Científicos
chaperones hallan una Julieta para la rana Romeo
Ciencia
La rana yuracaré hallada por el equipo de herpólogos del
Museo Alcide d’Orbigny. | Robin Moore
Reunión de biólogos con comunarios. Teresa Camacho presenta
sus credenciales. | Stephane Knoll
Expedición en Karahuasi. Sophia Barrón
Lavayén, jefa de cría
en cautiverio del Centro K’ayra del Museo. | Stephane Knoll
Segunda expedición. Robin Moore, director de comunicación de
Global Wildlife Conservation. | Teresa Camacho
Bosque húmedo. El veterinario Ricardo Zurita Ugarte,
integrante de la expedición, busca en un riachuelo algunas ranas. | Stephane
Knoll
Romeo, la rana yuracaré. | Robin Moore
Julieta. La rana yuracaré está en proceso de adaptación al
agua de la ciudad. | Robin Moore
Cascada en Karahuasi, hábitat de la rana yuracaré. | Robin
Moore
Teresa Camacho muestra a Julieta después de atraparla. |
Stephane Knoll
Las ranas yuracarés son acuáticas, por lo que la búsqueda
fue en riachuelos y cascadas. | Stephane Knoll
El equipo de herpólogos encontró cinco ejemplares de la rana
yuracaré, | Stephane Knoll
Tras 10 años de vivir en soledad, la rana Romeo, una especie
acuática yuracaré que está en peligro de extinción en Bolivia, ahora tendrá a
su Julieta y su historia tendrá un final feliz. Los científicos del Museo de
Historia Natural Alcide d’Orbigny, que trabajan con el apoyo de Global Wildlife
Conservation, encontraron en bosques de Karahuasi y Locotal, Cochabamba, cinco
ejemplares del anfibio, dos hembras, una joven y una adulta, y tres machos.
La rana Romeo, que tiene cuenta en las redes sociales, se
hizo popular en San Valentín de 2018 al conseguir apoyo económico de sus
seguidores en 40 países del mundo para que un grupo de científicos, liderados
por la jefa del departamento de herpetología del museo, Teresa Camacho Badani,
salga en expediciones de una pareja para él.
“Es increíble. Estoy muy feliz. Ha sido muy fuerte la
presión por hallarle pareja a Romeo. Trabajamos duro y encontramos al primer
ejemplar en una cascada de agua clara, como le gusta a esta especie”, dijo la
científica, aún desbordada de alegría, cuyos ojos brillaban de emoción.
Cuenta que al día siguiente, en la segunda expedición
científica, en un lugar donde también había una cascada de agua, en la última
búsqueda de una larga jornada, hallaron a los otros cuatro ejemplares.
“Tuve que darme un chapuzón. Metí mi mano al fondo del agua
y sentí algo viscoso. Era una rana, así que la agarré con firmeza. Luego otra
vez introducí mi mano y atrapé a la tercera y luego a la cuarta. Aquel
día sentí que los astros se alinearon a mi favor”, dijo con una sonrisa
dibujada en su rostro, levantando las manos y dirigiendo la mirada hacia el
cielo.
A la pregunta de cómo distingue una hembra de un macho, la
experta explicó que ellos tienen unas ancas en la parte del cuello y en sus
patas una ventosa más alargada para agarrarse de ellas. En cambio, la hembra,
que tiene huevos, al tocarla se siente una presión en su pancita.
El equipo de la expedición, que incluía a Camacho Badani; el
veterinario Ricardo Zurita Ugarte; Sophia Barrón Lavayén, jefa de cría en
cautiverio del Centro K’ayra, y el investigador Stephane Knoll, de Global,
transportaron cuidadosamente las cinco ranas a las instalaciones del centro de
cría, donde los animales se encuentran en cuarentena mientras se aclimatan a un
entorno que reproduce las condiciones en la naturaleza.
La científica explicó que las ranas están alimentándose
bien, lo que es signo de que están en buen estado de salud. “Incluso, la
hembra más adulta, Julieta, ya tiene huevos para ser fecundados”, acotó el
veterinario Ricardo Zurita.
Después que fueron atrapadas las ranas se hizo un
tratamiento preventivo para evitar el contagio del hongo quítrido, una de las
amenazas más mortales en el mundo contra los anfibios y que se sabe, según
investigaciones, que el hombre se encargó de dispersar.
Este equipo, que había realizado un análisis cuidadoso con
anticipación para determinar los mejores lugares para buscar a esta especie de
rana, no la encontró donde se suponía que podría estar, arroyos bien
conservados en los bosques nublados de Cochabamba, hasta después de
varios largos días de búsquedas fallidas.
Centro de reproducción
“Ahora comienza el verdadero trabajo: sabemos cómo cuidar
con éxito a esta especie en cautiverio, pero ahora aprenderemos acerca de su
reproducción, y al mismo tiempo volveremos al campo para comprender mejor a
esta especie. Queremos saber cuántos más existen, dónde están y cuáles son las
amenazas que enfrentan”, dijo Teresa Camacho.
El equipo de la expedición planea continuar buscando ranas
hasta marzo para determinar en qué lugares de la naturaleza se encuentran,
cuántas hay, aprender más sobre sus preferencias de hábitat y continuar con las
pruebas para detectar la presencia de quitridiomicosis y otras amenazas en el
área.
Según Camacho, el objetivo final con el programa de
conservación es criar a los animales y devolverlos a su hábitat natural cuando
las amenazas a la especie se hayan mitigado.
Las ranas de Sehuencas, que fueron encontradas, serán las
fundadoras de un programa de cría de conservación en el Centro K’ayra de
Investigación y Conservación de Anfibios Amenazados de Bolivia, como parte de
una iniciativa más amplia para que esta especie vuelva del borde de la
extinción.
Y como último recurso, según dijo la bióloga, GWC y el museo
también trabajarán con un laboratorio en la Universidad Macquarie en Sydney,
Australia, en la recolección y congelación de esperma de Romeo y gametos
(huevos y esperma) de otras ranas para probar la fertilización in vitro.
“Siempre existe el riesgo de traer animales de la naturaleza
para iniciar una población en cautiverio, y no es un paso que deba tomarse a la
ligera”, dijo Chris Jordan, coordinador de GWC para América Central y los Andes
Tropicales.
“Pero en este punto, parece que hay muy pocas ranas
acuáticas en la naturaleza para que puedan mantener una población viable a
largo plazo, por lo que hay un mayor riesgo si no hacemos nada. Tenemos una
oportunidad real de salvar a la rana de Sehuencas restaurando una parte
fundamental de los bosques de Bolivia y generando información importante sobre
cómo restaurar especies similares que también están en grave riesgo de
extinción”, afirmó.
Un programa exitoso
Por su parte, el director del Museo, Ricardo Céspedes, dijo
que Romeo se convirtió en una bandera para la conservación y gracias a él se
pudo realizar estas investigaciones. “Romeo es una especie carismática y única
y es un ejemplo de lo que sucede con los anfibios”, indicó.
Céspedes explicó que el museo es una especie de arca de Noé
que intenta recuperar, criar y reintroducir las especies de animales que están
amenazadas, en peligro de extinción y de las que ya no se tienen registros.
Alegría por doquier
“Qué way, qué chulo, es un muy especial”, dijo Robin Moore,
director de comunicación de Global Wildlife Conservation y autor del libro “En
busca de las ranas perdidas”, quien estuvo de paso por Bolivia, al enterarse
del hallazgo de los científicos.
Moore, cuyo interés por las ranas se despertó cuando era
niño, estuvo de paso por Bolivia para filmar y tomar fotos del hábitat de las
ranas yuracarés que fueron halladas.
Filmó con un dron toda la zona para documentar sobre el
ecosistema en el que fueron hallados estos ejemplares de la especie que estaba
seriamente amenazada y que no fue vista hace más de 10 años.
Explicó que la organización en la que trabaja, que está en
40 países del mundo, apoya la conservación de todo tipo de animales, desde
insectos hasta aves, pero siempre lo hace con contrapartes locales.
LOS ANFIBIOS, LOS MÁS AMENAZADOS
Bolivia se encuentra entre los 10 países que tienen la mayor
diversidad de anfibios en el mundo, sin embargo, el 22 por ciento de esas
especies enfrentan algún grado de amenaza. Esto incluye 10 de las 14 ranas
acuáticas del país.
Los anfibios han disminuido precipitadamente como resultado
de la quitridiomicosis, la destrucción del hábitat, la introducción de especies
exóticas (como la trucha que come los huevos de las ranas) y la contaminación .
El equipo de la expedición busca otras dos especies de
ranas de agua que no se han visto durante muchos años: Telmatobius sibiricus y
Telmatobius edaphonastes. // TOMADO DE
LOS TIEMPOS DE BOLIVIA
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