Antártida, el continente intuido antes que
descubierto 22 de Febrero, Día de la Antártida Argentina
Por Osvaldo Nicolás Pimpignano
A pesar de los mitos y las especulaciones sobre la Terra
Australis Ignota («la tierra desconocida del sur») que se remontan a la
antigüedad, la Antártida fue la última región de la Tierra en ser descubierta
por los humanos, siendo avistada por primera vez en el verano austral de 1603
por el navegante español Gabriel de Castilla.
El primer uso de la palabra se remonta al año 350 a. C.,
cuando Aristóteles se refirió a una «región antártica» en su libro Meteorología.
Aristóteles daba por descontado que si existía una región “ártica” también
existía una región opuesta.
Ártico proviene de una referencia a la constelación Osa
Menor, de la cual la estrella alfa o Polar, ejerce de marcador o señal del Polo
Norte geográfico.
Una hipótesis todavía discutida, sería que los griegos
tuvieron contacto con los Vikingos, nórdicos originarios de Escandinavia, quienes
a su vez conocían de la existencia del Ártico por su contacto con el pueblo Inuit,
que todavía habita esa región. La historia documentada de los Vikingos comienza
en la era cristiana.
También existen registros que avalan que el fenicio
Marino de Tiro utilizó dicho término en un mapa del siglo II. Los autores
romanos Higino y Apuleyo emplearon la expresión romanizada «polus antarcticus»
para hablar del polo sur, del cual se derivó el término en francés antiguo
«pole antartike» registrado en 1270.
De manera que el continente Antártico fue intuido antes
que descubierto. De acuerdo con la Real Academia Española, tanto «Antártida»
como «Antártica» son denominaciones válidas en español para dicho continente.
Durante el período Cámbrico, Gondwana tenía un clima
templado y la Antártida Occidental estaba parcialmente en el hemisferio norte,
y durante este período se depositaron grandes cantidades de arenisca, caliza y
lutita. La Antártida Oriental estaba en el ecuador, donde los invertebrados del
suelo marino y los trilobites florecieron en los mares tropicales.
Pero la ocupación e investigación permanente de la Antártida
comenzó hace más de cien años, cuando la Argentina instaló una base científica,
de los cuales los primeros cuarenta años fuimos los únicos ocupantes
permanentes, hecho que constituye uno de los mejores avales de nuestros títulos
de soberanía en el área.
Esto ocurre desde el 22 de febrero del año 1904, en que flamea la Bandera Argentina en la isla Laurie
del grupo de Islas Orcadas, al ser inaugurada la actual Base Orcadas.
Es una efeméride poco conocida, quizás al no estar
incluida en el calendario escolar por encontrarse esa actividad en receso. Esta
quizás sea la razón por la que muchas personas de distintos niveles de
conocimientos ignoren este acontecimiento y solo se conmemore, en ámbitos
relacionados con la exploración y las ciencias que están a cargo del Instituto
Antártico Argentino, quien Coordina las actividades científicas que se
desarrollan en las distintas bases antárticas argentinas y que abarcan
diferentes áreas, como: Ciencias de la Atmósfera, Biológicas, de la Tierra, del
Mar y meteorológicas entre otras. Para llevar a cabo estos objetivos, el
Instituto capacita y prepara especialistas, que puedan desempeñarse en estas
disciplinas y cuenta con el apoyo de las fuerzas armadas, que además de
preservar nuestra soberanía participan y dan apoyo logístico a todas las
actividades científicas que se desarrollan en la Antártida Argentina y que son
testimonios de trascendencia nacional, histórica y geopolítica de nuestro país.
Independientemente de estas actividades que se realizan durante
todo el año. También puede mencionarse que a fines del siglo XIX y principios
del siglo XX, nuestro país ha prestado ayuda a expediciones científicas extranjeras,
en particular la de Nordenskjöld, de Gerlache y Charcot, que fueron rescatadas en
situaciones extremas por nuestra armada.
Muestra del reconocimiento internacional a la presencia
Argentina es una serie de nombres nacionales puestos a accidentes geográficos:
Isla Uruguay, Islas Argentinas, Roca, Quintana, entre otros.
ARGENTINA EN LA
ANTÁRTIDA
Antártida Argentina o Sector Antártico Argentino, es parte
del territorio nacional, integra una vasta área que ocupa el casquete polar
austral y en la que prevalecen condiciones ambientales particulares, distintas
a las de América del Sur, que tienen una influencia muy marcada en la meteorología
continental.
La Antártida está contemplada en un régimen jurídico
especial cuyo ámbito territorial abarca toda el área al sur de los 60º de latitud
Sur.
La región antártica delimitada por los meridianos 25º y
74º Oeste y el paralelo 60º de latitud Sur, forma parte de la Provincia de
Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur.
Las autoridades provinciales residen en Ushuaia y el
Gobernador designa anualmente su delegado para la región antártica, quien
representa así al poder civil de la zona.
La presencia Argentina en nuestro Sector, según la
actividad de los foqueros criollos y de acuerdo con la investigación histórica,
se produjo del siglo XIX. Se trataba de buques que desde el puerto de Buenos
Aires llegaban a las llamadas actualmente Islas Shetland del Sur en busca de
sus presas.
Los foqueros mantenían en secreto la ubicación de las
Shetland del Sur, para preservar su coto de caza, lo que acarreó que el
descubrimiento de esas tierras fuera ignorado por mucho tiempo y se lo
atribuyeran navegantes de otros países.
Hoy, nuestro país posee seis bases permanentes en el
sector: Orcadas, San Martín, Esperanza, Marambio, Belgrano II y Carlini, y
siete bases temporarias, las que cuentan con instalaciones científicas,
recreativas, religiosas y médicas. Las permanentes están activas todo el año y las
temporarias en verano, además de más de 60 refugios, por lo general, son
cabañas de madera con víveres, camas, combustibles (gas y nafta), alimentos
para perros, baños y botiquín de primeros auxilios. No todos están con uso.
Algunos por haber perdido utilidad y otros por haber desaparecido por
modificaciones acontecidas por erupciones o modificaciones del terreno.
En opinión de Henry Dater, miembro del Comité Consultivo
sobre Nomenclatura Antártica, luego de estudiar por más de diez años la
Antártida, manifestó que ”la Argentina ha construido, además de las bases
operativas, refugios que sirven a un propósito similar a los refugios de
montaña. Mantienen constantemente en ellos provisiones, los reparan, y en
ocasiones pequeños grupos científicos los utilizan para realizar
investigaciones. Es un plan de gran valor, y es otro indicio de la espléndida
labor que los argentinos cumplen en la Antártida”.
También en la Antártida Argentina funciona una estación
de radiodifusión, LRA 36 “Arcángel San Gabriel” - Radio Nacional transmitiendo
desde Base Esperanza. Pero no es la única función cultural que realizan los antárticos.
Muchos de ellos permanecen en la Antártida junto a sus
familias, compartiendo una experiencia que requiere de gran templanza y en la
que es fundamental el trabajo en equipo.
Dado que de la campaña participan familias, no es
improbable que nacieran niños, y esto sucedió en ocho oportunidades. El primero de ellos fue Emilio
Marcos Palma, nació en la Base Esperanza, el 7 de enero de 1978, ciudadano
argentino, fue la primera persona nacida en el continente antártico y su
nacimiento es el más austral que se registra en la historia. Por este motivo,
está registrado en el Libro Guinness de Récords.
Luego nació una niña, que como podía ser de otra manera,
se llama María de las Nieves Delgado, fue la primera niña antártica, nacida en
la Base Esperanza el 27 de marzo de 1978, hija de Juana Paula Benítez de
Delgado y el Sargento Néstor Antonio Delgado,
María tuvo un noviazgo con Emilio que terminó en solo amistad. Para 1980
habían nacido seis niños más en la base; Rubén Eduardo de Carli, el 21 de
septiembre de 1979, Francisco Javier Sosa, el 11 de octubre de 1979, Silvina
Analía Arnouil, el 14 de enero de 1980, José Manuel Valladares Solís, el 24 de
enero de 1980, Lucas Daniel Posse, el 4 de febrero de 1980 y María Sol Cosenza,
el 3 de mayo de 1983.
Pero también acompañan a las familias antárticas niños en
edad escolar, que cuentan con educación primaria y secundaria que se brinda en
la Escuela Provincial N° 38 “Dr. Raúl Alfonsín” y el funcionamiento de la
plataforma digital del Sistema de Educación a Distancia del Ejército Argentino.
Las esposas que acompañan a sus maridos reciben el
entrenamiento necesario para la invernada y cumplir alguna función, por ejemplo
como docentes o auxiliares en determinadas actividades.
Además del rompehielos ARA “Almirante Irízar”, que zarpó
en el mes de diciembre desde el Puerto de Buenos Aires, y en virtud de lo
planificado por el Comando Conjunto Antártico en 2018, está previsto que
participen del despliegue naval los avisos (*)
ARA “Bahía Agradable” y ARA “Islas Malvinas”, que complementan las cargas de
combustible y víveres, y el traslado de parte de las dotaciones civiles y
militares hacia las bases antárticas y a pocos días de haber empezado el nuevo
año, un grupo de oficiales y suboficiales del Ejército y de la Fuerza Aérea,
junto a científicos argentinos, partieron rumbo al Continente Blanco por vía
aérea desde la base aérea de El Palomar con lo que se completó la dotación
civil y militar.
Por Osvaldo Nicolás Pimpignano
Periodista de Investigación – FLACSO
Para: ASOCIACION ECOLOGISTA RIO MOCORETA
Las imágenes fueron tomadas de la Web
(*) El aviso es una unidad naval militar, usualmente rápida. Su
denominación surge de antigua tradición marinera. Antiguamente se trataba de
pequeñas embarcaciones cuyo cometido era transportar pliegos y órdenes entre
distintos buques o entre éstos y la costa. Su función quedó obsoleta con la
generalización de los sistemas de radio en los buques de guerra a principios
del siglo XX pero la denominación se continúa empleando en buques auxiliares.
En este caso se trata de
unidades que desplazan 2.723 tn. Tiene un largo de 81,37 mts. Un ancho de 16,3
mts. Y un calado: 5,2 mts. Tiene una autonomía de 40 días navegando a 12 nudos y una gran
potencia propulsora con capacidad polar para navegar en aguas con presencia de
hielos y apto para brindar apoyo logístico en la Antártida.
El buque fue construido
en el astillero Szczecin de Polonia y botado en 1990. Está diseñado para
navegar las aguas del Ártico y tiene capacidad de remolcar buques y participan
en búsqueda y rescate en el área marítima atlántica de responsabilidad marítima
Argentina SAR (Search and Rescue).
Se destaca su apoyo a
los organismos nacionales competentes (CONICET, IAA, SIHN) y la investigación
científica en el marco del Proyecto Pampa Azul.
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