Reciclaje: urgencia máxima en Chile Los ministerios de Hacienda y Medio Ambiente debiesen
determinar los montos de los impuestos, así como llevar un registro de las
empresas autorizadas a emitir créditos de reciclaje. Publicado
por: Andrea Tokman Ingeniera comercial de la Universidad Católica de Chile y
PhD en Economía de la Universidad de California en Berkeley. Fue economista
senior de la gerencia de investigación económica y asesora del presidente del Banco
Central de Chile, miembro titular de la Comisión Nacional Encargada de
Investigar la Existencia de Distorsiones en el Precio de las Mercaderías
Importadas, integrante de la Comisión Mujer, Trabajo y Maternidad, e
investigadora de Cieplan y del Instituto de Políticas Públicas
Expansiva-Universidad Diego Portales.
IMPUESTOS ESPECÍFICOS LEY REP.RECICLAJE RELLENOS SANITARIOS RESIDUOS
La producción y consumo de bienes genera residuos cuya
disposición final es costosa para nuestro país y el planeta, pero los
productores y consumidores preferimos ignorarlo al momento de tomar nuestras
decisiones.
Por un lado, existen
costos directos de realizar la disposición final de residuos en rellenos
sanitarios (costo de recolección, administración, costo de oportunidad de los
terrenos, etc), y por otra parte, existen una serie de costos ambientales,
relacionados con problemas en la calidad del agua, en la vegetación y la fauna,
la alteración de las propiedades físicas, químicas y de fertilidad de los
suelos, la emisión de gases de efecto invernadero, enfermedades provocadas por
vectores sanitarios, deterioro anímico y mental de las personas directamente
afectadas por la cercanía de residuos, y contaminación acústica derivada del
transporte de residuos, entre muchos otros. Los datos no mienten. Falta
conciencia de estos costos y lo que se ha hecho hasta ahora por reducirlos no
ha bastado. Según datos de la OCDE, menos de 1% de residuos municipales
generados en 2009 fue reciclado en nuestro país. Por eso, aparecemos últimos en
el ranking de esos países, cuyo promedio es de 34,2%. Según el Ministerio del
Medio Ambiente (2011) la cifra sería cercana al 10%. Como sea, ambas cifras son
minúsculas y nos deja igual en la parte más baja del ranking de estos países.
Lo positivo, es que por fin estamos empezando a hablar del
tema. El proyecto de ley REP (Responsabilidad Extendida del Productor) y que
fue enviado en agosto de 2013 al Congreso es un avance y valoramos la
iniciativa, pues refleja una creciente preocupación por el tema. El proyecto
establece que para un conjunto de productos ‘prioritarios’ (aceites
lubricantes, aparatos eléctricos y electrónicos, diarios, envases,
medicamentos, neumáticos, pilas y baterías, plaguicidas caducados y vehículos),
los productores e importadores serán responsables de cumplir con metas de
recolección de sus residuos y su adecuada disposición.
El principal defecto de este tipo de regulación, aplicado en
varios países del mundo, es su inflexibilidad e ineficiencia: exige la misma
meta a todos los productores e importadores de un mismo bien sin considerar que
el costo de disposición/reciclaje puede variar significativamente entre ellos.
Esto puede significar una desventaja competitiva para las empresas más pequeñas
en relación a las grandes o para potenciales nuevos participantes. Frente a
este escenario, en ‘95 Propuestas para un Chile mejor’ presentamos una
alternativa novedosa que ha impulsado el experto Rodrigo Harrison en sus
últimos trabajos académicos. Se trata de una combinación de impuestos a la
producción y créditos transables al reciclaje. Puede lograr las mismas metas
globales de reciclaje, de modo más eficiente, con menor carga para el Estado,
sin los potenciales problemas competitivos y propiciando una profundización del
mercado del reciclaje.
En concreto, se
propone:
Gravar la generación de residuos, con impuestos específicos,
a todos los bienes que generan desechos de costosa disposición o reciclaje.
Simultáneamente, establecer el derecho de las empresas
recicladoras a emitir y vender créditos transables a las empresas productoras
de bienes, por unidad reciclada o dispuesta en forma segura en un lugar
destinado a ello. Los productores (e importadores) de los bienes originales
adquieren a precios de mercado los créditos emitidos por los recicladores y
tienen el derecho de rebajar del pago del impuesto específico a la producción
(e importación) de bienes los créditos que adquieren de los recicladores.
Establecer junto a este instrumento de mercado una serie de
normativa adhoc, que permita por ejemplo, normar y clasificar los tipos de
empaquetados de los productos afectos a impuestos para identificar grados de
“reciclabilidad” (qué tan costoso hacen el reciclaje). Con la implementación de
una escala de certificación se podría admitir que productos con mayor grado de
reciclabilidad pudiesen descontar mayor nivel de impuesto por cada crédito.
Completar, con medidas de información y educación. Por
ejemplo, mejorar los etiquetados podría hacer que los consumidores prefieran
productos de más fácil reciclaje. Si además va acompañado de mayor
disponibilidad de puntos limpios, el resultado será mejor aún.
Al igual que el proyecto REP, nuestra propuesta requiere de
una institucionalidad a cargo de velar por su correcto funcionamiento. En este
caso, los ministerios de Hacienda y Medio Ambiente debiesen determinar los
montos de los impuestos, así como llevar un registro de las empresas
autorizadas a emitir créditos de reciclaje.
Lo que proponemos debiera implementarse gradualmente,
comenzando el primer año con impuestos específicos a bienes de significativas
externalidades negativas, como baterías y pilas, neumáticos, equipos electrónicos.
Luego, se ampliaría en una lista progresiva, en los siguientes cinco años,
hasta cubrir un gran número de bienes con componentes y embalajes de impacto
ambiental y costosa disposición en rellenos sanitarios. El reciclaje no es un
capricho de ‘locos con poleras verdes’ como algunos pretenden caricaturizar a
los ecologistas. Ni tampoco es una estrategia para captar votos y luego
olvidarse del tema. Todos sabemos que sería causa de muerte acumular la basura
en nuestras casas, beber agua con jabón o detergente o si dejáramos en nuestros
dormitorios las pilas y baterías que hemos usado a lo largo de nuestras vidas.
Si coincidimos en este diagnóstico, ¿por qué entonces no tomarnos en serio el
reciclar? Estamos hablando de cuidar nada más y nada menos que nuestro futuro y
el de nuestros hijos y nietos. Por eso, Chile debe avanzar con urgencia máxima
en políticas públicas eficientes que logren mejorar nuestros pobres niveles de
reciclaje.
TOMADO DE EL DINAMO, POR SUGERENCIA EN ENVIO DE BOLETIN GAL
DE CHILE
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