Libro árbol:
devolverle a la tierra lo que la tierra da
Por Natalia Blanc | El
ejemplar de Mi papá estuvo en la selva en un terrario y, arriba, el incipiente
árbol. Foto: Gentileza Prensa
Mi papá estuvo en la selva no es un libro cualquiera. Es un
libro de papel reciclado que tiene, entre sus tapas, semillas de jacarandá.
Después de leerlo, en lugar de guardarlo en la biblioteca, cada ejemplar se
puede plantar. ¿Un libro para plantar? Sí, aunque parezca curioso, fue creado
especialmente para compartir la historia con los chicos y luego sembrarlo en la
tierra. Tiempo después, si se siguen los cuidados indicados con mucha
paciencia, se podrán ver aparecer los primeros brotes. Por eso se trata de un
libro especial: un libro árbol. Este proyecto cultural y social del sello
Pequeño Editor, que nació en abril de este año con el objetivo de promover la
lectura y el cuidado del medio ambiente, logró en pocos meses una repercusión
inesperada dentro de la comunidad educativa nacional. Llegó, incluso, a otros
países. Como dice con orgullo Diego Bianki, director artístico de la editorial
y uno de los impulsores de la peculiar campaña, junto con Raquel Franco y Ruth
Kaufman, "el libro árbol ya dio sus primeros frutos". Un terrario,
con uno de los ejemplares plantados, donde ya se ve asomar un incipiente
arbolito, se exhibirá a partir de la semana próxima en la librería El Ateneo
Gran Splendid. Como el libro árbol no
tiene valor comercial y no fue pensado para la venta, sino como una herramienta
de concientización, los ejemplares con semillas no se venden: se donan. Todo
comenzó con veinte libros, realizados en forma artesanal con papeles libres de
ácidos e impresos con tintas biodegradables, que traen incrustadas en las
portadas semillas del árbol autóctono. Junto con la agencia de publicidad FCB
Buenos Aires, Pequeño Editor difundió un video en Facebook para dar a conocer
la iniciativa. Al mes, ya había tenido más de 22.000 visualizaciones. A fines
de junio, FCB presentó el audiovisual en el Festival de Cannes y fue premiado
con un bronce. Empezaron, entonces, a recibir pedidos del libro y a publicarse
notas en medios de países como los Estados Unidos, Francia, España, Colombia,
Chile, Corea. Como la realización del libro es costosa, debido justamente a la
fabricación artesanal y a los materiales utilizados, Pequeño Editor resolvió
lanzar una convocatoria en su página de Internet y en las redes sociales para
donar ejemplares del libro árbol a instituciones del país que lleven adelante
actividades educativas y sociales. De las más de cien propuestas recibidas, los
editores seleccionaron en principio catorce y otras nueve están en estudio.
Hasta el momento, el libro ya fue plantado en tres provincias: Mendoza (en una
escuela de Godoy Cruz), Chaco (a través de la Fundación Mempo Giardinelli) y
Misiones (en una escuela del poblado Picada Guaraní, ubicada en plena selva).
Entre los otros proyectos elegidos figuran escuelas y bibliotecas públicas de
Río Negro, Santa Fe, Neuquén y La Pampa (ver mapa). Todos recibirán su libro
árbol en los próximos meses, con la idea de que la plantación se lleve a cabo
en septiembre, cuando el clima es más propicio para la siembra. "La enorme
repercusión del proyecto fue una hermosa sorpresa. Además de hacer una acción
concreta de concientización por el cuidado de la naturaleza, nos parece
primordial destacar que buscamos la promoción de la lectura en todos los
niveles", contó Bianki a LA NACION. Raquel Franco, su socia y compañera en
esta aventura ecológica y educativa, resalta: "Siempre pensamos que la
metáfora de un libro que regresa a la naturaleza era poderosa, pero conmueve
ver cuántas personas en todo el mundo le otorgan el mismo sentido. Estamos
emocionados porque hay un aspecto esencial de este proyecto que sigue siendo
estimular la lectura y el acercamiento a los libros en la infancia, con
contenidos ricos, potentes. Que tantos adultos en el mundo quieran leerles esta
historia a los chicos es un logro extraordinario". La elección del libro
para plantar y la variedad de semilla no fueron azarosas: "La historia de
Gusti, Mi papá estuvo en la selva, ilustrado por Anne Decis, que habíamos
publicado en formato tradicional en 2008, encajaba perfectamente con este
proyecto porque cuenta desde la voz de un niño urbano la experiencia
extraordinaria de vivir en la selva, donde la naturaleza es el hogar. En ese
contexto, el autor encuentra oportunidad para hablar de muchos temas, de animales,
de plantas, de deforestación, de trabajo en equipo, de creencias diferentes, y,
muy especialmente, del respeto que le debemos a todo lo viviente", agrega
la directora editorial. Y el jacarandá representa una de las tantas especies
nativas de la Argentina. "Necesitábamos un tipo de semilla que no fuese
demasiado pequeña porque debía atravesar la tierra y, en este caso, también
romper el papel que lo contiene, hasta asomar al exterior. El jacarandá cubría
estas expectativas y además es un árbol entrañable para la cultura argentina y
para los chicos por la canción de María Elena Walsh", completó Franco. Sorpresa
y alegría le causó también al equipo de Pequeño Editor los pedidos que
recibieron del exterior. Instituciones de Turquía, Francia, Portugal e Inglaterra
replicarán el proyecto con semillas autóctonas. Y en Ruanda, el libro árbol ya
fue plantado. Los editores argentinos se lo entregaron a la presidenta de la
organización IBBY (International Board on Books for Young People), en el marco
de la Feria de Bolonia. En esa prestigiosa feria, este año Pequeño Editor fue
distinguida como la Mejor Editorial Infantil de Latinoamérica. "Hace un
mes, nos llegó una invitación de la Biblioteca de Alejandría, donde nos dijeron
que nuestro proyecto es ideal para apoyar la tarea de promoción de lectura que
ellos realizan. También nos llamaron de la Universidad de México y de la Feria
del Libro de Chile, que quiere hacer un libro similar allá con una semilla
autóctona de Santiago", explicó Bianki. En la Biblioteca de Alejandría
(www.bibaleg.org) existe un departamento de investigación medioambiental y una
biblioteca infantil con un importante programa de actividades. "En octubre
realizarán una acción enfocada a la educación informal para todos los chicos de
la ciudad que incluirá la lectura de Mi papá estuvo en la selva y posterior
plantado en cinco lugares diferentes. Estamos trabajando en una traducción al
árabe [para llevar los libros desde aquí] y en el armado de esas actividades en
Alejandría. También estamos invitados Gusti y yo a participar", agregó
Franco. La editora recuerda la emoción de los chicos que participaron de las
tres experiencias de plantado: "En Godoy Cruz, escribieron deseos en
pequeños papelitos y regaron la tierra en el momento de enterrar el libro.
Todos los deseos hablaban de jugar bajo los árboles, oír cantar los pájaros,
tener sombra en verano, treparse a ellos, llenarse el pelo de flores? Con este
proyecto quisimos decirles dos cosas a los chicos: que este libro -hecho de
papel, de madera, de árbol- vuelve a la tierra para volver a ser eso que fue:
un árbol. Pero también, que no es un objeto cualquiera, es un libro. Y un libro
tiene el poder especial de hacernos crecer. Porque una historia es algo que han
imaginado otros y cuando nosotros conocemos esas historias, conocemos más del
mundo, de todas las personas que viven en él. Por eso, nos transformamos y
crecemos con cada lectura, igual que un árbol crece milímetro a milímetro con
el agua y los nutrientes de la tierra".
SEMILLAS EN LA FERIA INFANTIL Una edición especial de Mi
papá estuvo en la selva, que no será para sembrar pero que trae un señalador
con semillas de jacarandá para plantar, estará en venta en la Feria del Libro
Infantil.
Pequeño Editor estará presente en la nueva edición de la
Feria del Libro, que comienza mañana en Polo Circo. El jueves 16 abre al
público la otra sede de la Feria en Tecnópolis. Ambas, con entrada gratuita,
estarán abiertas hasta principios de agosto. Tomado de la nación de ar
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