miércoles, 16 de enero de 2019

RANA YUCARE ,LE ENCUENTRAN PAREJA


 Científicos chaperones hallan una Julieta para la rana Romeo
Ciencia
La rana yuracaré hallada por el equipo de herpólogos del Museo Alcide d’Orbigny. | Robin Moore
Reunión de biólogos con comunarios. Teresa Camacho presenta sus credenciales. | Stephane Knoll
Expedición en Karahuasi. Sophia Barrón
Lavayén, jefa de cría en cautiverio del Centro K’ayra del Museo. | Stephane Knoll
Segunda expedición. Robin Moore, director de comunicación de Global Wildlife Conservation. | Teresa Camacho
Bosque húmedo. El veterinario Ricardo Zurita Ugarte, integrante de la expedición, busca en un riachuelo algunas ranas. | Stephane Knoll
Romeo, la rana yuracaré. | Robin Moore
Julieta. La rana yuracaré está en proceso de adaptación al agua de la ciudad. | Robin Moore
Cascada en Karahuasi, hábitat de la rana yuracaré. | Robin Moore
Teresa Camacho muestra a Julieta después de atraparla. | Stephane Knoll
Las ranas yuracarés son acuáticas, por lo que la búsqueda fue en riachuelos y cascadas. | Stephane Knoll
El equipo de herpólogos encontró cinco ejemplares de la rana yuracaré, | Stephane Knoll
Tras 10 años de vivir en soledad, la rana Romeo, una especie acuática yuracaré que está en peligro de extinción en Bolivia, ahora tendrá a su Julieta y su historia tendrá un final feliz. Los científicos del Museo de Historia Natural Alcide d’Orbigny, que trabajan con el apoyo de Global Wildlife Conservation, encontraron en bosques de Karahuasi y Locotal, Cochabamba, cinco ejemplares del anfibio, dos hembras, una joven y una adulta, y tres machos.
La rana Romeo, que tiene cuenta en las redes sociales, se hizo popular en San Valentín de 2018 al conseguir apoyo económico de sus seguidores en 40 países del mundo para que un grupo de científicos, liderados por la jefa del departamento de herpetología del museo, Teresa Camacho Badani, salga en expediciones de una pareja para él.
“Es increíble. Estoy muy feliz. Ha sido muy fuerte la presión por hallarle pareja a Romeo. Trabajamos duro y encontramos al primer ejemplar en una cascada de agua clara, como le gusta a esta especie”, dijo la científica, aún desbordada de alegría, cuyos ojos brillaban de emoción.
Cuenta que al día siguiente, en la segunda expedición científica, en un lugar donde también había una cascada de agua, en la última búsqueda de una larga jornada, hallaron a los otros cuatro ejemplares.
“Tuve que darme un chapuzón. Metí mi mano al fondo del agua y sentí algo viscoso. Era una rana, así que la agarré con firmeza. Luego otra vez introducí  mi mano y atrapé a la tercera y luego a la cuarta. Aquel día sentí que los astros se alinearon a mi favor”, dijo con una sonrisa dibujada en su rostro, levantando las manos y dirigiendo la mirada hacia el cielo.
A la pregunta de cómo distingue una hembra de un macho, la experta explicó que ellos tienen unas ancas en la parte del cuello y en sus patas una ventosa más alargada para agarrarse de ellas. En cambio, la hembra, que tiene huevos, al tocarla se siente una presión en su pancita.
El equipo de la expedición, que incluía a Camacho Badani; el veterinario Ricardo Zurita Ugarte; Sophia Barrón Lavayén, jefa de cría en cautiverio del Centro K’ayra, y el investigador Stephane Knoll, de Global, transportaron cuidadosamente las cinco ranas a las instalaciones del centro de cría, donde los animales se encuentran en cuarentena mientras se aclimatan a un entorno que reproduce las condiciones en la naturaleza.
La científica explicó que las ranas están alimentándose bien, lo que es signo de que están en buen estado de salud.  “Incluso, la hembra más adulta, Julieta, ya tiene huevos para ser fecundados”, acotó el veterinario Ricardo Zurita.
Después que fueron atrapadas las ranas se hizo un tratamiento preventivo para evitar el contagio del hongo quítrido, una de las amenazas más mortales en el mundo contra los anfibios y que se sabe, según investigaciones, que el hombre se encargó de dispersar.
Este equipo, que había realizado un análisis cuidadoso con anticipación para determinar los mejores lugares para buscar a esta especie de rana, no la encontró donde se suponía que podría estar, arroyos bien conservados en los bosques nublados de  Cochabamba, hasta después de varios largos días de búsquedas fallidas.
Centro de reproducción
“Ahora comienza el verdadero trabajo: sabemos cómo cuidar con éxito a esta especie en cautiverio, pero ahora aprenderemos acerca de su reproducción, y al mismo tiempo volveremos al campo para comprender mejor a esta especie. Queremos saber cuántos más existen, dónde están y cuáles son las amenazas que enfrentan”, dijo Teresa Camacho.
El equipo de la expedición planea continuar buscando ranas hasta marzo para determinar en qué lugares de la naturaleza se encuentran, cuántas hay, aprender más sobre sus preferencias de hábitat y continuar con las pruebas para detectar la presencia de quitridiomicosis y otras amenazas en el área.
Según Camacho, el objetivo final con el programa de conservación es criar a los animales y devolverlos a su hábitat natural cuando las amenazas a la especie se hayan mitigado.
Las ranas de Sehuencas, que fueron encontradas, serán las fundadoras de un programa de cría de conservación en el Centro K’ayra de Investigación y Conservación de Anfibios Amenazados de Bolivia, como parte de una iniciativa más amplia para que esta especie vuelva del borde de la extinción.
Y como último recurso, según dijo la bióloga, GWC y el museo también trabajarán con un laboratorio en la Universidad Macquarie en Sydney, Australia, en la recolección y congelación de esperma de Romeo y gametos (huevos y esperma) de otras ranas para probar la fertilización in vitro.
“Siempre existe el riesgo de traer animales de la naturaleza para iniciar una población en cautiverio, y no es un paso que deba tomarse a la ligera”, dijo Chris Jordan, coordinador de GWC para América Central y los Andes Tropicales.
“Pero en este punto, parece que hay muy pocas ranas acuáticas en la naturaleza para que puedan mantener una población viable a largo plazo, por lo que hay un mayor riesgo si no hacemos nada. Tenemos una oportunidad real de salvar a la rana de Sehuencas restaurando una parte fundamental de los bosques de Bolivia y generando información importante sobre cómo restaurar especies similares que también están en grave riesgo de extinción”, afirmó.
Un programa exitoso
Por su parte, el director del Museo, Ricardo Céspedes, dijo que Romeo se convirtió en una bandera para la conservación y gracias a él se pudo realizar estas investigaciones. “Romeo es una especie carismática y única y es un ejemplo de lo que sucede con los anfibios”, indicó.
Céspedes explicó que el museo es una especie de arca de Noé que intenta recuperar, criar y reintroducir las especies de animales que están amenazadas, en peligro de extinción y de las que ya no se tienen registros.
Alegría por doquier
“Qué way, qué chulo, es un muy especial”, dijo Robin Moore, director de comunicación de Global Wildlife Conservation y autor del libro “En busca de las ranas perdidas”, quien estuvo de paso por Bolivia, al enterarse del hallazgo de los científicos.
Moore, cuyo interés por las ranas se despertó cuando era niño, estuvo de paso por Bolivia para filmar y tomar fotos del hábitat de las ranas yuracarés que fueron halladas.
Filmó con un dron toda la zona para documentar sobre el ecosistema en el que fueron hallados estos ejemplares de la especie que estaba seriamente amenazada y que no fue vista hace más de 10 años.
Explicó que la organización en la que trabaja, que está en 40 países del mundo, apoya la conservación de todo tipo de animales, desde insectos hasta aves, pero siempre lo hace con contrapartes locales.
 LOS ANFIBIOS, LOS MÁS AMENAZADOS
Bolivia se encuentra entre los 10 países que tienen la mayor diversidad de anfibios en el mundo, sin embargo, el 22 por ciento de esas especies enfrentan algún grado de amenaza. Esto incluye 10 de las 14 ranas acuáticas del país.
Los anfibios han disminuido precipitadamente como resultado de la quitridiomicosis, la destrucción del hábitat, la introducción de especies exóticas (como la trucha que come los huevos de las ranas) y la contaminación .
 El equipo de la expedición busca otras dos especies de ranas de agua que no se han visto durante muchos años: Telmatobius sibiricus y Telmatobius edaphonastes. // TOMADO DE LOS TIEMPOS DE BOLIVIA

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