“Memoria y olvido son como la vida y la muerte. Vivir es recordar y recordar es
vivir. Morir es olvidar y olvidar es morir.” Samuel Butler
A 17 años de la mayor calamidad sufrida por Santa Fe, es necesario recordar, no para alimentar odios o rencores, sino para tomar conciencia, darnos cuenta, como actitud de vida y proyección hacia el futuro.
Abril de 2003 fue más que el desborde del río Salado; fue un antes y un después en la vida de miles de santafesinos, que vimos, que consecuencia de la irresponsabilidad de los que debían velar por nuestra seguridad, se escurrieron de las manos: sueños, afectos, seres queridos, historias e ilusiones compartidas.
Fue un tiempo de consolidación de impunidad, silencios, complicidades y olvidos interesados, por parte de quienes debían dar respuestas a las angustias de tantos.
17 años no son nada en el devenir de los pueblos, pero son un montón, para aquellos que hemos padecido tantos dolores, sin siquiera ver una condena ejemplar de parte de quienes debían impartir justicia.
Justicia, que estuvo anegada por una trama de lealtades, una lentitud exasperante y poco valor desde el punto de vista de la equidad.
Frente al papel, me siento impotente para describir, en unas pocas líneas, los gritos ahogados, las frustraciones, los dolores del alma que no curan y la sinrazón de los hechos.
Quizás, los recuerdos capten en su mayor significado y dimensión el desastre y revelen, lo que mis palabras no pueden, dejando como testimonios sensibles, lo cotidiano y querido transformado en basura, los sueños interrumpidos, los desgarros sin cicatrizar y la angustia ante lo inexplicable.
Rescato la solidaridad hacia el otro, el compartir, la fuerza para levantarse ante las zancadillas y seguir adelante, con los dientes apretados y dejando como enseñanza de vida, que se puede.
Los que padecimos esta tragedia y que hicimos de los techos nuestra isla salvadora, sabemos que los rostros fueron y son testigos de cargo, que nos seguirán acompañando, marcados a agua por el resto de nuestras vidas.
El prohibido olvidar es una consigna y un testimonio indeleble, para pensar, reflexionar y exigir justicia.
“REUTEMANN LO SABÍA, ES RESPONSABLE” (Y está en contra del impuesto a la riqueza)
A 17 años de la mayor calamidad sufrida por Santa Fe, es necesario recordar, no para alimentar odios o rencores, sino para tomar conciencia, darnos cuenta, como actitud de vida y proyección hacia el futuro.
Abril de 2003 fue más que el desborde del río Salado; fue un antes y un después en la vida de miles de santafesinos, que vimos, que consecuencia de la irresponsabilidad de los que debían velar por nuestra seguridad, se escurrieron de las manos: sueños, afectos, seres queridos, historias e ilusiones compartidas.
Fue un tiempo de consolidación de impunidad, silencios, complicidades y olvidos interesados, por parte de quienes debían dar respuestas a las angustias de tantos.
17 años no son nada en el devenir de los pueblos, pero son un montón, para aquellos que hemos padecido tantos dolores, sin siquiera ver una condena ejemplar de parte de quienes debían impartir justicia.
Justicia, que estuvo anegada por una trama de lealtades, una lentitud exasperante y poco valor desde el punto de vista de la equidad.
Frente al papel, me siento impotente para describir, en unas pocas líneas, los gritos ahogados, las frustraciones, los dolores del alma que no curan y la sinrazón de los hechos.
Quizás, los recuerdos capten en su mayor significado y dimensión el desastre y revelen, lo que mis palabras no pueden, dejando como testimonios sensibles, lo cotidiano y querido transformado en basura, los sueños interrumpidos, los desgarros sin cicatrizar y la angustia ante lo inexplicable.
Rescato la solidaridad hacia el otro, el compartir, la fuerza para levantarse ante las zancadillas y seguir adelante, con los dientes apretados y dejando como enseñanza de vida, que se puede.
Los que padecimos esta tragedia y que hicimos de los techos nuestra isla salvadora, sabemos que los rostros fueron y son testigos de cargo, que nos seguirán acompañando, marcados a agua por el resto de nuestras vidas.
El prohibido olvidar es una consigna y un testimonio indeleble, para pensar, reflexionar y exigir justicia.
“REUTEMANN LO SABÍA, ES RESPONSABLE” (Y está en contra del impuesto a la riqueza)
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