LA GEOGRAFÍA ECONÓMICA ESTÁ REDEFINIÉNDOSE A TRAVÉS DEL
FINANCIAMIENTO DE INFRAESTRUCTURAS COMPARTIDAS ENTRE PAÍSES
Los nuevos bancos de desarrollo regionales transforman el
paisaje financiero global
“En Sudamérica ya no necesitamos grandes decisiones sino
decisiones operativas”, destacó Andrés Aráuz, miembro del directorio ejecutivo
del Banco del Sur. Esta institución está lista para funcionar.
Redaccion
Economía
En 2015, el Fondo Monetario Internacional aceptó al renminbi
chino en el conjunto de las monedas utilizables para reserva internacional.
También se creó el ‘Nuevo Banco de Desarrollo del Brics’ (NBD Brics). Estos
hechos representaron “las mayores transformaciones al sistema económico y
financiero internacional ocurridas en los últimos 50 años”, señaló Andrés
Aráuz, el representante ecuatoriano en el directorio ejecutivo del Banco del
Sur. Además de concitar la atención de académicos y empresarios
latinoamericanos, los cambios actualmente en curso han renovado el interés de
los decisores políticos en Estados Unidos y Europa por la captación y
localización de inversiones para el desarrollo. El Congreso estadounidense
monitorea las tendencias
En diciembre de 2015, en Estados Unidos, el Servicio de
Investigación Parlamentaria (CRS por sus siglas en inglés) publicó un informe
sobre los Bancos de Desarrollo Multilaterales (BDM). En forma inmediata, las
motivaciones para ese trabajo parecerían estar relacionadas con las finanzas
públicas domésticas. Además de que debe supervisar a esas instituciones y
aprobar las contribuciones de fondos, el Congreso requiere precautelar que los
directores ejecutivos estadounidenses que participan en la banca multilateral
promuevan ciertas políticas y, según indica el CRS, sugerirles “cómo votar en
determinados asuntos”. Al margen de considerar esas tareas rutinarias, el
informe del CRS deja entrever otras razones más estratégicas, entre las cuales
se encuentra el asunto de la efectividad de los BDM. Y ello en razón de que,
dentro y fuera de Estados Unidos, se cuestiona si la asistencia de las
instituciones multilaterales tradicionales es adecuada para alcanzar resultados
de desarrollo o si su tarea consiste simplemente en “sacar el dinero fuera de
la puerta”. Por otra parte, además de referirse a las críticas a la
transparencia, representatividad y ausencia de una clara división del trabajo
entre instituciones multilaterales, el informe menciona que se encuentran en
juego también los intereses comerciales de Estados Unidos, es decir, “billones
de dólares en contratos anuales que emergen de los proyectos financiados por
los BDM”. En suma, en el informe preparado para apoyar el debate legislativo se
trasluce la preocupación estadounidense por el “cambiante paisaje” del
multilateralismo generado por nuevas propuestas de cooperación. China cambia los parámetros del
financiamiento para el desarrollo A diferencia de lo que suele suceder en
América Latina, la conformación de nuevas instituciones para la cooperación
regional no es necesariamente un proceso largo y tortuoso en otras latitudes
del mundo. En Beijing, el 16 de enero se realizó la reunión inaugural de la
Junta de Gobernadores del Banco Asiático de Infraestructura e Inversión (BAII).
Culminó así un esfuerzo de negociaciones que apenas comenzó en octubre de 2013,
cuando el presidente Xi Jinping lanzó la iniciativa, y que prosiguió en julio
de 2015 con la firma del Convenio Constitutivo. En este documento se estableció
como funciones del BAII la promoción de la inversión pública y privada en
infraestructura y sectores productivos para el desarrollo regional y, también,
la utilización de sus recursos para complementar al capital privado cuando este
no se encuentre disponible en condiciones y términos razonables. Entre los
firmantes y miembros fundadores del Banco Asiático se encuentran Australia,
Austria, Bangladesh, Brasil, Egipto, Finlandia, Francia, Georgia, Alemania,
Islandia, India, Indonesia, Irán, Israel, Italia, Corea del Sur, los Países
Bajos, Nueva Zelanda, Noruega, Portugal, Rusia, Arabia Saudita, Singapur,
Suecia, Suiza, los Emiratos Árabes Unidos y el Reino Unido. A su vez, el BAII
podrá financiar a entidades, empresas o agencias de sus países miembros, a
agencias regionales o internacionales para el desarrollo económico y a
receptores externos a la región si estos contribuyen al desarrollo de Asia. El
Banco inicia con un capital de $ 100 billones repartidos en 1 millón de
acciones con un valor a la par de $ 100 mil. Ese acervo será dividido en un 20%
de acciones desembolsadas y 80% de acciones exigibles. Para incrementar su
capital se efectuará emisión de bonos. Su Junta de Directores tendrá 12
miembros, 9 electos por los miembros regionales y 3 por los miembros no
regionales. Cada país tendrá un poder de voto que será la suma de los “votos
básicos” que constituyen el 12% del total
de votos y que se distribuyen de manera igualitaria para cada miembro; los
‘votos accionarios’ que le otorgan un voto a cada miembro por cada acción
aportada al capital social y 600 votos para cada miembro fundador. Según la
información proporcionada en la página web del BAII, las funciones operativas,
la composición del capital y la estructura de gobernanza responden a un interés
inherente a la fundación del Banco Asiático: aprovechar “las lecciones de la
experiencia de los BDM existentes y del sector privado”. Los nuevos arreglos financieros buscan apoyar al sector real En el
ámbito político estadounidense, las acciones emprendidas por China suelen ser
apreciadas como la antesala para el debilitamiento paulatino de la influencia
del Banco Mundial. Suceda o no así, el nuevo regionalismo financiero tiene
otras motivaciones económicas más pragmáticas. Según el estudio sobre ‘Los
bancos multilaterales de desarrollo en el siglo XXI’, publicado por el Overseas
Development Institute en noviembre de 2015, el atractivo de las nuevas
tendencias de cooperación regional radicaría en la posibilidad de financiar
aquellas infraestructuras necesarias para el desarrollo económico a largo
plazo. Los nuevos arreglos institucionales apoyados por China tienen
precisamente esa orientación. Al respecto, en mayo de 2015, la iniciativa ‘Un
cinturón, un camino’ permitió apreciar que ese país está interesado en conectar
al Asia con Oriente Medio, África y Europa mediante infraestructuras para
producción, logística, transporte, telecomunicaciones y fibra óptica. Por su
parte, los países en desarrollo buscan préstamos con condiciones que tomen en
cuenta efectivamente las prioridades que emergen de sus propios requerimientos.
Hasta el momento, sin embargo, las instituciones de Bretton Woods no han
logrado asumir a plenitud esa demanda latente de sus clientes. El Banco del Sur espera su capitalización
para operar Exceptuando Brasil, la mayoría de países sudamericanos perdió
la oportunidad de participar como miembros fundadores en el BAII y en el NBD
BRICS. No obstante, sí quedan abiertas opciones viables. Desde hace casi una
década se propuso una arquitectura financiera sudamericana basada en un banco
para inversiones regionales, un fondo común de reservas y un sistema de
compensación de pagos. Entre sus propósitos se encontraba lograr mayor
eficiencia, reducir costos de transacción y minimizar las fuentes de riesgo
externo. Esta propuesta ha sido trabajada y está lista. Al respecto, durante el
foro ‘Acciones financieras regionales para enfrentar la crisis económica
latinoamericana’, realizado en Flacso el pasado lunes, Verónica Artola,
subgerente de Programación y Regulación del Banco Central del Ecuador, presentó
un detallado resumen de todos los estudios técnicos existentes que permitirían
el funcionamiento del Banco del Sur. Por su parte, Andrés Aráuz destacó que
financiar grandes proyectos de inversión “es la alternativa para desencadenar
nuevos procesos de producción, articular las necesidades de los países
sudamericanos, relanzar las esperanzas de crecimiento y generar condiciones de
certidumbre en Sudamérica para los próximos años”. Aráuz añadió que el ‘Fondo
del Sur’ es “un fideicomiso a través del cual, si lográsemos atraer solo el 5%
de las reservas internacionales que los países sudamericanos tienen depositados
fuera de su región, tendríamos $ 50 mil millones en el corto plazo”. (I) tomado
de el telegrafo d e ecuador
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