? Reducir la dependencia que los agricultores tienen
de los otros integrantes de las cadenas; o cuando esto no sea posible,
volverlos menos vulnerables a la excesiva expropiación de dichos
eslabones. ¿Cómo hacerlo? Organizándose con propósitos empresariales de
modo que ellos mismos, asuman en forma gradual, la ejecución de algunas
actividades de la etapa
rica del agronegocio. A propósito, es lo que ya están
haciendo, con gran éxito, varias cooperativas especialmente en el sur de
Brasil. Son cooperativas agrícolas que están transformándose en cooperativas
agroindustriales. Incluso los agricultores que no pertenecen a ninguna
cooperativa podrían organizarse en pequeños
grupos para producir, ellos mismos, algunos insumos o por lo
menos adquirirlos de forma grupal. Estos grupos podrían constituir
sus propios servicios (de vacunación e inseminación artificial, de siembra,
pulverización y cosecha, de asistencia agronómica y veterinaria, etc.).
También podrían realizar en conjunto las inversiones de mayor costo,
hacer una pré-industrialización/procesamiento inicial y comercializar sus
excedentes con menor intermediación, etc. A propósito, se sugiere leer el libro
"Desarrollo agropecuario: de la dependencia al protagonismo del
agricultor" que está disponible en la página web http://www.PolanLacki.com.br/agroesp (especialmente los capítulos 5 y 11). Allá están
descritas varias medidas, sencillas y de bajo costo, pero altamente eficaces,
para disminuir esta expropiación, y por ende, mejorar los ingresos de los
agricultores.
Y para concluir:
1. Una reflexión en forma de pregunta: ¿Por qué ningún
fabricante de insumos, comprador de commodities
agrícolas, agroindustrial que las transforma o intermediario que las
vende y revende, se dedica a la etapa de producción agrícola y
ganadera como tal? La respuesta es obvia y elemental: porque es mucho más
rentable, más cómodo y menos riesgoso dedicarse a la etapa rica que a la etapa
pobre del agronegocio; todos los integrantes de las cadenas agroalimentarias ya
se han dado cuenta de esta constatación, menos los agricultores
2. Una advertencia: Aunque sea importante, no es
suficiente que los productores rurales se integren a las cadenas
agroalimentarias. Ellos deben tener como objetivos de corto, mediano y/o largo
plazo el propósito de "adueñarse" de algunos de los eslabones de
dichas cadenas, como por ejemplo: fabricar sus propias raciones, comprar
insumos y comercializar las cosechas en conjunto, incorporarles valor y
hasta exportar en conjunto.
3. Una sugerencia a los productores rurales que se
dedican apenas a la etapa pobre del agronegocio y que ejecutan todas sus
actividades en forma individual (comprar insumos, hacer inversiones
caras y comercializar sus excedentes): abran
los ojos antes que sea demasiado tarde. Críticas y
contribuciones al artículo serán muy bienvenidas a través del e-mail:
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