Sequía obliga a aves
migratorias a beber agua de alcantarillas
La tingua azul es una de las 250 especies de aves de pantano
que habitan en Colombia. FOTO: CORTESÍA UNIMEDIOS La tingua azul es una de las
250 especies de aves de pantano que habitan en Colombia. FOTO: CORTESÍA
UNIMEDIOS
BOGOTÁ CLIMA MIGRACIONES
SEQUÍA VALLE DE ABURRÁ
YONATAN RODRÍGUEZ Llenas de plumas azules o violetas, con
picos amarillos y anaranjados, sobrevuelan las planicies de la orinoquía, así
son las tinguas, aves migratorias que debido a sus ciclos reproductivos se
trasladan de los llanos a la sabana de Bogotá. El pasado 22 de enero, debido a
la fuerte sequía y a la desaparición de los humedales por la urbanización, los
pobladores de la capital del país fueron testigos de como las aves tomaban agua
de las alcantarillas y caños, y se entraban a sus casas en busca de agua: la
mayoría de los humedales de la sabana están secos.
El ornitólogo asociado a Proaves, Osvaldo Cortés, afirma que
la presencia de las aves en las aceras y parques no obedece a un cambio en las
rutas migratorias sino, por el contrario, a la invasión humana en los predios
que históricamente han servido de hábitat temporal a estas especies: “Bogotá se
está quedando sin espejos de agua, el Salitre está seco, los humedales Florida,
Juan Amarillo y La Conejera, que antes eran uno; hoy están fragmentados por la
urbanización y en niveles alarmantemente bajos. Las tinguas llegan a donde
siempre han llegado, pero ahora no encuentran agua y salen a buscar en los
charcos y cunetas de la ciudad ”, comenta.
El experto se muestra preocupado especialmente por las
especies endémicas de la sabana como la tingua bogotana o moteada (de color
pardo y pico rojo), una especie no migrante que ha visto afectado
permanentemente su hábitat desde el año 2009, cuando se evidenció una reducción
de su presencia en las zonas húmedas de la ciudad. Cortés también advierte
sobre los peligros de capturar estas aves como mascotas, asegurado que sería
una “sentencia de muerte” para las tinguas, sea la bogotana o la martinica
(también llamada azul), que al estar en cautiverio y expuestas a dietas ajenas
a sus hábitos alimenticios entrarían en estados críticos.
Claudia Brieva, directora de la Unidad de Rescate y
Rehabilitación de Animales Silvestres (Urras), de la universidad Nacional, ha
sido la encargada de recibir los cerca de 15 ejemplares de tinguas que han sido
encontrados en espacios redisenciales y parques de Bogotá a lo largo de este
año: “Han sido atacadas por perros y gatos, se chocan contra los vidrios de las
casas o se quedan atrapadas en los jardines y parques. Este año han estado más
propensas a accidentes, porque no han encontrado grandes cuerpos de agua en
dónde aterrizar con sus grupos, y se han entrado a la ciudad”. La doctora
Brieva confirmó que dos de los individuos murieron a causa de la deshidratación
y a problemas en la dieta que consumieron, agregando que pueden haber varios
especímenes atrapados en casas y con las alas cortadas, capturados como
mascotas. Al parecer varios grupos aterrizaron de manera dispersa debido a la
sequía en espejos de agua, en dónde usualmente se alimenta de helecho flotante
e insectos.
La migración local de las tinguas inicia entre los meses de
octubre y enero desde la orinoquía, para finalizar entre marzo y junio, con el
retorno al llano desde la sabana. Desde principios de este año se han venido
registrando aves de todo tipo en la Urris, debido a fatiga y deshidratación, a
razón de una por día. La Unidad, con capacidad para albergar a 250 individuos,
ha rescatado otras aves como un gavilán, un águila y un Astrilda Cervatillo,
que serán liberadas luego de su recuperación, al igual que las tinguas, en
humedales que aún cuenten con las condiciones de habitabilidad necesarias como
son La Conejera y Santa María del Lago.
En el Valle de Aburrá
El ornitólogo de la Universidad de Antioquia, Juan Luis
Parra, afirma que los cuerpos de agua de la región Andina son clave para la
congregación de las aves y que los grupos se pueden ver afectados por factores
como el cambio en temperatura de los vientos, las corrientes fuertes, las luces
de las ciudades e incluso los sonidos estridentes. El académico considera que
la ciudad podría evidenciar un fenómeno como el de Bogotá, aunque es poco
probable debido a que Medellín cuenta con una importante reserva vegetal y
algunos depósitos naturales de humedad: “La presencia de aves migrantes en el
Valle de Aburrá no es extraña, las águilas, por ejemplo, son visitantes
constantes, y pese a no tener tantos humedales como la sabana creo que el
corredor del Valle de Aburrá tiene las condiciones para albergar migraciones
por ahora”. Parra asegura que más que el problema del agua como tal, una de las
condiciones más adversas para las aves en todo el país será la escasez de
alimento debido a la sequía.
Importancia de la migración
Las migraciones, además de proteger a las bandadas del
clima, tienen la función de distribuir semillas entre los territorios de la
ruta y de generar procesos de pregerminación por medio de los ácidos gástricos
de las aves, al distribuir las semillas por medio de las heces. Estas
comunidades migrantes se ocupan, además, de la regulación de poblaciones de
plagas y la dinamización de las cadenas alimenticias de los lugares a los que
llegan. Según Ana María castaño, Presidenta de la Sociedad de Ornitología de
Antioquia. El problema de los recorridos de estos grupos de aves es una
situación que afecta a diversos ecosistemas en general y los ciclos
reproductivos de las propias especies: “Esas aves hacen recorridos de muchos
kilómetros y si no están alimentadas adecuadamente muchas no van a resistir el
viaje, porque los humedales son sitios de reabastecimiento para las jornadas de
viaje. Los llamamos stock overs, que son como estaciones de abastecimiento de
energía para estos viajes”, Ana María agrega, además, que si las predicciones
del comportamiento del Fenómeno del Niño son precisas, se podría hablar de una
reducción hipotética de individuos en las poblaciones de aves. TOMADO DE EL
COLOMBIANO
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