EL 25 % DE LOS TRABAJADORES GANA MENOS DEL SALARIO MÍNIMO
Argentina - La discusión en torno a la actualización del
salario mínimo legal no llegó a un acuerdo. El problema no es la falta de
capacidad de consenso sino que, ante los muy bajos niveles de productividad
vigentes, el salario mínimo no es una herramienta eficaz para sacar a la gente
de la pobreza. En lugar de seguir embarcado en controversias estériles, el
Consejo del Salario Mínimo debería abordar la modernización de las
instituciones laborales y educativas.
El salario mínimo legal es una de las regulaciones laborales
que mayor atención atrae. Se lo asocia con la búsqueda de una distribución más
igualitaria del ingreso y la reducción de la pobreza. Tanta es la importancia
que se le asigna que está explícitamente creado por la Constitución y se
contempla un organismo tripartito para su actualización, el Consejo del Salario
Mínimo, Vital y Móvil con representación del Gobierno, los empleadores y los
sindicatos. Por la alta inflación, se viene repitiendo la práctica de convocar
anualmente al Consejo para actualizar su monto.
En esta oportunidad no hubo acuerdo y finalmente el Gobierno
laudó aplicando un incremento del 24%, llevando gradualmente el valor del
salario mínimo legal desde $8.060 a $10.000 mensuales en julio del 2018. El
nuevo monto es rechazado por la CGT por considerarlo insuficiente. A modo de
referencia, con el aumento, el salario mínimo legal apenas cubriría hoy el 68%
de la canasta básica (que el INDEC estima en $14.666 por mes para una familia
tipo) y la cobertura será bastante más baja en julio del año que viene.
¿Ayudaría un monto mayor del salario mínimo a cumplir con el
objetivo de reducir la pobreza? Para responder a este interrogante resulta
pertinente apelar a los datos de la encuesta de hogares del INDEC. Según esta
fuente se observa que:
El 23% de los trabajadores privados tiene ingresos
inferiores al salario mínimo legal.
De éstos, el 11% son asalariados privados registrados.
El 89% restante se distribuye en proporciones similares
entre asalariados privados no registrados y cuentapropistas.
Estos datos muestran que, aun con un monto de salario mínimo
legal muy inferior a la línea de pobreza, muchos trabajadores no llegan a
generar remuneraciones equivalentes o superiores. Prácticamente 1 de cada 4
trabajadores privados gana por debajo del salario mínimo legal. Pero la
evidencia mas sugerente es que la gran mayoría, 9 de cada 10, son personas que
trabajan en la informalidad, sea porque su empresa no las registró o porque son
cuentapropistas que no cumplen con sus obligaciones tributarias y
previsionales.
Este cuadro de situación demuestra que el problema no se
origina en la falta de capacidad para consensuar un monto del salario mínimo
legal adecuado sino que, con los actuales niveles de productividad, el salario
mínimo no sirve para alcanzar los objetivos que se persiguen con él. Peor aún,
una suba más agresiva probablemente induzca aumentos en la informalidad laboral
que potenciarán su incapacidad para reducir la pobreza.
Estas debilidades del salario mínimo se originan en la
conformación productiva y laboral prevaleciente desde hace décadas en la
Argentina. Los bajos ingresos de muchos trabajadores están asociados a muy
reducidos niveles de productividad. En la mayoría de los casos se trata de
pequeñas empresas o emprendimientos unipersonales que subsisten gracias a la
informalidad, es decir, al incumplimiento de las normas (incluida la que fija
el salario mínimo legal). Esta realidad no se va a revertir aumentando el
salario mínimo o fortaleciendo los controles para forzar a que se cumpla sino
con un cambio de enfoque en las estrategias de políticas publicas.
Planteado el problema de esta manera, la función del Consejo
del Salario Mínimo migra desde rol actual –discutir de manera inconducente
montos del piso de la remuneración asalariada– a abordar la frondosa agenda de
políticas que dé sustento a un proceso de aumento sostenido de la
productividad. Esto incluye acciones para multiplicar las inversiones, aumentar
la cobertura de la educación y mejorar su calidad y pertinencia con el mundo del
trabajo y, fundamentalmente, simplificar la legislación laboral y reducir la
litigiosidad laboral y el peso de las cargas sociales en los bajos salarios.
Cualquier consenso en estos temas garantiza un avance hacia
la meta de estimular el empleo de calidad. Esta es la manera de darle
oportunidades a la gente para que no solo salga de la pobreza sino que en base
a su esfuerzo pueda ser artífice de su propio progreso. TOMADO DE ENVIO DE ASI
SOMOS DE COR AR
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