Saneamiento sin pausa - Con un área aproximada de 5,2 kilómetros cuadrados y una
profundidad media de nueve metros, la Bahía de La Habana se erigió durante
varios siglos como la principal puerta al intercambio comercial de Cuba con el
exterior Autor: Orfilio Peláez |
A pesar de los avances registrados en su saneamiento,
todavía es alta la presencia de desechos sólidos y otros contaminantes en la
rada habanera. Foto: Jose M. Correa
Con un área aproximada de 5,2 kilómetros cuadrados y una
profundidad media de nueve metros, la Bahía de La Habana se erigió durante
varios siglos como la principal puerta al intercambio comercial de Cuba con el
exterior.
El notable tránsito de barcos que tal condición generó,
unido al efecto combinado del progresivo aumento en el número de núcleos
poblacionales y de la cantidad de fábricas e industrias asentadas en sus
alrededores, y al colapso de un obsoleto sistema de alcantarillado
(construido entre 1913-1915), cuya
capacidad dista mucho de responder a las necesidades actuales, condujeron al
marcado deterioro ambiental de la rada capitalina.
Así, a finales de la década de los 80 del pasado siglo llegó
a convertirse en una de las más contaminadas de la región del Caribe, al punto
que casi desapareció todo vestigio de vida animal en sus turbias aguas.
Para empezar a revertir tan sombrío panorama, el 15 de junio
de 1998 el Comité Ejecutivo del Consejo de Ministros creó el Grupo de Trabajo
Estatal para el Saneamiento, Conservación y Desarrollo de la Bahía de La
Habana (GTE-BH), lo cual marcó un hito en los esfuerzos nacionales por
propiciar el gradual rescate del ecosistema, incluida la totalidad de su cuenca
hidrográfica que abarca 85 kilómetros cuadrados.
CERRAR ESPACIOS A LA CONTAMINACIÓN
Quienes pescan en el área de la Bahía deben saber que la
calidad de las aguas permanece dentro de rangos no aptos para el consumo humano
de ese tipo de alimentos. Foto: Jose M. Correa
Según indicó el Máster en Ciencias Santiago Reyes Pérez,
director adjunto del GTE-BH, tras dieciséis años de ininterrumpida labor, la
carga contaminante que llega a la bahía procedente del sector industrial y de
los servicios disminuyó en poco más de un 70 % con respecto a las cifras de hace
tres lustros, mientras se elevó de manera significativa el nivel de oxígeno
disuelto en el agua, al pasar prácticamente de una media de cero a poco más de
4,5 miligramos por litro.
Este último es considerado el principal indicador de la
recuperación, cuyo signo más evidente es la reaparición de aves y peces, que
por mucho tiempo estuvieron ausentes de allí.
Otro impacto favorable es la reducción de la contaminación
por hidrocarburos, motivada básicamente por el cierre definitivo de varias
plantas generadoras de electricidad, el cambio tecnológico de la fábrica de Gas
Manufacturado de Melones, y una gestión un poco más eficiente de sus
residuales por parte de la Refinería de Petróleo Ñico López, y del resto de las
industrias ubicadas en la cuenca tributaria interior de la Bahía.
También y a pesar de los contratiempos referidos a la no
siempre disponibilidad de grúas especializadas para acometer esa labor, en los
últimos tres lustros se extrajeron 66 embarcaciones de mediano y pequeño
porte hundidas en la rada, así como alrededor de 550 pilotes de grandes portes,
que formaron parte de muelles portuarios desactivados durante años.
Paso crucial lo constituye la implementación desde el 2012
de un programa para el saneamiento de los ríos Luyanó, Martín Pérez y Arroyo
Tadeo, que aportan al ecosistema capitalino importantes volúmenes de
residuales líquidos y sólidos de origen doméstico e industrial.
Tales acciones se ejecutan con trabajos voluntarios
organizados por el GTE-BH, y contemplan la extracción de bolsas plásticas,
gomas y demás objetos contaminantes, la chapea de las orillas y la siembra de
árboles en ambas riberas, tarea desarrollada en coordinación con las
autoridades de los municipios por donde estos cruzan, instituciones como el
Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos, la población en general y
activistas locales.
Como refiere la Máster en Ciencias Johanna Socarrás Stable,
directora de Educación Ambiental y Trabajo Comunitario del GTE-BH, la citada
arista es parte esencial de los esfuerzos por recuperar tan significativo
ecosistema y ya suman 317 las escuelas de la cuenca hidrográfica involucradas
en ese tipo de actividad dirigida a fomentar en los estudiantes una cultura a
favor de su cuidado.
Igualmente, el Programa de Educación Ambiental Comunitaria
cubre hoy 23 Consejos Populares, e involucra a cientos de personas que
gestionan y lideran en sus respectivos territorios las acciones para contribuir
a la protección de la rada habanera.
Vale destacar la concertación de importantes proyectos de
colaboración con agencias especializadas, organismos internacionales, y
entidades gubernamentales de varios países, que en estos 16 años han
propiciado la puesta en marcha de diversas acciones contenidas en el plan de
recuperación de la Bahía.
¿QUIMERA REALIZABLE?
Más allá de los avances registrados, la completa descontaminación
de la Bahía requiere de notables inversiones que posibiliten resolver de forma
definitiva las principales causas asociadas a su deterioro.
En opinión de directivos del GTE-BH, es imprescindible
rehabilitar y aumentar la capacidad del alcantarillado central de la ciudad.
Mientras eso no se logre, será un sueño alcanzar tan ambiciosa meta,
enfatizaron.
También debe terminarse la construcción de la planta de
tratamiento del río Luyanó (podrá depurar mil litros de agua por segundo) y el
Dren Aguadulde, concebido con la finalidad de evitar el desagüe de
significativas cantidades de desechos a la ensenada de Atarés, una de las más
contaminadas.
La relación de problemas a solucionar a largo plazo incluye
la terminación de estaciones depuradoras de aguas residuales en diferentes
barrios ubicados en la cuenca hidrográfica de la Bahía, el diseño de un sistema
eficiente de disposición final y reciclaje de los aceites y lubricantes usados
de equipos automotores en los talleres de reparaciones y mantenimiento, y el
saneamiento de los fondos de la rada.
Si bien disminuyó la presencia de hidrocarburos, metales
pesados y otros compuestos, además de mejorar el aspecto paisajístico del
acuatorio, todavía la calidad de las aguas permanece dentro de parámetros de
contaminación no aptos al baño de personas, ni para consumir ningún tipo de
pescado capturado allí, de acuerdo con las mediciones hechas sistemáticamente
por expertos de diferentes instituciones.
De ahí la conveniencia de valorar cómo advertir de esa
situación (quizás mediante carteles y vallas) a quienes con frecuencia pescan
en las áreas de la Bahía, o en la zona de la conocida Playa del Chivo.
Lo esencial en esta larga y compleja labor es que no haya
retrocesos y prosiga la paulatina recuperación ambiental de tan preciado
ecosistema para beneplácito de los cubanos. TOMADO DE LA GRANMA DE CUBA
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