Hambre en el mundo,
inseguridad alimentaria
NUTRICIÓN | MILLONES DE PERSONAS PASAN HAMBRE PESE A QUE EL
MUNDO TIENE LA POSIBILIDAD DE ALIMENTARLAS. LAS POLÍTICAS A FAVOR DE LA SEGURIDAD
ALIMENTARIA SON DISPAREJAS.
La reunión del G77+China ha convocado a representantes de
varios países considerados, paradójicamente, entre los más ricos y los más
pobres del mundo. Es así como al lado de las potencias petroleras árabes,
estuvieron sentados los portavoces de naciones que viven o han vivido la
hambruna en sus poblaciones. Dentro de las conclusiones de esta reunión se
tuvieron metas referidas a la seguridad alimentaria, pero más allá del papel lo
cierto es que 842 millones de personas en el mundo pasan hambre. Niños que se
despiertan y se duermen con hambre. Madres que tratan de alimentar a sus
familias en tierras áridas y difíciles. Familias enteras que no encuentran
alimentos o no pueden pagarlos y que replican la desnutrición y subnutrición en
un ciclo mortal (ver recuadro 1). El
alza de los precios de los alimentos en el mercado internacional es una de las
principales causas para que el número de personas con hambre no se reduzca, pero los motivos que provocan el hambre son
numerosos y complejos: políticas comerciales injustas, pobreza, falta de acceso
a agua potable, situación de discriminación de la mujer, desastres naturales,
violencia y conflictos armados, o pandemias, son algunas de ellas. El panorama no mejora para nada con la incidencia del cambio
climático. Hoy en día, una de cada seis personas en el mundo no consigue
suficientes alimentos para llevar una vida saludable y productiva, lo que
convierte al hambre y a la desnutrición en el principal riesgo a la salud
mundial –superando al SIDA, la malaria y la tuberculosis combinadas.
En el año 2000, 189 países ratificaron los Objetivos de
Desarrollo del Milenio (ODM) de las Naciones Unidas. El primero de estos
objetivos (ODM 1) pretende reducir a la mitad, para el año 2015, el número de
personas que pasan hambre. Sin embargo, el hambre y la desnutrición infantil
siguen figurando entre los desafíos más urgentes que la comunidad internacional
aún debe afrontar. ¿Qué hacer para llenar esos platos vacíos?
LAS CAUSAS DEL HAMBRE
En los últimos 20 años, las fluctuaciones de los precios de
los alimentos se han convertido en una clave desencadenante del hambre. Muchas
de las grandes crisis alimentarias de África Subsahariana se han producido en
el contexto de mercados bien abastecidos donde los más pobres no tenían con qué
pagar los altos precios que alcanzan los alimentos en el período de escasez,
entre cosechas.
La pobreza por sí sola no puede explicar el hambre, pero
afecta al acceso a los alimentos de las poblaciones más vulnerables. La mayoría
de los 1.020 millones de personas amenazadas por el hambre vive en una
situación de pobreza extrema, es decir, con menos de un dólar al día: con esto
no pueden acceder a los alimentos disponibles en el mercado ni a recursos
productivos como tierra y agua. La pobreza alimenta al hambre pero, también a
la inversa, la desnutrición merma el desarrollo físico e intelectual de
hombres, mujeres, niños y niñas y con ello su capacidad productiva.
Disponer de agua segura suficiente, asequible y accesible es
un requisito imprescindible para satisfacer el derecho a la alimentación: tanto
para el consumo como para la producción de alimentos. Asimismo, la falta de
saneamiento adecuado es origen de enfermedades que afectan a la productividad
de las familias y representan un coste adicional para sus ya debilitadas economías.
Sin embargo, una de cada cuatro personas en todo el mundo (1.400 millones) no
disponen de acceso a agua potable y una de cada tres (2.600 millones) no tiene
acceso a un saneamiento adecuado.
Las mujeres son responsables de la mitad de la producción de
alimentos a nivel mundial. Son las principales productoras de los cultivos
básicos que suponen hasta el 90% del sustento de la población rural en los
países pobres y desempeñan un papel crucial en garantizar una alimentación
adecuada en cantidad y calidad para toda la familia. Sin embargo, en muchas
partes del planeta existen numerosas barreras culturales, sociales y jurídicas
que impiden a las mujeres el acceso a los medios de producción y las excluyen
de la toma de decisiones, perjudicando su propio desarrollo y el de la
sociedad.
El 95% de las víctimas de desastres vive en países en
desarrollo. Aunque su exposición a terremotos, huracanes o volcanes no sea
mayor que en otros lugares, no han desarrollado mecanismos para prevenirlos,
mitigarlos o proteger a sus poblaciones. Los efectos de los desastres en estos
países suelen ser, por tanto, devastadores y agudizan el impacto de estos
fenómenos sobre el acceso a los alimentos de estas poblaciones. Por otro lado,
una de las principales consecuencias del cambio climático es una mayor
frecuencia de desastres naturales, como sequías o inundaciones, que afectan
negativamente a la producción de alimentos, en especial a la agricultura de
subsistencia. La violencia es uno de los principales desencadenantes del hambre
en su fase aguda. La ruptura de los sistemas de producción y de distribución de
alimentos, como consecuencia de un conflicto, es la primera causa de
desabastecimiento. Además, el hambre se ha convertido en un objetivo militar,
un arma para silenciar a las poblaciones. Indicadores del Banco Mundial
muestran que los países que han sufrido un deterioro de su situación
nutricional en los últimos años han vivido a su vez un conflicto o una violenta
crisis social.
Los mapas del SIDA y del hambre en el mundo se superponen.
El SIDA provoca más hambre y el hambre incrementa el riesgo de exposición a la
enfermedad. El SIDA reduce la capacidad de producción de las familias, cuando
alguno de sus miembros enferma. Al mismo tiempo que las necesidades de alimentos
se incrementan. El niño o niña seropositivo está, a su vez, más expuesto a
padecer desnutrición, ya que su cuerpo está debilitado y no puede combatir
ambas enfermedades. Además, los tratamientos antirretrovirales no funcionan
bien en niños desnutridos, por lo que su esperanza de vida se ve reducida
cuando no tienen una dieta adecuada. Junto al VIH/SIDA, el cólera, la
meningitis, y la fiebre amarilla, que afectan a millones de personas en todo el
mundo, son también causa de la pobreza, el hambre y la desnutrición.
CAMBIO CLIMÁTICO Y SEGURIDAD ALIMENTARIA
Es un hecho que el cambio climático empeorará las
condiciones de vida de agricultores, pescadores y de quienes viven de los
bosques, poblaciones ya de por sí vulnerables y en condiciones de inseguridad
alimentaria. Aumentarán el hambre y la malnutrición. Las comunidades rurales,
especialmente las que viven en ambientes frágiles, se enfrentan a un riesgo
inmediato y creciente de pérdida de las cosechas y del ganado, así como a la
reducida disponibilidad de productos marinos, forestales y provenientes de la
acuicultura. Los episodios climáticos extremos cada vez más frecuentes e
intensos tendrán un impacto negativo en la disponibilidad de alimentos, el
acceso a los mismos, su estabilidad y su utilización, así como en los bienes y
oportunidades de los medios de vida tanto en zonas rurales como urbanas. La
población empobrecida correrá el riesgo de inseguridad alimentaria por la
pérdida de sus bienes y por la falta de una cobertura de seguros adecuada. La capacidad
de la población rural de convivir con los impactos producidos por el cambio
climático depende del contexto cultural y de las políticas existentes, así como
de factores socioeconómicos como el género, la composición de los hogares, la
edad y la distribución de los bienes en el hogar. Los seres humanos, las plantas, el ganado y la pesca estarán
expuestos a nuevas plagas y enfermedades que crecen sólo a determinadas
temperaturas y condiciones de humedad. Esto implicará nuevos riesgos para la
seguridad alimentaria, la inocuidad de los alimentos y la salud humana. La
agricultura contribuye al cambio climático, pero es también parte de la
solución
Las emisiones de gases de efecto invernadero provenientes de
los sectores agrícola y forestal representan actualmente más del 30% de las
emisiones anuales (la deforestación y degradación de los bosques el 17,4%, la
agricultura el 13,5%). La agricultura, no obstante, puede contribuir a reducir
las emisiones de gases de efecto invernadero, así como su impacto, mediante el
manejo de los servicios del ecosistema, la disminución de los cambios del uso
de la tierra y la deforestación vinculada a ello, el uso de variedades de
cultivo más eficaces, un mejor control de los incendios fortuitos, la nutrición
mejorada del ganado de rumiantes, un manejo más eficaz de los desechos del
ganado, el manejo del suelo orgánico, la agricultura de conservación y sistemas
agroforestales. Además de reducir la emisión de gases de efecto invernadero,
las tierras de pasto y cultivo bien manejadas pueden secuestrar cantidades
significativas de carbono. El 40% de la biomasa de la tierra, y con ella el
carbono biológico, está directa o indirectamente manejada por agricultores,
silvicultores o pastores. Está en su interés adoptar sistemas de manejo que
combinen la mitigación y la adaptación, mejorando así tanto la seguridad
alimentaria local como mundial.
¿QUÉ PASA EN BOLIVIA?
La población boliviana, de acuerdo a datos del Instituto
Nacional de Estadística (INE), ha crecido desde 1,766,450 habitantes en 1900; a
2,704,165 en 1950; 8,328,700 en 2000, hasta alcanzar los 10,200,000 de
habitantes el 2010 con una variante importante: mientras que en 1950 la
población rural era del 65 por ciento, en la actualidad esta es apenas del 35
por ciento. Es un país eminentemente urbano, con su población concentrada en la
parte occidental del país. Una característica importante es que la
concentración mayor se da en el eje central conformado por La Paz - Cochabamba
- Santa Cruz. El fenómeno de integración física del territorio nacional,
mediante la construcción de vías camineras ha determinado que la producción
agropecuaria nacional que antes alimentaba al país, situada en la parte andina
se haya desplazado hacia el oriente boliviano. Con el departamento de Santa
Cruz, como el principal proveedor de alimentos -de hecho la política nacional
iniciada por el gobierno del Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR) en
1952, apuntó de manera clara hacia ese objetivo-, seguido por el Beni y el
Chaco en la producción de carne bovina. Según datos del INE, el Producto
Interno Bruto (PIB) agropecuario de Santa Cruz, representó en promedio el 44
por ciento del PIB agropecuario nacional en el período 2005-2009, frente a un
39.2 por ciento en 1995.
La industria avícola, principal proveedora de carne de pollo
y huevos se encuentra asentada en Santa Cruz y Cochabamba, pero depende de la
provisión de alimento balanceado de la agroindustria cruceña. Igual sucede con
la producción de lácteos, la mayor producción se da entre Cochabamba y Santa
Cruz, con una producción menor en la cuenca lechera de La Paz, pero, la
productividad se sustenta en los alimentos balanceados producidos por la
agroindustria cruceña. Los datos de pobreza revelan al mismo tiempo que un 70
por ciento de la población acusa índices de pobreza elevados, contando al menos
30 por ciento con extrema pobreza, lo cual a su vez se encuentra asociado con
deficiencia alimentaria, debe recordarse que los grupos de ingresos más bajos
destinan alrededor de un 70 por ciento de sus ingresos a la adquisición de
alimentos. Por otro lado, la expansión del cultivo de la coca, con un doble
efecto: deterioro de los suelos y contaminación de los cursos de agua, debido a
los desechos tóxicos procedentes de los procesos de
"industrialización" de la hoy reconocida hoja sagrada en la nueva
Constitución Política del Estado (CPE), provocan una creciente pérdida de la
cubierta vegetal del territorio nacional, particularmente en la región
amazónica del país, departamentos de Cochabamba, Santa Cruz, y Beni. De acuerdo
a Nora Mengoa, coordinadora general del Centro Boliviano de Investigación y
Acción Educativa (CEBIAE), en Bolivia existen políticas destinadas a resguardar
la seguridad alimentaria, pero no la educación necesaria para que los
habitantes sepan qué es bueno y qué no para su nutrición. Un estudio realizado
por esta institución en varios colegios, demostró por ejemplo que los estudiantes
están acostumbrados a comer comida “chatarra”, en detrimento de su salud porque
si bien el tema ha entrado a la currícula educativa, no se ha profundizado lo
necesario.
Otro tema que es importante es el de la importación y
exportación de alimentos. La quinua, uno de los alimentos más nutritivos que
existe tiene precios muy altos para la mayoría de los bolivianos que no pueden
consumirla, “se prioriza más el tema del mercado de exportación”, explica
Mengoa. Lo mismo sucede con otros alimentos que son vendidos al exterior y que
muchas veces faltan en la canasta del país, como es la harina de trigo.
Bolivia sufre hoy la escasez de carne a consecuencia de las
inundaciones que sufrió Beni y a la falta de políticas de previsión pese a que
se aseguró que esto no sucedería. El alza de precios en este alimento
repercutirá directamente en la canasta familiar y en la nutrición de las
familias. Urge por ello una política estructurada en la prevención y mitigación
de los desastres naturales, priorizando la dieta de los bolivianos más allá del
discurso y las buenas intenciones.
EN LA LISTA
56 países están en una situación "grave" o
"muy grave" por sus insuficiencias alimentarias, encabezados por
Eritrea, Burundi y Comores, según el Índice Global del Hambre de 2013.
El Índice Mundial del Hambre, es resultado del trabajo
conjunto del Instituto Internacional de Investigación sobre Políticas
Alimentarias (IFPRI) estadounidense, y las ONG Concern Worldwide irlandesa y
Welthungerhilfe alemana.
Los conflictos armados, las catástrofes naturales y los
elevados precios de los alimentos son las principales causas que afectan a la
situación alimentaria mundial, denunció Bärbel Dickamnn, presidenta de
Welthungerhilfe. Tras Eritrea, Burundi y Comores, en situación extrema, la
lista de los 16 países con problemas "muy graves" la componen Timor
Oriental, Sudán, Chad, Yemen, Etiopía, Madagascar, Zambia, Haití, República
Centroafricana, Sierra Leona, Burkina Faso, Mozambique, India, Tanzania, la
República del Congo y Níger. Otros treinta y siete sufren una carencia
alimentaria "grave", grupo en el que aparecen Guatemala y Bolivia.
Para la realización del informe se han tenido en cuenta tres
parámetros: el porcentaje de personas infraalimentadas, el porcentaje de niños
por debajo de cinco años que sufren carencias alimenticias y la tasa de
mortalidad infantil también por debajo del lustro de vida. El sudeste asiático
y el África al sur del desierto del Sáhara son los que presentan los peores
datos. (Con datos de Fundación Milenio, Programa Mundial de Alimentos (PMA),
Acción Contra el Hambre, El Observador)
¿QUÉ ES EL HAMBRE?
El hambre es la
sensación de falta de alimentos en el estómago. Sin embargo, el hambre se
manifiesta de diferentes maneras y cada una es definida de forma distinta:
• La Subnutrición es el término usado para
describir la situación de aquellas personas cuya ingesta de energía alimentaria
es por debajo del mínimo requerido para
llevar una vida activa.
• Desnutrición es más una medida de lo que comemos o no
comemos. La desnutrición se caracteriza
por la falta de ingesta de proteínas, calorías (energía) y micronutrientes, y
por las frecuentes infecciones y enfermedades en las personas. Incluso, al ser
privadas de una correcta nutrición, las personas se mueren de infecciones
comunes como la diarrea o el sarampión. La desnutrición no se mide por la
cantidad de comida que se ingiere, sino por las medidas antropométricas- peso o
talla - y la edad.
• Emaciación es un
indicador de desnutrición aguda que refleja un grave y reciente proceso que ha
conducido a una pérdida de peso sustancial. Usualmente esto suele ser el
resultado del hambre a largo plazo y/o enfermedad degenerativa.
• 842 millones de personas no tienen lo suficiente para
comer. Esta cifra ha disminuido en 156
millones desde 1990.
• La gran mayoría de personas con hambre (827 millones) vive en países en vías de desarrollo, en
donde el 14,3 por ciento de la población está desnutrida.
• Del total de personas con hambre en el mundo, alrededor de
552 millones viven en Asia y Oceanía, pero la tendencia es a la baja.
• Las mujeres constituyen un poco más de la mitad de la
población mundial, pero representan más
del 60% de las personas con hambre en el mundo.
• La desnutrición contribuye con la muerte de 2,6 millones
de niños menores de 5 años, un tercio
del total global.
• En los países en
desarrollo, uno de cada seis niños—casi 100 millones—tiene bajo peso.
• Uno de cada cuatro niños en el mundo tiene retardo en el
crecimiento. En los países en desarrollo
la proporción puede aumentar a uno de cada tres.
• El 80% de los niños con retraso en el crecimiento viven en
20 países.
• Unos 66 millones de niños van a la escuela primaria con
hambre en los países en vías de
desarrollo, de los cuales 23 millones están en África. Tomado de los tiempos de
Bolivia
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