sábado, 1 de julio de 2017

VIVIENDAS DE MATERIALES SIMPLES contruyen en Corrientes Argentina

ALTERNATIVA AL DÉFICIT HABITACIONAL
Un correntino construye su casa de madera, barro y otros materiales sustentables
Augusto Landaida promueve la construcción de viviendas con materiales ecológicos y disponibles para todas las personas. A través de su propio proyecto en Santa Ana, invita a la comunidad a participar de la edificación. Entre sus objetivos, se destaca la no utilización de cemento y el máximo uso posible de materiales naturales.
Por Roxana Feldman El proyecto surgió en 2014 cuando, tras un viaje, Augusto (26) conoció la experiencia de un chico que construía su hogar bajo este concepto de la arquitectura, con base en el respeto al entorno y la naturaleza.
En un primer momento, la idea era edificar rápido con fines de habitabilidad, pero luego el objetivo mutó a una visión más colectiva, social y horizontal. Empezó a visitar distintos barrios y la problemática de acceso a la vivienda digna comenzó a resonar más fuerte en su cabeza.
“Después de meditar varias cosas se me ocurrió que una alternativa para los ladrilleros que ya trabajaban en barro era que hagan sus casas de barro. Intenté en su momento hablar con vecinos y era muy difícil que entendieran así que decidí hacer una casa propia y tener algo que mostrar de ejemplo que sea hecho en un ámbito local”, recuerda de ese período.
El deseo había nacido naturalmente de su cabeza, pero, al recorrer y adentrarse en la permacultura, un sistema de principios de diseño agrícola y social, político y económico basado en los patrones y las características del ecosistema natural, su anhelo se volvió más político, en el sentido de compromiso y afán de transformación.
Finalmente, y tras el camino transitado, la construcción comenzó un 10 de noviembre del 2014. A lo largo de los casi tres años en los que viene levantándose, ha sido protagonista de una concepción originaria de la vida en comunidad. Ello porque se realiza en base a la metodología de las ‘mingas’ aborígenes.
En la actualidad el significado adoptó un concepto que se vincula al trabajo en equipo por un bien común donde no hay distinción por edad o conocimiento. La intención es rescatar la costumbre de las tribus originarias que, al asentarse en un nuevo lugar, realizaban primero un gran espacio común entre todos y luego otros más pequeños pero siempre para utilización plural.
“En las mingas se hace una invitación abierta donde pueden participar los que quieran. Todos nos juntamos a compartir y aprender entre todos”, explica Augusto.
Cimentar sin depender de la industria
Si bien su uso como espacio de docencia atrasó el avance de la obra, Landaida menciona que “la casa se está levantando principalmente con madera y barro”, aunque “se utiliza también arena, paja seca y varios elementos que se aprovechan de la zona, como la tacuara y las hojas de pino: dos cosas que abundan en Santa Ana”.
Especifica que, en un momento de la edificación se tomó la iniciativa de no utilizar cemento “para probar que se puede hacer una casa sin necesitar este material que es imposible de producir por nuestra cuenta ya que para conseguirlo dependemos de la industrialización y el transporte”.
Sin embargo reconoce que en el proceso no pudieron evitar emplear materiales industriales “para impermeabilizar el techo y las maderas”, así como clavos, alambre y un poco de hierro. Una alternativa que encontraron fueron los ecoladrillos, es decir, botellas de plásticos rellenas con basura
inorgánica o arena.
El fin último: el aprendizaje: “Se explicaba más o menos lo básico y la gente después metía manos al barro y aprendía de la práctica. Después surgían preguntas y respuestas que la idea es que salgan de todos, que pensemos y reflexionemos siempre todos por igual”, fundamenta.
“El cambio está en sembrar la duda y la inquietud de la autonomía”
Como mensaje final, este emprendedor que pasó por varias carreras hasta que conoció el verdadero sentido que guía su vida, no duda: “Creo que el cambio está en sembrar la duda y la inquietud de la autonomía”.

Y, aunque sostiene que falta mucho para que la sociedad tome conciencia y se replantee la necesidad de ser más responsable con su entorno, establece que el primer paso es animarse, tener “empuje” y entrega. Para eso hace falta visión y compromiso pero, principalmente, dejar de lado el “individualismo y el egoísmo” para abrirse a nuevas formas de organización. TOMADO DE EL LITORAL DE CTES AR 

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