Entrevista a Luis Calcaterra, investigador del Conicet y
especialista en el estudio de especies invasivas
Las hormigas, las hay de todo tipo, tomaron las zonas
urbanas y, especialmente, las viviendas, donde encuentran reparo y por una
cuestión de subsistencia. Las características desde la perspectiva de un
investigador especializado.
Por Pablo Esteban
Luis Calcaterra es biólogo y se dedica a investigar las
especies invasivas.
Las hormigas vagabundas son especies invasoras que se llevan
de maravillas con el ser humano, con lo cual recrean una relación ideal que les
permite ser transportadas –en general, por accidente en viajes transatlánticos–
y colonizar nuevos escenarios continentales. Por sus características
biológicas, son excelentes bichos de ciudad que en verano persiguen el calor y,
en la actualidad, conquistan Buenos Aires. Aunque no traen serias
complicaciones cotidianas ni representan vectores de graves enfermedades, es
fundamental su control biológico y su estudio. Entre otras cosas, porque son
seres tan enigmáticos como apasionantes: construyen mundos subterráneos
perfectamente organizados y jerarquizados, compuestos de un puñado de reinas y
miles de obreras que edifican auténticas metrópolis sin el consentimiento de
las personas. En esta oportunidad, Luis Calcaterra –doctor en Biología (UBA) e
investigador del Conicet en la Fundación para el Estudio de Especies Invasivas
(Fuedei)– describe sus dinámicas específicas que, de modo similar a como ocurre
con los humanos, expresan la más tradicional división del trabajo.
–¿Qué características tienen las hormigas vagabundas?
–Entre las más frecuentes que podemos encontrar en nuestros
hogares hay varias nativas (como por ejemplo la “hormiga argentina”, la
“hormiga loca” y “la pequeña hormiga de fuego”) y solo dos especies exóticas,
introducidas una de Europa (“la hormiga del pavimento”) y otra de Africa (“la
hormiga faraón”). Se trata de especies que a lo largo de la historia han estado
muy asociadas a las actividades humanas. Al ser transportadas con frecuencia
por las personas, adquirieron características que las volvieron invasoras. Por
ejemplo, poseen colonias con muchas reinas que producen una considerable
descendencia de obreras, son muy fuertes en número y desarrollan la capacidad
de dominar a otras especies e imponerse en diversos territorios. Además, son
tolerantes a las variaciones térmicas, son muy hábiles para buscar comida y
también para reclutar compañeras con velocidad para monopolizar los restos de
alimentos.
–¿Ventajas que las vuelven exitosas en las ciudades?
–Sí, les va muy bien porque demuestran una gran capacidad
para adaptarse a escenarios urbanos donde las temperaturas son más extremas y
más variables de lo que podría ocurrir en una selva o un bosque. Por eso es que
dominan las ciudades sin ningún problema, a la vez que suelen ser transportadas
a otros contextos con facilidad y también los invaden. Muchas de estas especies
son de origen sudamericano, específicamente de la cuenca del Río de La Plata,
por lo que la región se constituye en uno de los mayores exportadores de
hormigas invasoras alrededor del mundo.
–¿Y por qué eligen Buenos Aires puntualmente?
–Con el cambio climático se dispersaron cada vez más hacia
el sur hasta conquistar el centro-norte de Buenos Aires. Hace sesenta años la
provincia no era apta e impedía su supervivencia, pero a partir del incremento
de la temperatura en 1°C se transformó en un lugar amigable para su
reproducción. Con más aires acondicionados, el incremento del número de autos y
la distribución de cemento donde antes no había, la ciudad produce mucho más
calor. Si bien a nivel global la temperatura aumentó 0,5°C, en áreas urbanas
alcanzó el doble y generó un fenómeno conocido como “isla térmica”. En el
verano, cuando hace mucho calor, buscan el interior de los hogares que son
lugares con un clima más estable para su confort y se establecen en sitios
protegidos y oscuros para nidificar. Aunque no nos demos cuenta, como si fuera
poco, nos acompañan durante los viajes al exterior; así es como han logrado
colonizar latitudes bien diversas como Europa, Israel y Japón.
–Los desplazamientos de las hormigas son casi
imperceptibles.
–Desde su propia existencia las hormigas se dispersaron y
trazaron diferentes mapas migratorios. Pero, claro, siempre a un ritmo muy
lento. El punto de inflexión, durante el antropoceno –época geológica actual–,
lo causó el ser humano con su capacidad transformadora que, año tras año,
empuja hacia un proceso de homogeneización de la biota del planeta. Los
procesos de invasión los facilitan los humanos, pero luego las características
propias de las especies hacen que, finalmente, predominen o no en una
determinada localización.
–Es muy común dejar restos de alimentos en el piso o en una
mesada y que enseguida las hormigas acudan en grupo. ¿Por qué actúan tan
rápido? ¿Cómo se comunican?
–Las colonias poseen grupos de obreras que se dedican a
explorar –“scout”– y barren superficies en busca de comida. Cuando una
conquista el objetivo, vuelve y comunica la buena noticia al resto. En ese
momento, se inicia un proceso de reclutamiento de las otras para que acompañen
la misión y monopolicen el alimento. Esto es básicamente para evitar que vengan
contingentes de otras colonias y se lo roben. Mientras tanto, regresarán al
nido con la sustancia para compartir con sus pares; forman una especie de pasta
en la boca y se la pasan de una a otra, hasta quedar satisfechas.
–Resulta muy interesante de las hormigas que establecen
jerarquías muy marcadas y una auténtica división del trabajo.
–Las hormigas, al igual que las abejas y las avispas, son
himenópteros que se constituyen como insectos sociales. Si un huevo es
fecundado dará un macho o una hembra que, a su vez, dependiendo de las
condiciones ambientales, podrá ser una obrera que dedica su tiempo a trabajar
en la colonia, o bien, una reina. Las funciones que cumplen dependen de su
código genético pero también de las necesidades del grupo, es decir que aunque
están fuertemente determinadas por los genes, a veces se producen ciertos
“movimientos de clase” por intermedio de los cuales un individuo realiza una
actividad que originalmente no debía realizar.
–Reinas, obreras, machos. ¿Qué falta?
–Algunas también se ocupan de alimentar a las crías, otras
de sacar patógenos y evitar que se enfermen los nidos. También están las
“soldados” que componen la casta más diferenciada, porque como son las más
fuertes y grandes se especializan en proteger a las que salen en busca de
comida. Para el caso de las hormigas invasoras, se trata de especies muy
pequeñas que pueden llegar a poner hasta 2 mil huevos por día y tener muchas
reinas. Una colonia de “hormigas de fuego” –coloradas, pican y hacen montículos–
pueden alcanzar las 250 mil obreras; las “cortadoras de hoja”, por su parte,
pueden llegar al millón incluso.
–¿Por qué tienen muchas reinas? ¿Cómo conviven tantas
líderes?
–Históricamente, las hormigas primitivas contaban con una
sola reina. Sin embargo, se produjo un salto evolutivo: en la actualidad,
contar con muchas reinas por colonia les permite ser más exitosas. Las reinas
forman especies de micro-colonias distribuidas por distintos ambientes y
conforman un espíritu de cuerpo muy bien coordinado, sin competir entre ellas.
Así es como constituyen unidades funcionales de cooperación con un alto grado
de eficacia.
–Si son tan sofisticadas y bien organizadas, ¿por qué
buscamos controlarlas?
–Porque interfieren en producciones agropecuarias y afectan
cultivos, así como también andan por la ciudad y se entrometen en nuestros
hogares. Nuestras casas son colonizadas por un montón de especies que no
transmiten enfermedades ni nada, pero son molestas al colarse entre nuestros
alimentos, llegar a los platos y mezclarse en el cotidiano. Aunque parezca
mentira, también se meten en las fosas nasales de pacientes hospitalizados en
busca de tejidos blandos y obstruyen las vías respiratorias. Asimismo, las
invasoras son tan dominantes que crean exclusiones locales al desplazar a las
nativas y atacan la fauna silvestre (crías de lagartijas o de pájaros). Hay que
tener en cuenta que, salvo las cortadoras de hoja (que cortan plantas para
cultivar un hongo) el resto son omnívoras y lo que comen determina su agresividad:
una dieta basada en hidratos de carbono las torna más agresivas que una en
proteínas.
–¿De qué manera impedir su expansión?
–El cebo (en gel o líquido) compuesto de tóxicos es la
fórmula que más rinde en los hogares. En general funciona muy bien porque es
consumido por las obreras que lo detectan y lo transportan al nido. Lo
importante es apuntar a las reinas que son las que ponen los huevos, pero es
más difícil porque están bien resguardadas. Si ellas se conservan a salvo la
colonia se mantiene en pie. Hay que salvar a la reina.
NOTA : dejar que invadan , de ultima no son peligrosas; es mejor que rociar venenos
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