Fuente: LA NACION
La pandemia de Covid-19 ha vuelto a poner la atención del
mundo en las políticas sociales y en la responsabilidad de proteger a los
ciudadanos. Lo ha hecho de la forma más poderosa posible, con un rostro humano,
o rostros, en el caso de los trabajadores sanitarios de primera línea
reconocidos como Personaje del Año por el Grupo de Diarios América
(GDA).
Casi medio siglo después de la década perdida de la crisis
de la deuda y las reformas que le siguieron para reducir el tamaño del Estado,
nuestra apreciación colectiva sobre la responsabilidad moral que tiene una
sociedad de proteger a los más vulnerables, y el coraje y el sacrificio de
aquellos que lo hacen, puede ser la mejor -y quizás única- cosa positiva que
salga de esta tragedia global. Pero no es algo menor.
En décadas recientes, la confianza popular global en las
instituciones y los políticos se desplomó a niveles peligrosamente bajos,
especialmente en América Latina y el Caribe. Las razones fueron múltiples: el
fracaso de los modelos económicos estatistas en los 70; justicia desigual e
inaccesible; políticas y protecciones sociales inefectivas; crimen y violencia
y, por supuesto, corrupción. El resultado no fue solo una fe decreciente en el
Estado y en los funcionarios públicos, sino que también un declive en la
confianza interpersonal y la responsabilidad; el contrato social que vincula a
las sociedad y gobiernos con sus ciudadanos.
Contribuciones
Las contribuciones de los trabajadores médicos de primera
línea que este año reconoce el GDA están haciendo más que proteger a nuestras
familias y amigos contra un azote viral. Ellos nos han demostrado cómo se
supone que las responsabilidades profesionales y personales deben funcionar, en
momentos en que muchos de los funcionarios electos nos han fallado (sí, esto
incluye Estados Unidos).
El médico infectólogo Juan Carlos Celis difundió información
verificada y compartió lecciones aprendidas sobre el covid-19 desde la selva
amazónica de Perú, una de las localidades más golpeadas por la pandemia en ese
país. María Paz León Bratti trató al primer paciente en Costa Rica; ella
contrajo el virus, y después de recuperarse está ahora coordinando las
respuestas para el covid-19 en un hospital. Ambos están entre los decenas de
miles de trabajadores de la salud que han personificado esas mismas
responsabilidades públicas de su vocación profesional.
Esto es lo que significa estar comprometido con el bien
público.
Es un recordatorio de la forma en la que los Estados y las
sociedades supuestamente tienen que funcionar. Y está muy lejos de la
cosificación de los mercados y de las ganancias personales que se personifican
en la agenda y la era neoliberal que comenzó en los 90. Ese modelo veía la
responsabilidad de los Estados, primordialmente, como una que regula y protege
al mercado como un medio para dar rienda suelta a la iniciativa privada y al
crecimiento económico. Pero eso fue solo parte de la respuesta a Estados ineficientes,
insolvencia pública y desigualdad del despilfarro de los 70 y 80. La otra es lo
que estamos viendo ahora: profesionales y sus comunidades dedicadas al bien
público, un commodity que recientemente ha sido demasiado inusual entre
funcionarios públicos y Estados.
Si estos ejemplos de sacrificio personal y responsabilidad
pública son un correctivo a la distorsionada aplicación del modelo neoliberal,
también están lejos de la visión corrupta, autocrática y antineoliberal
propugnada por gente como el expresidente venezolano Hugo Chávez y los otros
que siguieron su camino. Esos eran proyectos personales, construidos en un
gasto irresponsable de las riquezas públicas para consolidar su poder y dividir
a las sociedades.
Responsabilidad social
El espíritu representado por los profesionales de la salud
como los doctores Celis y León señala un cambio en la responsabilidad social y
una reingeniería del Estado para proveer a los más vulnerables y protegerlos,
dentro del contexto de una estabilidad macroeconómica y de libre mercado, no en
lugar de ellos. Y exige que haya una sociedad y una clase política comprometida
con esos mismos valores.
Hace un año, comenté sobre el diverso grupo de líderes
escogidos como personalidades de 2019 para esta misma publicación. Nunca podría
haber predicho la tragedia que seguiría solo unos meses después. En momentos en
que escribo esto, el virus ha infectado más de 71,9 millones de personas y se
ha llevado más de 1,62 millones de vidas a nivel global, casi 786 mil de ellas
en las Américas, incluyendo a Estados Unidos. El año pasado recalqué la falta
de coherencia entre los líderes seleccionados, que incluían a Greta Thunberg,
la caravana de migrantes centroamericanos, Donald Trump, los manifestantes de
Puerto Rico, por nombrar algunos. Me pregunté si volvería a haber un momento en
el que los temas que definen nuestra era nos darían claridad a estas luchas
sociales y políticas. Ese momento puede que haya llegado, y los reconocidos
como el Personaje GDA de este año representan esa esperanza para el futuro.
Para el Grupo de Diarios América (GDA)
Christopher Sabatini, es investigador asociado senior
para América Latina en The Royal Institute for International Affairs (Chatham
House), Londres
Por: Christopher
Sabatini
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