Cosecha de agua de lluvia para enfrentarnos a El Niño Álvaro
Fonseca |
Nuestro viejo conocido El Niño/Oscilación del Sur (ENOS)
está de regreso. El Niño y su hermana, La Niña, son fenómenos climáticos
naturales que ocurren cada 2 o 7 años. Según estadísticas de la agencia federal
NOAA de los Estados Unidos, hay registrados 17 eventos de El Niño entre
1950-2013.
Desde el 2000 a la fecha han ocurrido 4 eventos de El Niño,
entre leves y moderados (años 2002, 2004, 2006 y 2009), y hoy en 2014 hay un
nuevo fenómeno en formación. El último evento fuerte de El Niño, ocurrido en el
ciclo 1997/1998, provocó sequía e hizo perder en Nicaragua el 29% de la cosecha
de sorgo, 39% de la cosecha de maíz y el 42% de la cosecha de frijol (Cepal).
Nos enfrentamos a un fenómeno natural cíclico que ha
ocurrido por siglos. A pesar de su repetida ocurrencia, tal parece que en
Nicaragua siempre nos toma desprevenidos. El problema para abordar a El Niño no
es el desconocimiento de alternativas. El problema es definir de una vez una
política y un programa nacional de largo plazo para enfrentar al fenómeno y el
cambio climático en el sector agropecuario. Este programa debe contar con
cuatro elementos básicos: 1) alianza Gobierno-agricultores; 2) financiamiento
de inversiones a largo plazo y seguros agrícolas basados en riesgos climáticos;
3) prácticas de conservación y uso eficiente del agua y fomento de sistemas
integrados de cultivo; 4) investigaciones para establecer modelos de predicción
del clima y sus efectos socio-ambientales y económicos. En las fincas, una
práctica de conservación de agua muy prometedora es la captación de agua de
lluvia a través de la construcción, mediante tractores de oruga (tipo D5 o D6),
de lagunetas o reservorios del tipo dique-represa en tierra compactada. Los
reservorios de represa o dique-represa son embalses en que la mayor parte del
agua se almacena por encima de la superficie original del terreno. Idealmente
se construyen en depresiones de terreno con pendiente del 3 al 5%, para reducir
el esfuerzo de corte, y con una garganta en el extremo inferior que permita
almacenar el agua con una represa transversal conformada por arcilla de tipo
caolinita, illita o bentonita. La experiencia nacional, en especial en la zona
seca norte de Nicaragua, muestra que hay dos grandes tipos de uso de los
reservorios: reservorios para aguar el ganado de 800 metros cúbicos de
capacidad y reservorios para riego agrícola complementario con capacidades de
2,500 a 3,000 mil metros cúbicos de capacidad o más, y que requieren fincas de
al menos 15 a 20 manzanas de extensión. La cosecha de agua de lluvia para
enfrentar al fenómeno El Niño y la sequía, es una opción viable y ya probada en
el país. Requiere ampliarse mediante programas de financiamiento a largo plazo.
Tiene la ventaja que no entra en conflicto con otros usos del agua, debido a que
emplea como fuente de agua a la lluvia que viene del cielo, que es la fuente
primaria de agua del planeta. Tomado de nuevo diario de Nicaragua
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