En ebullición: las convulsiones políticas vuelven a sacudir a América Latina
La pandemia puso en pausa las protestas de 2019, pero
agravó la situación social y económica; la violencia en Colombia y la ofensiva
contra la Justicia en El Salvador, ejes de las crisis que agitan la región
Víctor GarcíaRubén GuillemíDaniel LozanoRamiro
Pellet LastraMarcelo
Silva de Sousa
Un manifestante antigubernamental devuelve un bote de gas
lacrimógeno a la policía durante los enfrentamientos en Bogotá, Colombia, el
miércoles 5 de mayo de 2021. Las protestas que comenzaron la semana pasada por
una propuesta de reforma tributaria continúan a pesar de que el presidente Iván
Duque retiró el plan tributario el domingo 2 de mayo. (AP Foto/ Fernando
Vergara)
Dos años atrás miles de manifestantes cubrieron las calles
de América Latina, en un estallido que se expandió desde el centro
de Bogotá hasta la icónica Plaza Italia de Santiago de Chile. El presidente
ecuatoriano, Lenín Moreno, escapó de Quito por temor al desborde. Y el
presidente boliviano Evo Morales terminó cayendo en medio de una violenta
crisis institucional.
La pandemia puso en pausa el malestar ciudadano y la
inestabilidad política. Pero agravó la situación social y económica. Ahora,
mientras la región atraviesa la segunda ola de coronavirus, parece arrancar una
nueva ola de inestabilidad social e institucional.
EN
QUÉ CONSISTE LA PUGNA POR LAS PATENTES Y CUÁL PUEDE SER EL RIESGO DE LIBERARLAS
Los sondeos muestran a presidentes en su punto más bajo
frente a la ciudadanía, y a otros jefes de Estado que, con o sin apoyo popular,
comienzan a echar mano de soluciones autoritarias, además de los que ya lo
hacían como marca registrada como el chavismo venezolano.
América Latina
El presidente brasileño, Jair Bolsonaro, tiene
un frente de tormenta que combina la persistencia de la pandemia -en su punto
crítico-, con un bajo nivel de popularidad y una comisión del Congreso que
comenzó a indagar la cuestionada gestión del gobierno frente a la crisis
sanitaria.
También está en problemas el presidente colombiano, Iván
Duque. Las protestas contra la reforma impositiva que impulsaba sacaron a
la calle a miles de manifestantes. La dura represión a las marchas derivó en un
agravamiento de la situación y acrecentó las críticas al gobierno.
Paraguay vivió este año momentos inéditos: concentraciones
de miles de manifestantes, protestas diarias y escraches incluso frente a la
casa del presidente Mario Abdo Benítez y otros dirigentes
políticos, además de un intento fallido de juicio político en su contra.
Chile, el foco más caliente de las protestas de 2019, se
enfrenta al resultado de esas manifestaciones: las elecciones para la
Asamblea Constituyente que deberá renovar la Constitución de la era de
Pinochet. La incógnita es qué modelo de país surgirá de ese nuevo
texto.
Otra incógnita comenzará a resolverse más pronto. Después de
ver pasar cuatro presidentes en cinco años, tres de ellos en 2020, Perú
va a elecciones en junio para decidir en ballottage entre dos
candidatos, a izquierda y derecha, ambos con discutibles credenciales
democráticas.
Si de elecciones se trata, la victoria en los recientes
comicios parlamentarios le dio al oficialismo del presidente salvadoreño, Nayib
Bukele, un envión autoritario que condujo a la destitución de cinco jueces
de la Sala Constitucional de la Corte Suprema.
Y Venezuela, ya instalada en un modo autoritario de
gobierno, vio en estos meses cómo se traducían las distintas crisis que viene
viviendo -social, económica y política-, en una crítica situación sanitaria
debido a la pandemia, en particular por la lentitud de su campaña de
vacunación.
La policía enfrenta a manifestantes antigubernamentales que bloquean una carretera en Gachancipa, Colombia, el viernes 7 de mayo de 2021
Violencia y tensión social en Colombia
El paro nacional cumplió 12 días, un año y medio después del
inicio de las protestas antigubernamentales de 2019, aplacadas solo por el
impacto de la pandemia. Para
dejar claro que las demandas sociales no estaban resueltas, solo suspendidas de
forma momentánea.
“Colombia ha dejado acumular varios problemas, que se
conjugaron y agravaron en esta coyuntura. Un problema social, atenuado por los
ingresos de la economía informal e ilegal. Un problema financiero, dilatado por
la incapacidad de tocar las grandes fortunas y a los propietarios rurales. Una
crisis de la institución policial, que se refleja en la actitud frente a los
jóvenes más disconformes. Y un problema político, derivado de la elección de un
presidente que no llegó por sus propios votos. El coronavirus las realzó
todas”, dijo a LA NACION el filósofo y analista Jorge Giraldo.
Lo que empezó como una rebelión contra la inoportuna e
injusta reforma tributaria se convirtió en un clamor nacional que puso al
presidente Iván Duque contra las cuerdas. En el mismo movimiento que ya realizó
en 2019, Duque convocó un diálogo nacional. Pero el pulso es diario con
marchas y bloqueos y las circunstancias son más difíciles, complicadas además
por la cercanía de las elecciones presidenciales (2022) y por la violencia
protagonizada por la policía, acusada por la mayoría de las 26 muertes
reconocidas por la Defensoría del Pueblo. El despliegue de grupos
extremadamente violentos, asociados a las guerrillas, y el bloqueo de rutas,
con la consiguiente afectación al abastecimiento y a la lucha contra la
pandemia, son los otros factores en juego.
El presidente de El Salvador, Nayib
Bukele, frente a la Asamblea Legislativa
La arremetida contra la Justicia en El Salvador
Nayib Bukele entró en ebullición política el 1 de mayo. Por
algo El Salvador es tierra de volcanes. La deriva autoritaria del “presidente
más cool del mundo” se
llevó por delante al fiscal general y a cinco magistrados de la Sala
Constitucional de la Corte Suprema, para dejar muy claro que no se conforma
solo con el Poder Ejecutivo. Consolidada la toma de ambos poderes en la primera
sesión del nuevo Parlamento, bajo control total de los partidos que lo apoyan,
el mandatario agradeció al Ejército, el mismo que el año pasado le acompañó en
la toma de la vieja Asamblea Legislativa: “Quiero reiterar nuestro
agradecimiento por ayudar a salvar a nuestro país de los enemigos internos y
externos”.
Bukele no quería perder ni un solo día, sabedor de que está
en la cresta de la ola de la popularidad. El líder de Nuevas Ideas
presenta una gestión eficaz ante la pandemia y en la lucha contra la violencia,
más allá de si existe un pacto con las famosas maras o pandillas. Así
lo ratificaron los ciudadanos otorgándole a sus aliados un respaldo abrumador
en las elecciones parlamentarias.
Frente a este político tan astuto como megalómano, los
partidos surgidos tras el acuerdo de paz parecen dos ancianos arrastrados por
la corriente. Tan populista como hábil, Bukele sabía que su maniobra provocaría
la repulsa internacional, en especial la de Estados Unidos. Estaba en el guión,
como la resistencia demostrada por la sociedad civil, dispuesta a enfrentar la
arremetida.
Nicolás Maduro y una imagen de su
predecesor y mentor, Hugo Chávez
Maduro mueve fichas en medio del colapso sanitario
Los exmandatarios Rafael Correa y José Luis Rodríguez
Zapatero acudieron a Caracas para dar su espaldarazo a la última jugada de su
aliado Nicolás Maduro: imponer un Consejo Nacional Electoral (CNE)
“potable” para la comunidad internacional y como “primer paso” a un rosario de
reformas, que se plasmarían en las elecciones regionales y locales de este
año. Algunos aceptaron la invitación (Unión Europea y España), unos
pocos se mantienen a la expectativa (Estados Unidos y Canadá) y otros la
rechazan de plano (OEA). La maniobra esconde un guiño a Washington, precedido
de la liberación de los seis directivos de Citgo, la filial estadounidense de Petróleos
de Venezuela (Pdvsa), y del acuerdo con el Programa Mundial de Alimentos. El
objetivo es la retirada de las sanciones en medio del colapso económico y
social que castiga al país.
Estos “avances” suceden, en cambio, en medio de un escenario
muy bolivariano, ya
que las tropas venezolanas combaten en la frontera contra los rebeldes
de las FARC para favorecer a sus aliados Iván Márquez y Jesús Santrich, y
también al ELN, en su lucha por pasillos para el narcotráfico. En Caracas, el
chavismo desplegó una operación de caza y captura contra las ONG, su actual
objetivo para atornillar el control que mantiene contra la sociedad.
Mientras, el gobierno colombiano no dudó en culpar al
chavismo de “injerencia” y financiar parte de la violencia que se desarrolla en
el país vecino. “Saque sus sangrientas manos del pueblo colombiano”,
exigió el presidente ecuatoriano Lenín Moreno.
Trabajadores de la salud protestan
contra el presidente brasileño Jair Bolsonaro y rinden homenaje a los colegas
que murieron por complicaciones del coronavirus, el 1 de mayo de 2021Sergio
Lima - AFP
Bolsonaro, bajo presión por la pandemia en Brasil
“Un tribunal de guerra durante la guerra”. La metáfora que
usó Paulo Guedes, ministro de Economía de Brasil, para llamar a la
Comisión Parlamentaria (CPI) que comenzó a investigar las omisiones del
gobierno federal en la pandemia dice mucho sobre la presión que enfrenta Jair
Bolsonaro.
La gestión del presidente comenzó a ser indagada en el
Senado con testimonios de dos ex ministros de Salud que lo comprometieron al
exponer un “asesoramiento paralelo” al de Salud con influencia de uno de sus
hijos, así como la permanente presión del derechista por ampliar el uso de la
cloroquina contra el Covid-19, incluso a través de un decreto que no prosperó
debido a resistencia de la agencia sanitaria. Tras una leve
desaceleración de su curva en los últimos días, Brasil registra un promedio de
2100 muertes diarias y se aproxima a un total de 420.000.
Es muy probable que el desgaste por la exposición de la mala
administración de la pandemia, opina el politólogo y profesor del Insper
Leandro Consentino, tenga consecuencias más políticas que jurídicas. Lula
da Silva, habilitado para competir en 2022, aparece como el gran desafío de
Bolsonaro, quien en varios sondeos se muestra resiliente. El
presidente sigue apareciendo como el político más popular aunque con un
escenario cada vez más incierto para una segunda vuelta.
El nerviosismo de Bolsonaro frente a la CPI lo llevó a
radicalizar su discurso. Esta
semana atacó a China al cuestionar si el virus no fue creado en un laboratorio y
aseguró que tiene preparado un decreto para bloquear las medidas restrictivas
de alcaldes y gobernadores y cumplirlo con el ejército. El escenario de mayor
presencia en las calles como el 1 de mayo, cuando miles de bolsonaristas
salieron en las principales ciudades, aparece en el horizonte.
“Cuanto mayor sea la desesperación, el presidente se
radicalizará más e intentará poner a su núcleo duro en la calle. Si no consigue
ampliar su apoyo por la gestión errática de la pandemia, necesitará al menos
fidelizar a su base para 2022”, dijo Consentino.
Algo parece claro en Brasil. El fortalecimiento de
Lula y la resiliencia de Bolsonaro, los dos máximos favoritos para
2022, pregonan un país al que le esperan serias dificultades para sortear la
polarización.
Residentes limeños votan en Villa del Triunfo, en la primera ronda que determinó el pase a ballottage de Pedro Castillo y Keiko FujimoriGuadalupe Pardo - AP
Polarización en plena crisis sanitaria en Perú
Hasta principios de 2020, Perú se jactaba de ser una de las
economías más dinámicas de América Latina, con un crecimiento sostenido con eje
en la minería que impregnó de alguna manera las demás actividades comerciales y
productivas durante tres décadas.
Pero ese crecimiento jamás pasó a la fase de desarrollo, y
se movía en conjunto con una economía informal que involucraba a más de la
mitad de la población. Todo ese castillo de naipes se derrumbó con la
llegada intempestiva de la pandemia.
El desempleo escaló a niveles sin precedentes en lo que va
del siglo. Y mientras muchos trabajadores del interior tomaban el camino de
regreso a sus pueblos, los que quedaron en Lima salieron a ganarse el pan de
cualquier manera, aún cuando arreciaban los contagios.
La pandemia hizo volar por los aires la capacidad de
respuesta de los hospitales. Ya van más de 1.800.000 casos y 63.000
muertos sobre el total de 32 millones de habitantes del país. Al mismo
tiempo el PBI se deslizó varios puntos el año pasado, -11,12%.
Las crisis sanitaria y económica se sumaron así a una crisis
de larga data, la política, en un diabólico tridente que puso en suspenso la
vida del país tal como se lo conocía. Desde
2016 se sucedieron cuatro jefes de Estado, por sucesivas renuncias y
destituciones, tres en una misma semana de noviembre de 2020, de donde
emergió Francisco Sagasti como presidente interino.
Ahora los peruanos tienen la esperanza en la segunda vuelta
electoral del 6 de junio próximo, donde decidirán entre el izquierdista Pedro
Castillo (43% de las intenciones de voto, según las encuestas) y la
derechista Keiko Fujimori (34%), la hija del expresidente
Alberto Fujimori.
Pero desenredar la madeja de problemas del país puede
requerir más que el esfuerzo de un presidente, por lúcido que resulte. Será
clave un entendimiento con el Congreso, algo hasta ahora esquivo, para llevar
adelante una agenda que siente nuevas bases de convivencia.
Despliegue de carabineros en
Santiago de Chile, en febrero pasado. La policía fue muy cuestionada por la
represión de las protestas de 2019
Elección clave en Chile en el momento más bajo de Piñera
La pandemia aplacó la intensidad que alcanzaron los
movimientos sociales con el estallido de 2019, pero la tensión se trasladó al
gobierno encabezado por Sebastián Piñera. Cuando resta menos de un año para que
finalice su segundo mandato, el presidente chileno experimenta su mayor crisis
de popularidad. Tras la promulgación del tercer retiro de los fondos de
pensiones, proyecto al que se opuso e intentó bloquear a través del Tribunal
Constitucional, Piñera
alcanzó un mínimo histórico de 9% de aprobación. La derrota política
activó un cambio de estrategia en La Moneda y el jefe de Estado se vio obligado
a tender puentes con la oposición para evitar el desfonde del sistema de
pensiones y aumentar las ayudas sociales ante la crisis sanitaria.
Obligado a ceder su protagonismo y con una pérdida de
influencia en su propio sector, el gobernante se alista para sortear el otro
hito que se avecina: las elecciones del próximo 15 y 16 de mayo. Los
chilenos elegirán a los encargados de redactar la nueva Constitución, además de
otros cargos de representación popular como alcaldes, concejales y
gobernadores. La gran duda está relacionada con el grado de
participación ciudadana en el proceso, en medio de un contexto de disminución
del ritmo de vacunación. Si bien se estabilizaron los contagios de Covid-19, el
Colegio Médico chileno indicó que aún “no están las condiciones” para realizar
la votación por el alto porcentaje de ocupación de camas de terapia intensiva.
Llegada de vacunas de la India a Paraguay, que sufre un
colapso sanitario por el desborde de casos
Colapso del sistema y protestas sociales en Paraguay
“No es fácil ser presidente en este momento donde nuestra
gente está sufriendo”, reconoció Mario Abdo Benítez, el presidente de Paraguay, uno
de los países que pasó de modelo en el manejo de la pandemia a ser de los más
golpeados por los contagios y muertes en la región.
Durante la mayor parte de 2020 el número de casos diarios
fue de algunas decenas en la primera mitad del año, y luego, de algunos
centenares, mientras las autoridades se ufanaban del éxito de las
rápidas medidas que habían tomado en los comienzos para contener la
pandemia. Pero en 2021 la curva ascendió de manera dramática hasta más
de 2000 contagios y 100 muertes al día.
En marzo el sistema sanitario colapsó y el Ministerio de
Salud tuvo que suspender todas las cirugías programadas en los hospitales
públicos para centrar los esfuerzos en la contención de la pandemia.
A la ausencia de camas para los enfermos en los hospitales
públicos se unió la escasez de medicamentos e insumos, mientras que en los
centros privados se exige un depósito prohibitivo de 5000 dólares.
La crisis desató una inusual protesta en las calles del
personal sanitario que fue acompañado por miles de personas. Hubo
violentos enfrentamientos en los que las fuerzas de seguridad lanzaron balas de
goma y gases lacrimógenos contra los manifestantes. El descontento
costó el cargo a varios ministros, entre ellos el de Salud, Julio Mazzoleni.
A la frágil situación sanitaria y social se sumó esta
semana un escándalo por un vacunatorio vip. En un país donde apenas el
1,8% de la población recibió al menos una dosis del inmunizante y por ahora
solo están incluidos los mayores de 75 años, un informe periodístico reveló que
unos 500 funcionarios, políticos y autoridades locales, muchos de ellos
jóvenes, habían sido vacunados.
La denuncia forzó el alejamiento de la senadora oficialista
Mirta Gusinky, de 73 años, quien negó insistentemente haber sido inmunizada,
hasta que salió a la luz su certificado de vacunación.
Víctor GarcíaRubén GuillemíDaniel LozanoRamiro
Pellet LastraMarcelo
Silva de Sousa
Tomado de la nación de ar
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