lunes, 8 de abril de 2019

LLORA LLORA URUTAU sobre las ramas del yatay ...


 LAS AVES Y EL ARTE PICTORICO
El lamento del urutaú
Avanzamos este mes con nueva temática. Ahora abordamos las aves y la pintura. Escogimos artistas del país y extranjeros. Hoy, un cuadro de Ofelia Quiroga de Róveda y un pájaro de esta región del país.
Por Paulo Ferreyra
Colaboración: Abel Fleitas
Especial para El Litoral
La vista llega antes que la palabra. Los niños miran e identifican antes de hablar”, sostiene John Berger. Nunca miramos una sola cosa, sino que la ponemos en relación con otras o con nosotros mismos. El modo de ver de una pintora, en este caso, se constituye a partir de las marcas que deja sobre el lienzo”, de esto hablaremos en las siguientes líneas.
El urutaú es de la familia Nyctibiidae. Además, es conocido por los nombres de Guyra kokue, Pájaro fantasma, La Vieja, Guainguingue, Kakuy, Bacuí, Guaimingue, Urutaugua, Pakui (Nyctibius griseus). Esta es un ave nocturna. Su voz suena lastimera. Escucharla en el medio del monte, en su hábitat natural, asusta, espanta, duele.
La artista Ofelia Quiroga de Róveda nació en Tandil, provincia de Buenos Aires. Ha investigado en la zona guaraní conviviendo con sus etnias, en la selva paraguaya en los años 1948, 1949, 1950 y 1969. De esa forma fue buscando la inspiración que plasmaría en una serie de cuadros de gran dimensión que titularía tiempo después como Mitos y Leyendas Guaraníes. Estas obras, junto con otras, fueron trasladadas al Brasil en el año 1960, en una misión cultural promovida por ese país. En ese marco recorrió diversas ciudades y en la que su autora recibió el título honorífico de la Cruz Vermelha Brasilera. Ofelia ha cumplido estudios de dibujo y pintura con fray Guillermo Butler, Alberto Rossi y Américo Beri. Ha realizado numerosas exposiciones individuales y colectivas en nuestro país. A finales de los 70 esta serie de cuadros ingresaron y forma parte de la colección del Museo Provincial de Bellas Artes “Juan Ramón Vidal”.
El silbido del Urutau es potente y agudo, muy parecido al de una persona. “Puede emitir notas que se estructuran formando un sonido que dispara la imaginación hacia lo sobrenatural y a lo mágico”, explica el libro de Fernando Laprovitta, “Guyrá. Reminiscencias míticas desde la fauna guaraní”. El urutaú es un ave nocturna y por ello durante el día se la observa inmóvil. Sus colores grisáceos le permiten confundirse entre los colores de troncos y ramas del monte. No hace nido y sus huevos los pone en troncos de árboles que le permitan apoyarlos.
El cuadro que presentamos en esa ocasión estuvo expuesto este verano en el Museo de Bellas Artes. En la presentación los licenciados en artes visuales Luis Bogado, Laura Simón y Mirta Vía Do Pico adelantaron que emprenderían una investigación sobre la vida de esta artista argentina de quien se sabe muy poco.
“Para mí la obra de Ofelia Quiroga tiene mucha importancia. Empezando por el aporte que hizo en una época difícil. Además de la historia que hay detrás de estos casi 20 cuadros bajo la temática guaraní. Ella fue al Paraguay a convivir con los pueblos aborígenes”, explicó Mirta Vía Do Pico. “Ella comenzó ese viaje en los años 40 y siguió en los años 50 recorriendo lugares inhóspitos para conocer en profundidad los mitos y leyendas. Estas cuestiones son importantes para Corrientes porque hacen a nuestra identidad como pueblo”, subrayó.
Aquí sólo se ha considerado al urutaú griseus. Sin embargo, hay otra especie de la familia a la que pertenece y que se manifiesta en la región, el urutaú guazú (Nyctibius aethereus). Este también posee un silbido muy particular, pero la población de esta especie no es tan significativa como la anterior, pues su ámbito por excelencia son las selvas o montes cerrados. Por ello su avistaje es poco frecuente.
“Lo que se mostró en el museo fue una selección de trece pinturas de gran formato que interpretan historias de la cultura guaraní y su concepción del mundo a través de relatos y personajes”, explicó Luis Bogado. Por su parte, Mirta agrega que “esta obra es llamativa por su tamaño y porque están muy bien logrados los dibujos. Ella era una muy buena dibujante. Para trabajar en esos tamaños hay que saber mucho de escalas y la anotomía de los cuerpos humanos. Los cuerpos humanos están muy bien logrados. Las aves también y eso se logra con la observación directa”.
En la charla Mirta Vía Do Pico hace silencio, de este lado del teléfono se escuchan ruidos de papeles. “Hay un libro de Florencia Grosso, llamado ‘Patricias Argentinas 1911-2011’”, dice. “En él aparecen varias artistas argentinas entre las cuales está Ofelia Quiroga. Si me permitís, te leo”, desliza y hace una pausa esperando respuesta. Luego lee: “Sin levantar un estandarte feminista ideologizado y ateo, (las artistas) fueron defensoras y promotoras de la participación activa de la mujer en la Argentina moderna”.
“Puede decirse que vamos lento, pero a paso seguro. Ya hemos recogido algunos datos y seguramente tendremos que viajar a Tandil para buscar más información sobre Ofelia Quiroga. Se podría aventurar que ella no es reconocida como referentes artística. Sin embargo, su aporte al arte ha sido de gran valía”, subraya Mirta Vía Do Pico.
Este cuadro de Ofelia Quiroga de Róveda representa a una anciana que al ser castigada se transforma en un ave. Se la ve posada en las ramas secas de un árbol con expresión lastimera. Detrás de su figura, el espíritu de la metamorfosis de un ave en persona, que se produce en ella cuando se posa en las ramas. En el trasfondo se observan aquellas alas, que al ser juzgadas tendrán un nuevo destino de premio o castigo.
Las leyendas del urutaú son múltiples aunque varias se desprenden de los estudios y la información recogida por León Cadogan. Una de ellas dice que Kuarahy (el sol) se enamora de la “princesa encantadora”. Entonces decide bajar a la Tierra a gozar de ella por un minuto de hora, convertido en un príncipe de reluciente aspecto. Tras el fugaz acercamiento amoroso la princesa encantadora se convierte en una trágica ave, el urutaú, que al desaparecer su amante estalla en desesperados llantos que sólo se interrumpen al aparecer el sol al día siguiente.
Este es el universo del ave con vida, de noche en un cuadro de Ofelia Quiroga de Róveda, y quieta e inmóvil durante el día como la registró Abel Fleitas.  // tomado de el litoral de ctes ar

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