Los comienzos de año suelen ser agitados en nuestro país.
Hace un año se producía la pueblada de Famatina, en La
Rioja, la cual visibilizaba a nivel nacional las luchas contra la megaminería
que desde 2003 vienen disputando las poblaciones, de cara a las grandes
corporaciones, avaladas por los gobiernos provinciales.
Poco después, la presidenta Cristina Fernández dejaría en
claro la posición del Gobierno nacional sobre el tema: con argumentos muy
débiles y denigratorios, fustigaría al ambientalismo, apoyaría a rajatabla a
los gobernadores promineros y reafirmaría su alianza estratégica con las
corporaciones mineras.
Después de este alineamiento con las empresas
transnacionales, las luchas se tornaron aún más desiguales, pero el Famatinazo
tuvo un efecto político y simbólico mayor, pues desnudó uno de los grandes
puntos ciegos del discurso épico del oficialismo, a la hora de hablar de las
corporaciones.
Por Maristella Svampa
Otro punto de actualidad donde naufraga el discurso oficial
sobre las corporaciones aparece cuando hablamos de la expansión de la frontera
agropecuaria. A raíz de ello, están circulando declaraciones de repudio y
cartas abiertas a la Presidenta, de parte de la comunidad académica, que
demandan, además de la implementación de medidas urgentes, que el Gobierno
nacional condene moral y públicamente estos hechos.
Un último ejemplo del rol cada vez mayor que asumen las
corporaciones es la llegada del fracking, a partir de la expansión de la
frontera hidrocarburífera. Recordemos que la estatización de YPF reverdeció el
discurso épico del Gobierno, que venía en baja, luego de lo sucedido con la
megaminería y la tragedia de Once. Lo cierto es que, más allá de los anuncios
ditirámbicos, la YPF Modelo 2012 apuesta a la asociación con grandes empresas
extranjeras, como la americana Chevron (que, a través de Texaco, fue condenada
por graves delitos ambientales y violación de derechos indígenas, en Ecuador).
YPF apunta a la explotación del gas no convencional (shale
gas), a través de una metodología muy cuestionada en el mundo, la fractura
hidráulica, más conocida como fracking. Es una técnica que consiste en el
bombeo de fluido (grandes cantidades de agua y sustancias químicas) y arena, a
elevada presión, a fin de producir microfracturas en la roca madre que almacena
los hidrocarburos. Los riesgos ambientales son muchos y de corto plazo:
contaminación de aguas subterráneas y superficiales, lubricación de fallas
geológicas que originan movimientos sísmicos y utilización intensiva del
territorio. Por ello, el fracking ya fue prohibido en varios estados de Estados
Unidos, en Francia, Bulgaria e Irlanda del Norte.
La geógrafa Silvia Leanza, de la Fundación Ecosur, habla de
"geocoincidencias" entre cuencas gasíferas y cuencas hídricas,
"ya que los proyectos más avanzados coinciden con importantes fuentes de
agua potable (y el agua es el insumo de mayor importancia para la
"eficiencia" en la explotación de gas no convencional)".
Argentina cuenta con
varias geocoincidencias, entre ellas, la Cuenca Neuquina, donde está Vaca
Muerta (acuífero Zapala y cuencas de ríos norpatagónicos), la del Chaco-Paraná
(acuífero Guaraní y ríos de la Cuenca del Plata), el golfo San Jorge (cuenca
del río Senguer). Más claro, imposible...
YPF Modelo 2012. Pero la acumulación de luchas en defensa
del agua es tal que las poblaciones ya comienza a movilizarse: esto sucede en
Entre Ríos, provincia en la cual distintas organizaciones promueven una ley que
prohíba el fracking; en el Alto Valle de Río Negro y Neuquén, donde se han
organizado en asambleas –siendo Allen la localidad más amenazada–, y donde la
ciudad de Cinco Saltos acaba de convertirse en el primer municipio en el país
en prohibir el fracking; por último, están las luchas de las comunidades
mapuches en el norte neuquino, cerca de Zapala y en Loma de la Lata.
En fin, enero de 2013 nos recibe con nuevas bocanada de
realidad que reafirman cuál es verdadero rol que el Modelo Nacional asigna a
las corporaciones y a los grandes actores económicos en el esquema del
extractivismo dependiente que se lleva los minerales, nos contamina las aguas,
nos destruye los glaciares, y luego las Corporaciones y los apolíticos se irán,
quedarán sólo sus efectos para el país.
La red nacional que protege a Barrick Gold.
Para entender cómo la Barrick Gold Corporation es capaz de
apropiarse del oro en todo el mundo con plena impunidad, es necesario conocer
la red de influencias que ha construido. Ésta le permite articular sus negocios
y pasar a llevar la autodeterminación y soberanía de las naciones.
En la foto Cristina Kirchner
y Peter Munk jefe de Barrick Gold
Enviado en foroba
No hay comentarios:
Publicar un comentario