. Expedición al Polo Norte: una hazaña para alertar sobre el
cambio climático
La primera travesía argentina al Polo Norte partirá pasado
mañana de la base rusa de Barneo y recorrerá 120 kilómetros sobre el casquete
polar
Loreley Gaffoglio El equipo ensaya el acampe sobre el hielo
de Longyearbyen, en el archipiélago de Svalbard.Foto:Gentileza Tommy Heinrich
Desde que arribaron a Longyearbyen cinco días atrás -su
última "base" de adiestramiento en el archipiélago noruego de
Svalbard, situada a 1100 kilómetros de su objetivo-, nueve argentinos se
aclimatan al frío ártico, practican maniobras de rescate en el hielo y ensayan
otras de alto riesgo sobre grietas y ríos congelados para avanzar en su asalto
final: conquistar el Polo Norte geográfico, hacer flamear fugazmente la bandera
argentina y blandir, en un gesto simbólico hacia el cielo, la encíclica papal
Laudato Si', para concientizar sobre el derretimiento de los polos por el
cambio climático. Al llegar al punto más boreal del globo, el grupo se propone
llamar la atención sobre esa urgencia medioambiental como una de las amenazas
que determinan la "seguridad humana". Este último concepto, acuñado
por la ONU, que incluye de manera enfática los efectos sobre el hábitat como
parte gravitante en la integridad de los individuos, es el eje de acción de la
Fundación Criteria, la ONG impulsora de la gesta polar. En poco más de 48
horas, la primera expedición argentina al Polo Norte (PEPN) emprenderá sobre
esquíes, empujando trineos y con temperaturas de -25°C, una travesía de 120
kilómetros por el casquete polar, hasta alcanzar la latitud de 90°00''N. Se
trata de la primera misión de carácter nacional, luego de que el 10 de abril de
2013 otro argentino, el andinista Juan Benegas, completó la misma hazaña en
siete días junto a cinco expedicionarios rusos. Pasado mañana, ocho de los
nueve expedicionarios partirán cerca del mediodía desde Barneo, la estación
rusa transitoria, montada durante dos meses sobre la masa polar derivante, a
dos grados del Polo Norte y administrada por el Instituto Ártico-Antártico
ruso. El noveno expedicionario permanecerá en Barneo para servir de enlace y
coordinar eventuales salvatajes. Unir los 120 kilómetros de travesía
"buscando en el terreno la ruta más directa y segura" les demandará
entre una semana y 10 días de caminata y acampe polar, en la que avanzarán a
razón de 10 a 15 kilómetros diarios. Arrastrarán 50 kilos de peso cada uno y
cuando el suelo se vuelva líquido, por "ríos o lagunas de mar" los
trineos de fibra de vidrio actuarán como canoas y los esquíes,
como remos.
Según contaron los expedicionarios a LA NACION antes de
emprender la aventura, que partió de Buenos Aires el 28 de marzo pasado, el
ritmo de la patrulla está condicionado por el viento y el frío junto al
movimiento de las corrientes marinas y la deriva de los hielos, que pueden
achicar o alargar las distancias. Puede suceder que un día la masa polar derive
hacia el Sur, y que otro día lo haga en sentido opuesto, lo cual vuelve
imposible establecer el tiempo de la travesía, explican.
Foto:Infografía Gabriel Podestá
Los expedicionarios deberán soportar sensaciones térmicas de
hasta -50°C por los vientos blancos, sortear grietas y superficies de hielo
inestables y estar alertas ante el acecho de osos polares. Aunque en esas
latitudes tan inhóspitas será difícil toparse con ellos, dicen. El grupo está
bien preparado, luego de un año de entrenamiento intensivo, que incluyó
desplazamientos por glaciares en el Tronador y en Caviahue. Pero la mayoría
está acostumbrada a esas condiciones extremas: todos son experimentados
andinistas. Y, en su mayoría, integrantes de las fuerzas con adiestramiento
especial del Ejército. Entre ellos, hay tres "antárticos", dos de los
cuales llegaron en 2000 al Polo Sur tras recorrer durante dos meses y medio más
de 5000 kilómetros en motos de nieve desde una de las 13 bases argentinas, y
soportando temperaturas de -70°C. También se sumó a la misión como fotógrafo y
documentalista Tommy Heinrich, el primer argentino en hacer cumbre en el
Everest, quien atesora más de siete expediciones a los montes del Himalaya y
otras cinco cumbres en el Aconcagua. Pero más allá de la épica extrema y del
mensaje ambiental, el grupo colaborará con el Instituto Antártico Argentino
(IAA) en la recolección de muestras de agua a cinco metros de profundidad y en
la perforación del pack de hielo en diferentes latitudes para que los
científicos locales puedan realizar comparaciones entre las condiciones en
ambos polos. La misión, que se lleva adelante durante la primavera boreal y
está signada por noches blancas (días de 24 horas de luz solar), aprovecha la
ventana climática para la transitablidad sobre el océano Glaciar Ártico.
Jefe experimentado Liderado por el
general Víctor Figueroa, quien comandó la segunda expedición argentina que
llegó al Polo Sur en 2000, el grupo se completa por los coroneles Gustavo Curti
e Ignacio Carro; los tenientes Emiliano Curti y Juan Pablo de la Rúa; el
ingeniero Santiago Tito, presidente de la Fundación Criteria y oficial de
reserva del Ejército; el suboficial mayor Luis Cataldo, guía polar y
responsable de conducir al grupo por suelo seguro en la expedición al Polo Sur,
y Heinrich. "Es un sueño que finalmente se concreta", dice Figueroa,
de 59 años, el argentino con mayor experiencia en la Antártida: suma 20
campañas en el continente blanco, cuatro invernadas de un año, y es ex director
antártico. "Nuestra idea es que, como hay ciertos lugares en el Ártico que
están a la misma latitud de nuestras bases, pensamos llevarle al IAA material
nuevo para que los científicos lo comparen", contó Figueroa. Está previsto
que la patrulla emprenda la travesía sobre esquíes durante jornadas de ocho
horas, con breves pausas cada una hora y media para beber algo caliente y
mantener la energía mediante la ingesta de frutas secos. "Es fundamental
no detenernos, para no enfriarnos. Tendremos dos comidas (desayuno y cena) con
alimentos liofilizados. El armado de las tres carpas, el derretimiento de agua
para consumo y abastecimiento para el día siguiente, junto con la obtención de
muestras con unos taladros especiales, insumirán gran parte del tiempo
libre", explica Figueroa.
Respecto de los riegos de la expedición, el líder lo pone en
estos términos: "Los principales son el frío extremo, que a diferencia del
de la Antártida es mucho más húmedo, y un pack de hielo más inestable por
efecto de las corrientes: Al ser océano congelado, en ciertos lugares el
movimiento de las corrientes puede ir limándolo". Asimismo, hay planes de
contingencia ante sucesos que puedan comprometer el desarrollo de la
expedición. Para el caso de meteorología extrema con viento blanco y blanqueo
-apunta Tito-, se sacrifica la progresión de avance por la seguridad del
equipo.
Frente a accidentes sin compromiso de vida se brindan los
primeros auxilios o en caso de que uno no pueda desplazarse por sí mismo, se
dispone de un trineo como camilla y se continúa con la travesía. Si la
situación planteada compromete la vida de uno o más integrantes de la
expedición, se dispara un alerta y alarma de emergencia a la base de apoyo y se
inicia de inmediato una operación de rescate y evacuación helitransportada. Tomado
de la nación de ar
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