ALCANZAR EL HAMBRE CERO; COMBINAR LA PROTECCIÓN SOCIAL CON
LAS INVERSIONES A FAVOR DE LOS POBRES Con 160 dólares EEUU más al año por cada
persona que vive en la pobreza extrema, se acabaría con el hambre crónica,
según un nuevo estudio de la ONU. Erradicar el hambre de forma sostenible para
2030 requerirá unos 267 000 millones de dólares EEUU anuales más de media para
inversiones en zonas rurales y urbanas y en protección social, de manera que
los pobres tengan acceso a alimentos y puedan mejorar sus medios de vida, según
un nuevo informe de la ONU. Esta cifra supone 160 dólares anuales por cada
persona que vive en la pobreza extrema durante un período de quince años. El
estudio, realizado por la FAO, el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola
(FIDA) y el Programa Mundial de Alimentos (PMA), fue presentado hoy en Roma en
vísperas de la Tercera Conferencia Internacional sobre Financiación para el
Desarrollo, que tendrá lugar en Addis Abeba, Etiopía, del 13 al 16 de julio de
2015. El documento señala que a pesar de los progresos realizados en las
últimas décadas, todavía hoy cerca de 800 millones de personas -la mayoría en
zonas rurales-, carecen de alimentos suficientes. La eliminación de la
subalimentación crónica en 2030 es un elemento clave en el Objetivo de
Desarrollo Sostenible 2 de la nueva agenda post-2015 que debe adoptar la
comunidad internacional a finales de este año, y es también el objetivo central
del Desafío Hambre Cero, promovido por el Secretario General de la ONU. "El
mensaje del informe es claro: si adoptamos el enfoque de seguir funcionando
como hasta ahora, en 2030 tendríamos todavía más de 650 millones de personas
que padecen hambre. Por ello defendemos un enfoque que combina la protección
social con inversiones adicionales específicas en el desarrollo rural, la
agricultura y las zonas urbanas que beneficiará principalmente a los
pobres", aseguró el Director General de la FAO, José Graziano da Silva. "Nuestro
estudio calcula que ello requerirá una inversión total de unos 267 000 millones
dólares EEUU anuales durante en los próximos 15 años. Dado que esto equivale
más o menos al 0,3 por ciento del PIB mundial, creo personalmente que es un
precio relativamente pequeño a pagar para acabar con el hambre crónica",
añadió el responsable de la FAO. "Este informe nos ayuda a ver la magnitud
del desafío que tenemos por delante, pero creemos que no vamos a ver progresos
en la reducción de la pobreza y el hambre a menos que invirtamos seriamente en
la población rural", dijo el Presidente del FIDA, Kanayo F. Nwanze. "Si
cuentan –añadió- con el tipo correcto de herramientas y recursos, los pequeños
productores agrícolas y empresarios rurales puede transformar comunidades que
luchan para salir adelante en lugares prósperos", aseguró el Presidente
del FIDA. "Necesitamos un cambio drástico en la forma de pensar para
ayudar a que los más pobres del mundo salgan del círculo del hambre y la
pobreza para 2030. No podemos permitir que sean dejados atrás", señaló por
su parte la Directora Ejecutiva del PMA, Ertharin Cousin. "Tenemos que
invertir –dijo- en los más vulnerables y garantizar que tengan las herramientas
que necesitan no sólo para superar el hambre, sino para mejorar sus recursos y
capacidades". El informe señala cómo la comunidad internacional debe
aprovechar las experiencias exitosas de algunos países que han utilizado de
forma eficaz una combinación de inversiones y protección social para combatir
el hambre y la pobreza en las zonas rurales y urbanas. En un documento
promocional que acompaña el informe, los jefes de la FAO, el FIDA y el PMA
también señalan que la conferencia de Addis Abeba busca asegurar que todos los
países -especialmente los países en desarrollo-, tengan los medios para
implementar las políticas y programas nacionales para lograr sus objetivos de
desarrollo, incluyendo los Objetivos de Desarrollo Sostenible post-2015. Salir de la pobreza de forma sostenible Según
el informe, una actitud de seguir funcionando como hasta ahora llevaría que
unos 650 millones de personas sigan padeciendo hambre en 2030. Por el
contrario, puede darse un escenario que combine protección social e inversiones
con el uso de fondos públicos para sacar a la gente del hambre crónica,
garantizando que superen unos ingresos diarios de 1,25 dólares EEUU, que
corresponden al nivel de la línea de pobreza determinada por el Banco Mundial. Esta
medida de protección social tendría un costo adicional de 116 000 millones de
dólares por año: 75 000 millones para las zonas rurales y 41 000 millones para
las zonas urbanas. También serían necesarios 151 000 millones de inversiones
adicionales -105 000 millones para desarrollo rural y agricultura y 46 000
millones para las zonas urbanas- para estimular la generación de ingresos en
beneficio de los que viven en la pobreza. La combinación de protección social e
inversiones suma un total de 267 000 millones de dólares EEUU. La mayor parte
de la inversión procedería normalmente del sector privado, especialmente los
agricultores. Sin embargo, las inversiones privadas deben complementarse con
inversiones adicionales del sector público en infraestructura rural,
transporte, salud y educación. En las zonas rurales, las inversiones públicas
en favor de los pobres podrían dirigirse al riego en pequeña escala y otras
infraestructuras que benefician los pequeños campesinos. También deberían
incluir medidas como el procesado de alimentos para reducir las pérdidas y el
desperdicio post-cosecha, así como un marco institucional más solido para la
tenencia de la tierra y el agua, líneas de crédito, legislación laboral y otras
áreas, para que las actividades agrícolas y no agrícolas y los mercados sean
accesibles a los grupos marginados, incluidas las mujeres y los jóvenes. En las
zonas urbanas, las inversiones adicionales deben garantizar que las personas en
situación de pobreza extrema sean capaces con el tiempo de mantenerse por sí
mismos. Las inversiones podrían, por ejemplo, orientarse hacia la creación de
capacidad enseñando habilidades empresariales y otras como la artesanía, y
garantizar contratos de trabajo justos, ofrecer líneas de crédito, vivienda, y
otros servicios relacionados con la nutrición. De la protección social a la producción. La protección social en
forma de transferencias de efectivo eliminaría el hambre de inmediato, y
también mejorará la nutrición, al permitir a los pobres dietas más variadas y
por tanto más saludables y combatir el "hambre oculta": las carencias
de micronutrientes, incluyendo la ingesta insuficiente de vitaminas, hierro y
otros minerales. Teniendo en cuenta sus escasos medios y activos, no se espera
que las personas en situación de pobreza extrema sean capaces inicialmente de
invertir mucho en actividades productivas. Sin embargo, a medida que se vuelvan
más productivos gracias a las inversiones, tendrán más ingresos, y también
ahorrarán e invertirán más, y por lo tanto incrementarán sus ganancias. Nota de
prensa conjunta FAO/ PMA / FIDA tomado de envio de pregon agropecuario de ar
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