En Moravia, el morro de basura hoy es el mejor jardín de la
ciudad
Los jardines de Moravia son cultivados y cuidados por madres
cabeza de hogar surgidas en el mismo territorio, como Elsy Torreglosa. FOTO
henry agudelo
40 mil habitantes tiene el territorio de Moravia,
con sus cinco barrios, según el censo.
Moravia parece haber recibido un toque mágico. Donde había
sombras, contaminación, muerte, hoy hay vida, lazos de amistad y solidaridad
que se han vuelto más fuertes, que se han estrechado en los abrazos y en las
miradas y que han logrado que ya pocos quieran irse de este territorio ahora
convertido en un pequeño paraíso. Moravia es una flor.
-Acá se pueden disfrutar muchas cosas, qué más que uno estar
tranquilo, poder venirse al morro a pasear con la familia, mirar la ciudad y
saber que esto es obra de uno.
Son las palabras de Carlos Andrés Montoya, un joven de 20
años, que nació y se crió en este territorio tan cercano al Centro de Medellín,
a ratos tan mítico y exótico. En otros tiempos, cuando aún era un niño,
difícilmente el muchachito habría expresado algo tan bello y profundo sobre su
barrio como lo que se cita atrás: “poder venirse al morro a pasear con la
familia...”. Moravia es una rosa.
Si alguna palabra define este territorio es resiliencia, que
aunque suene un poco desgastada por volverse común en los discursos de algunos
funcionarios, allí aplica perfecto. Lo dice Cielo María Holguín Ramírez, una
líder que labora en el Centro de Desarrollo Cultural de Moravia (CDCM) como
auxiliar cultural y comunitaria, una mujer que ama entrañablemente el lugar
donde creció y sufrió y donde hoy es una guía.
-Moravia tiene una historia resiliencia muy importante,
porque es una comunidad que llega, invade un territorio y lo empieza a
colonizar y a construirlo con sus manos y esfuerzos, y teje lazos de apoyo
solidario tan fuertes, que los líderes lograron todo esto-.
Al decir esto se refiere al CDCM, que acaba de cumplir 7
años y fue el primer escenario donde los residentes sintieron que se les
dignificó la vida.
Cielo, con el nombre más bien puesto del mundo, no repara en
confesar que en las mismas calles hoy pavimentadas o adoquinadas, vio caer
muertos por doquier. Y vio y padeció hambre y miserias.
-En la época de Pablo Escobar las balaceras no dejaban tener
vida, y por otro lado en mi casa no había ni comida, era la misma situación tan
dura que vivía la mayoría de la gente, todos llegados desplazados del Chocó, de
Urabá, de Granada y otros municipios, fue una historia muy dura-, confiesa al
tiempo que celebra el cambio, la resiliencia que en sus labios suena a poema,
porque lo repite con el alma. Moravia es heliconias.
El paso a paso
Sobre el viejo morro de basura, quién lo creyera, hoy
florecen el arte y la flora ornamental. Ya no huele a plomo ni cohabita el
miedo. Y al subir por el sendero que lleva a la cima, se evoca el paraíso. Es
un camino bordeado de duranta limón que varias mujeres, tijeras en mano, pulen
y podan, le quitan las hojas malas para que luzcan toda su belleza al contraste
con el adoquín y la tierra.
-La historia de Moravia se remonta a los años 60 con la
llegada de la estación El Bosque del ferrocarril y la construcción de la
carrera Carabobo y tiene un quiebre en 1974, cuando el Municipio decide
instalar allí el basurero municipal, de manera provisional, pero que no lo fue
tanto porque mire todo lo que avanzó-, recuerda Ana Milena Joya, subdirectora
Ambiental del Área Metropolitana, entidad que en 2004, por una resolución del
Ministerio del Medio Ambiente que obliga a las entidades ambientales a iniciar
el cierre de los rellenos sanitarios a cielo abierto, asume la función en el
morro del Oasis Tropical, como fue nombrado el territorio, en ese entonces ya
con más de 14 mil pobladores.
De la mano del Área, mientras avanzaba el Plan Parcial de
Moravia, incluido en el POT, se inicia la recuperación ambiental del sitio
acompañado de un censo poblacional, pensando en un traslado y reubicación de
las familias ocupantes del lugar, que ya no era habitable por los altos riesgos
para la salud por la concentración de metales pesados y elementos
contaminantes, además de la inestabilidad del suelo.
-Se inició el monitoreo de lixiviados y gases en el suelo de
la montaña de basura, con apoyo del Politécnico de Cataluña y el Ayuntamiento
de Barcelona, que aportaron recursos y asistencia técnica-, añade Joya.
En 2008 arrancó el proceso de descontaminación con técnicas
de fitorremediación y biorremediación, que en un plazo de 20 años habrán
cumplido la tarea. Desde 2005 hasta 2012, cuando el AM le devolvió la
jurisdicción del morro al Municipio se invirtieron $12.680 millones. Hoy se
hace seguimiento a las plantas de tratamiento de lixiviados y a la manera cómo
va evolucionando la descontaminación. Moravia es un vuelo de mariposas.
Del ocaso a la luz
Cosas muy grandes debieron pasar para que Elsy Torreglosa
Gallego, una madre de cincuenta años, exprese que “en Moravia lo que hay es
otra vida”.
Lo dice mientras con sus tijeras corta hojas de duranta en
el sendero ecológico. Ella, que vivió las amarguras de la época más violenta de
Moravia, cuando las milicias populares y luego los paramilitares impusieron su
dominio sobre el territorio y que pese a la inseguridad emergió como líder,
ahora se siente como en un paraíso.
-Acá no teníamos espacios públicos y era muy dura la convivencia,
pero ya le puedo asegurar que se vive tranquilo y el espacio ha mejorado. Hay
deficiencias, claro, porque el barrio no tiene salidas, pero la quebrada
tampoco nos volvió a inundar-, dice.
Elsy, con una veintena de mujeres, hace parte del colectivo
Cojardicom, una corporación de madres cabeza de hogar que años atrás ejercían
pedagogía en el cuidado ambiental del barrio y hoy son las responsables de
mantener el sitio sembrado de plantas ornamentales y en un lugar acogedor para
los visitantes, pues Moravia, quién lo creyera, se volvió atractivo turístico
para propios y extraños.
-Es verdad, acá viene gente del exterior a conocer el barrio
y los procesos, nosotros les hacemos visitas guiadas y gratuitas para que
conozcan todo lo que se ha hecho y logrado-, cuenta Cielo, la del Centro de
Desarrollo Cultural.
Elsy y su grupo, que tienen el apoyo de la Alcaldía y el
proyecto Moravia Florece para la Vida, de la Gerencia de Moravia, cultivan
plantas ornamentales en un invernadero y las venden en los mercados campesinos
de Ciudad del Río, La Alpujarra y el Parque Explora.
-Planta vendida la reponemos y así generamos nuestros
recursos para subsistir y le damos sostenibilidad al proyecto-, precisa Elsy,
vicepresidenta de la Junta de Acción Comunal del Oasis. Moravia es anturios,
bifloras, romelias.
La memoria de Moravia está en varias esculturas hechas de
reciclaje, de basura, repartidas a lo largo del cerro. Y en algunas pinturas y
fotografías que recuerdan y evocan la época de la miseria, con los niños
descalzos y semidesnudos jugando en los barrizales del barrio. Una imagen que
hoy no se ve, vale decirlo. Los moravitas han ganado en dignidad, en calidad de
vida, y en vez de llorar de hambre, los pequeños juegan en los espacios del
Centro Cultural, corren por el morro y se divierten en la cancha de fútbol y
los parques.
Julio Orlando Castro, gerente para Moravia de la Alcaldía de
Medellín, ente que gestiona y articula los procesos sociales, culturales y
ambientales en el territorio, asegura que Moravia es una muestra de la Medellín
del cambio.
-Es la muestra de la metamorfosis de la ciudad, no solo
desde lo urbanístico sino también desde las organizaciones sociales, su gente.
En Moravia uno entiende que los procesos deben trabajarse con la comunidad,
muchas cosas nacieron de diálogos con sus pobladores, sus sueños quedaron
plasmados y por eso hoy tienen apropiación del territorio.
En el morro se recuperaron 45 mil metros cuadrados de lo que
era el sitio más lúgubre de Medellín, “el lugar oscuro de la ciudad”, como lo
define Elsy, la de las tijeras y el jardín.
En esta administración, la Gerencia para Moravia ha
invertido $3.000 millones en la zona. Actualmente se trabaja en la construcción
del sendero por el lado oriental.
Entre tanto, la vida corre apacible. El aire sopla fresco
entre las plantas del morro y arrastra las sonrisas de los niños, que pasan
corriendo por los caminos que llevan a la cima. Ríen entre las casitas y los
caminos de un Moravia que es de colores. Moravia es una flor. Mil flores. Un
jardín.... FALTA REUBICAR A 145 FAMILIAS
Otro proceso que avanza en la Administración Municipal es el
traslado y reubicación definitiva de varias familias que aún habitan en la
parte alta del cerro, pues la idea es despejarlo en su totalidad por ser un
territorio no apto para la ocupación familiar. Si bien los gases tóxicos ya no
son una amenaza, la tierra sigue siendo frágil. Uno de los que esperan
solución, a través del Isvimed, es José Vicente Quintero, quien habita en la
mitad del morro con un grupo familiar conformado por diez personas. Dice que
entiende el proceso que se adelanta en el barrio pero pide una reubicación
justa. “Me dijeron que buscara una casa de 45 millones, casa usada, pero por
acá por esa plata es muy difícil, todo se ha encarecido mucho”.
Gustavo Ospina Zapata Periodista egresado de UPB con especialización en literatura Universidad de Medellín. El paisaje alucinante, poesía. Premios de Periodismo Siemens y Colprensa, y Rey de España colectivos. Especialidad, crónicas. TOMADO DE EL COLOMBIANO
Gustavo Ospina Zapata Periodista egresado de UPB con especialización en literatura Universidad de Medellín. El paisaje alucinante, poesía. Premios de Periodismo Siemens y Colprensa, y Rey de España colectivos. Especialidad, crónicas. TOMADO DE EL COLOMBIANO
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