LAS AVES Y EL ARTE
PICTORICO
El lamento del urutaú
Avanzamos este mes con nueva temática. Ahora abordamos las
aves y la pintura. Escogimos artistas del país y extranjeros. Hoy, un cuadro de
Ofelia Quiroga de Róveda y un pájaro de esta región del país.
Por Paulo Ferreyra
Colaboración: Abel Fleitas
Especial para El Litoral
La vista llega antes que la palabra. Los niños miran e
identifican antes de hablar”, sostiene John Berger. Nunca miramos una sola
cosa, sino que la ponemos en relación con otras o con nosotros mismos. El modo
de ver de una pintora, en este caso, se constituye a partir de las marcas que
deja sobre el lienzo”, de esto hablaremos en las siguientes líneas.
El urutaú es de la familia Nyctibiidae. Además, es conocido
por los nombres de Guyra kokue, Pájaro fantasma, La Vieja, Guainguingue, Kakuy,
Bacuí, Guaimingue, Urutaugua, Pakui (Nyctibius griseus). Esta es un ave
nocturna. Su voz suena lastimera. Escucharla en el medio del monte, en su
hábitat natural, asusta, espanta, duele.
La artista Ofelia Quiroga de Róveda nació en Tandil,
provincia de Buenos Aires. Ha investigado en la zona guaraní conviviendo con
sus etnias, en la selva paraguaya en los años 1948, 1949, 1950 y 1969. De esa
forma fue buscando la inspiración que plasmaría en una serie de cuadros de gran
dimensión que titularía tiempo después como Mitos y Leyendas Guaraníes. Estas
obras, junto con otras, fueron trasladadas al Brasil en el año 1960, en una
misión cultural promovida por ese país. En ese marco recorrió diversas ciudades
y en la que su autora recibió el título honorífico de la Cruz Vermelha
Brasilera. Ofelia ha cumplido estudios de dibujo y pintura con fray Guillermo
Butler, Alberto Rossi y Américo Beri. Ha realizado numerosas exposiciones
individuales y colectivas en nuestro país. A finales de los 70 esta serie de
cuadros ingresaron y forma parte de la colección del Museo Provincial de Bellas
Artes “Juan Ramón Vidal”.
El silbido del Urutau es potente y agudo, muy parecido al de
una persona. “Puede emitir notas que se estructuran formando un sonido que
dispara la imaginación hacia lo sobrenatural y a lo mágico”, explica el libro
de Fernando Laprovitta, “Guyrá. Reminiscencias míticas desde la fauna guaraní”.
El urutaú es un ave nocturna y por ello durante el día se la observa inmóvil.
Sus colores grisáceos le permiten confundirse entre los colores de troncos y
ramas del monte. No hace nido y sus huevos los pone en troncos de árboles que
le permitan apoyarlos.
El cuadro que presentamos en esa ocasión estuvo expuesto
este verano en el Museo de Bellas Artes. En la presentación los licenciados en
artes visuales Luis Bogado, Laura Simón y Mirta Vía Do Pico adelantaron que
emprenderían una investigación sobre la vida de esta artista argentina de quien
se sabe muy poco.
“Para mí la obra de Ofelia Quiroga tiene mucha importancia.
Empezando por el aporte que hizo en una época difícil. Además de la historia
que hay detrás de estos casi 20 cuadros bajo la temática guaraní. Ella fue al
Paraguay a convivir con los pueblos aborígenes”, explicó Mirta Vía Do Pico. “Ella
comenzó ese viaje en los años 40 y siguió en los años 50 recorriendo lugares
inhóspitos para conocer en profundidad los mitos y leyendas. Estas cuestiones
son importantes para Corrientes porque hacen a nuestra identidad como pueblo”,
subrayó.
Aquí sólo se ha considerado al urutaú griseus. Sin embargo,
hay otra especie de la familia a la que pertenece y que se manifiesta en la
región, el urutaú guazú (Nyctibius aethereus). Este también posee un silbido
muy particular, pero la población de esta especie no es tan significativa como
la anterior, pues su ámbito por excelencia son las selvas o montes cerrados.
Por ello su avistaje es poco frecuente.
“Lo que se mostró en el museo fue una selección de trece
pinturas de gran formato que interpretan historias de la cultura guaraní y su
concepción del mundo a través de relatos y personajes”, explicó Luis Bogado.
Por su parte, Mirta agrega que “esta obra es llamativa por su tamaño y porque
están muy bien logrados los dibujos. Ella era una muy buena dibujante. Para trabajar
en esos tamaños hay que saber mucho de escalas y la anotomía de los cuerpos
humanos. Los cuerpos humanos están muy bien logrados. Las aves también y eso se
logra con la observación directa”.
En la charla Mirta Vía Do Pico hace silencio, de este lado
del teléfono se escuchan ruidos de papeles. “Hay un libro de Florencia Grosso,
llamado ‘Patricias Argentinas 1911-2011’”, dice. “En él aparecen varias
artistas argentinas entre las cuales está Ofelia Quiroga. Si me permitís, te
leo”, desliza y hace una pausa esperando respuesta. Luego lee: “Sin levantar un
estandarte feminista ideologizado y ateo, (las artistas) fueron defensoras y
promotoras de la participación activa de la mujer en la Argentina moderna”.
“Puede decirse que vamos lento, pero a paso seguro. Ya hemos
recogido algunos datos y seguramente tendremos que viajar a Tandil para buscar
más información sobre Ofelia Quiroga. Se podría aventurar que ella no es
reconocida como referentes artística. Sin embargo, su aporte al arte ha sido de
gran valía”, subraya Mirta Vía Do Pico.
Este cuadro de Ofelia Quiroga de Róveda representa a una
anciana que al ser castigada se transforma en un ave. Se la ve posada en las
ramas secas de un árbol con expresión lastimera. Detrás de su figura, el
espíritu de la metamorfosis de un ave en persona, que se produce en ella cuando
se posa en las ramas. En el trasfondo se observan aquellas alas, que al ser
juzgadas tendrán un nuevo destino de premio o castigo.
Las leyendas del urutaú son múltiples aunque varias se
desprenden de los estudios y la información recogida por León Cadogan. Una de
ellas dice que Kuarahy (el sol) se enamora de la “princesa encantadora”.
Entonces decide bajar a la Tierra a gozar de ella por un minuto de hora,
convertido en un príncipe de reluciente aspecto. Tras el fugaz acercamiento
amoroso la princesa encantadora se convierte en una trágica ave, el urutaú, que
al desaparecer su amante estalla en desesperados llantos que sólo se
interrumpen al aparecer el sol al día siguiente.
Este es el universo del ave con vida, de noche en un cuadro
de Ofelia Quiroga de Róveda, y quieta e inmóvil durante el día como la registró
Abel Fleitas. // tomado de el litoral de
ctes ar
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