A orillas del Riachuelo - Casi 3 millones de personas residen en forma precaria a la
vera del río expuestas a una fuerte contaminación que afecta su salud y su
calidad de vida - Por Micaela Urdinez |
Foto: LA NACION / Santiago Hafford
"Estamos tomando agua con mierda", se lamenta con
vehemencia María Alfaro, delegada vecinal de la manzana 25 de la villa 21-24,
una zona lindera al Riachuelo en Barracas. Lo dice mientras muestra los caños
rotos de las cloacas en el piso de la zona denominada Meandro de Brian -una de
las más afectadas-, de donde se relocalizaron a 59 familias.
"Tomamos, nos bañamos y cocinamos con agua servida.
Hace 9 meses que hicieron la primera relocalización y nos prometieron que iban
a dejar todo esto en buenas condiciones, y no sanearon nada. Cuando tiraron
abajo las casas de los que se fueron, dejaron los caños de agua y de cloacas
sin conectar, y ésta es el agua que sale de la tierra y nos contamina
todo", dice Alfaro.
Este es uno de los tantos padecimientos con los que tienen
que convivir las 3 millones de personas asentadas en las orillas del Riachuelo,
uno de los 10 lugares más contaminados del mundo, según el reciente estudio
publicado por la organización Blacksmith Institute, y difundido junto con la
Cruz Verde Suiza. Sobre la cuenca Matanza-Riachuelo, el informe señala que unas
"15.000 industrias lanzan efluentes en el río y que los fabricantes de
químicos son responsables de más de un tercio de la contaminación. En 2008, el
suelo en las orillas del río contenía niveles de cinc, plomo, cobre, níquel y
cromo por encima de los niveles recomendados".
Basurales, pantanos, cloacas desbordadas, humo tóxico,
viviendas precarias, falta de servicios básicos, riesgos a la salud y agua
contaminada son parte del único paisaje que pueden ver, oler y sufrir.
Duele en el alma, en la conciencia social, en la propia
humanidad, recorrer las calles inundadas de villa Inflamable en Avellaneda, o
las de la villa 21-24, dos de las zonas más afectadas por los embates del
Riachuelo. El agua no filtra, las cloacas se rebalsan inundando las casas, la
basura hace las veces de patio de las casas y hasta se cuela por sus ventanas;
el olor nauseabundo llegó para quedarse y las casas -de madera y chapas- tienen
casi tantas hendijas como la esperanza de que algún día se van a poder mudar a
un lugar mejor.
Entretanto, las familias pasan sus días atrapadas en este
infierno. Los niños se enferman, se les cae el pelo, les sangra la nariz, les
duelen los huesos. Y mientras tanto, los reclamos no tienen eco, los plazos se
estiran y como los esfuerzos están puestos en reubicarlos, invertir en estos
barrios para mejorar su situación actual, no pareciera ser una prioridad.
La cuenca Matanza-Riachuelo tiene una longitud aproximada de
60 km y está conformada por la ciudad de Buenos Aires (CABA) y 14 municipios,
entre los cuales se encuentran La Matanza, Avellaneda, Lanús, Lomas de Zamora,
Esteban Echeverría, Ezeiza, Gral. Las Heras, Marcos Paz, Merlo, Morón, San
Vicente, Pte. Perón, Almirante Brown y Cañuelas.
Para hacerle frente al enorme grado de contaminación
presente en la cuenca, en 2006 se crea la Autoridad de Cuenca Matanza Riachuelo
(Acumar), un comité autónomo, autárquico e interjurisdiccional que conjuga el
trabajo con los tres gobiernos que tienen competencia en el territorio: Nación,
provincia de Buenos Aires y de la ciudad. En 2008, la Corte Suprema de Justicia
exigió en un fallo histórico la puesta en marcha de acciones que mejoren la
calidad de vida de los habitantes de la cuenca, recompongan el ambiente en
agua, aire y suelos, y prevengan "daños con suficiente y razonable grado
de predicción". A su vez se conformó un cuerpo colegiado para el control del
Plan de Saneamiento, liderado por el defensor del pueblo de la Nación e
integrado por un grupo de ONG (al estar vacante el puesto de defensor del
pueblo de la Nación, el organismo se encuentra acéfalo).
En este proceso, las jurisdicciones plantearon un plan de
relocalización para todas las familias que están en riesgo a zonas en buen
estado ambiental, habitacional y de servicios públicos. Si bien se han
reubicado a algunas familias, todavía quedan relocalizar a 1334 en la villa
21-24 de Barracas, a 206 en la villa 26 y a 1600 en villa Inflamable, en Dock
Sud, Avellaneda.
La gran concentración de industrias ha provocado, entre
otros factores, la contaminación del río con metales pesados como mercurio,
cinc, plomo y cromo, entre otros, y las aguas servidas provenientes de las
napas saturadas de toda la cuenca. Dicha contaminación conduce a enfermedades
que afectan a la población asentada a lo largo del río, como patologías
broncopulmonares, asma, enfermedades de la piel, problemas intestinales, altos
niveles de plomo en sangre y hasta casos de cáncer o leucemia.
"Nosotros planteamos la necesidad de una vigilancia
epistemológica y de hacer un mapa de riesgo, que incluya situaciones de
vulnerabilidad y factores de riesgo ambiental de toda la cuenca para poder
determinar cuáles son las zonas más amenazadas. Estos estudios, además de
determinar patologías individuales, sirven para detectar patrones generales de
riesgo, para identificar las fuentes del problema y proponer posibles
soluciones", explica Javier García Espil, coordinador del equipo
Matanza-Riachuelo del Área de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la
Defensoría del Pueblo de la Nación.
En términos de salud, según el último informe de la Acumar
de 2013, existieron 88.470 casos de diarreas durante ese lapso y 65.044 de
bronquiolitis en menos de 2 años. En cuanto a los niveles de contaminación, de
los 25 pozos relevados, 6 tenían límites de nitratos superiores al límite
permitido; existen 61 microbasurales, 17 basurales y 5 macrobasurales, y el 50%
de las empresas opera fuera de los parámetros de vuelco definidos por la
normativa ambiental vigente.
Sin embargo, Pujo sostiene que a pesar de estos avances, los
cursos de agua del Matanza-Riachuelo mantienen niveles de contaminación medios
y altos en toda su extensión. ¿Cómo puede ser esto? "El problema está en
el fondo de la cuestión, y es que se plantean estándares muy bajos en términos
ambientales para los desechos de las empresas. Se empezó con un plan de reconversión
de industrias, que le pone límites que son bajos y con los cuales no van a
dejar de contaminar ni llegar al límite de la capacidad de depuración del río.
Hay 500 industrias reconvertidas y no mejoró para nada la situación del
agua", concluye Pujo. Los riesgos ambientales para los vecinos de la zona son
variados y numerosos, como cercanía a basurales, a industrias riesgosas y a
cursos de agua contaminados. A este cuadro se suman situaciones de
vulnerabilidad social, como la falta de acceso a servicios de agua y cloacas,
viviendas precarias y muchas otras necesidades básicas insatisfechas.
"Los que están expuestos a cuestiones más
problemáticas, para nosotros son los que deberían tener más prioridad. Se están
haciendo trabajos de remoción de residuos, pero la reconversión de las
industrias viene muy lento, y la mejora de la red de agua y cloacas en general
se omite en estos barrios informales. Mientras se decide si una familia va a
ser relocalizada también hay que tomar medidas de mitigación de riesgo. Si se
detecta que hay problemas con el agua, hay que entregar agua segura, y lo mismo
con temas de cloacas o de salud. En relación con la calidad de la vivienda
también se pueden tomar medidas intermedias, ya que hay muchas patologías que
tienen que ver con el contacto con el suelo directo", agrega García Espil.
Al caminar por los barrios se siente la incertidumbre de la
gente frente al proceso de relocalización y su angustia ante las condiciones
precarias en las que viven. Pero su principal miedo siempre es la salud de los
más chicos, que son los que más se ven afectados por afecciones pulmonares,
problemas en la piel o altos niveles de plomo en sangre.
"Los que viven en condiciones más precarias o encima de
fuentes de contaminación se quieren ir. Otros que viven en barrios hace muchos
años y están arraigados se quieren quedar. Lo que más complica no es la
voluntad individual, sino la incertidumbre: muchos no saben por qué los van a
relocalizar, adónde ni en qué plazos. Por eso pedimos la formación de mesas de
vecinos en cada barrio, para que los puedan informar sobre estos procesos.
También hubo problemas con complejos de viviendas que se entregaban en malas
condiciones; algunos no tenían gas, casas que se rajaban, que no tenían las
instalaciones apropiadas. Entonces hay muchas familias que no se quieren ir en
estas condiciones. Por eso lo que pedimos es que se le exija a la Acumar el
desarrollo de indicadores que permitan dar por aprobada la entrega de una
vivienda sólo en condiciones dignas", propone García Espil.
Los actores involucrados en este difícil y engorroso proceso
señalan que no se ha generado un actuar articulado entre las entidades
participantes en temas como el control industrial, la prioridad de obra pública
y el saneamiento de basurales.
Definitivamente hace falta acelerar los plazos para salvar a
las miles de familias que tienen comprometido su futuro y su presente. Tomado de
la nación de ar
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