El señor de los pájaros del Prado
Fernanda Muslera -
Emilio Lessa, un aficionado al avistamiento de estos
animales, editó “Aves del Botánico y alrededores”, una guía que compila las 94
especies relevadas durante el transcurso del último año en ese parque
Espécimen del chiricote, ave de porte grande que habita
en el centro y sur de América
En abril del año pasado, Emilio Lessa –un aficionado al
avistamiento de aves, prejubilado y de 56 años– comenzó a concurrir entre tres
y cuatro veces por semana al Botánico. Su objetivo eran los lechuzones orejudos,
unos animales difíciles de ver por su sigilo y sus hábitos nocturnos. Durante
esas incursiones, alentado por la periodicidad de sus visitas al recinto del
Prado y sus 11 años de experiencia en el avistamiento de pájaros, Lessa decidió
cumplir un sueño: editar la primera guía de Aves del Botánico y alrededores.
Este emprendimiento tuvo su concreción el 8 de febrero,
cuando Lessa publicó de su propio bolsillo el citado manual, el cual releva las
94 aves que el aficionado observó desde el otoño del 2012 hasta este verano.
Lessa publicó 500 ejemplares del libro y desde ese día
concurre varias veces a la semana al Botánico y los vende a sus visitantes al
precio de $ 200. Las guías también pueden conseguirse en la organización Aves Uruguay y en el futuro, Lessa planea
venderlas también en instituciones educativas. El próximo 11 de marzo a la hora
19 presentará su trabajo en el Botánico.
La riqueza del Botánico
“Todo el mundo me dice que di en el clavo porque a nadie se
le había ocurrido hacer esta guía. Es muy interesante porque en una superficie
de 13 hectáreas se pueden ver 94 especies”, sostiene Lessa sin disimular su entusiasmo
por la exhaustividad de su trabajo. “La guía más chica de aves en Uruguay, que
es de Gabriel Rocha, es de todo el departamento de Montevideo (que tiene 27 mil
hectáreas) y consta de 140 especies”, agrega.
La publicación, explica Lessa, no abunda en términos
técnicos sino que trata de brindar un acercamiento práctico y sencillo a estos
animales. Cada especie es descrita según los siguientes aspectos: si se los ve
solos, en bandada o en pareja; cuál su ubicación (si se los puede ver en los
árboles, en el piso o en vuelo); y los detalles de nidificación, de
alimentación y de tamaño.
Un buen observador de aves se define en cuatro verbos:
caminar, parar, oír y ver”, dice Emilio Lessa, autor de la guía
Entre las especies poco comunes que pueden avistarse en el
Botánico, añade el autor de la guía, se encuentra el gavilán chico y dos aves
migratorias de invierno: el cortarramas y la calandria tres colas. Otras aves
más comunes que habitan el lugar, no son por ello menos interesantes, explica.
Así, por ejemplo, Lessa describe su fascinación por cómo la torcaza se expone
al sol en pleno verano y extiende la cola y las alas para aprovechar el efecto
bactericida que tienen los rayos UV.
Lessa recomienda a quienes quieran iniciarse en el
avistamiento de aves que no vayan sin largavistas y que agudicen su audición
porque los pájaros se ven primero con los oídos. “Un buen observador de aves se
define en cuatro verbos: caminar, parar, oír y ver”, asegura.
Si bien en su vida profesional trabajó en un frigorífico y
luego como importador, Lessa se siente definido por la pasión que lo acompaña
hace más de una década. “De las aves me gusta todo: el canto, los colores, los
comportamientos. Nada existe cuando las estoy observando. Entro en un mundo
ideal”, afirma.
Lo suyo no es un hobbie sino una pasión, aclara, al
tiempo que comenta que la única forma en la que se imagina llegando a viejo es
con un largavista colgado al cuello.
Tomado de el observador de uy
No hay comentarios:
Publicar un comentario