Hola. Les comparto este artículo de Roberto Troya, Director
de WWF Latinoamérica, publicado hoy por EFE: http://bit.ly/ClimaenLAC
El artículo es sobre los cinco elementos clave que
deben estar consignados en el Acuerdo de París para garantizar un futuro
sostenible para la región. Buena lectura,
Un nuevo acuerdo climático es decisivo para el
desarrollo latinoamericano
Tribuna de Roberto Troya*, Director de WWF Latinoamérica
y el Caribe para "Creadores de opinión (CDO) verde" en la
blogosfera de EFEverde
Estamos en la cuenta regresiva para la Cumbre de Cambio
Climático que se llevará cabo en París las dos primeras semanas de diciembre.
El momento histórico que todos esperamos desde 2011, cuando se formó en Durban
un grupo de trabajo para negociar un nuevo acuerdo universal y vinculante, que
le hiciera frente al calentamiento global, uno de los mayores desafíos para
nuestro futuro.
Para Latinoamérica y el Caribe, una de las regiones
más vulnerables al cambio climático, es vital que en París se llegue a un
Acuerdo lo suficientemente transformador, ambicioso y equitativo, capaz de
sentar la base para un desarrollo sostenible, resiliente y bajo en carbono.
Pero a
pesar de que aún no llegan los líderes del mundo a la capital francesa, ya
sabemos la cruda realidad: los compromisos que pusieron sobre la mesa más de
150 países, responsables de cerca del 90% de las emisiones globales, no son
suficientes. Es más, según el último Informe sobre la disparidad de emisiones
que publicó el PNUMA, si se cumplen a cabalidad sus propuestas nos
encaminaremos a un escenario de 2.7°C de calentamiento en relación con la
temperatura preindustrial. Esta cifra sobrepasa significativamente 1.5°C, el
límite que la comunidad científica aconseja no trasgredir para evitar un
desajuste climático de consecuencias graves e irreversibles.
Si la
temperatura promedio global supera 2°C, la región sufriría graves impactos. Los
huracanes podrían aumentar 40% y su energía se duplicaría. Hasta 70% de los
cultivos de soja en Brasil estarían en peligro de desaparecer, así como 45% de
los de maíz en México. Aumentaría el blanqueamiento coralino –un estado pre
mortem del ecosistema– y la captura de peces en el Caribe decrecería 50%. Esta
es tan solo una muestra de los efectos devastadores del calentamiento global en
Latinoamérica.
Los
compromisos presentados por los países, llamados Contribuciones previstas y
determinadas a nivel nacional (INDC por su sigla en inglés), son un gran paso
para expresar y formalizar soberanamente las acciones concretas de los Estados.
Sin embargo, necesitamos que los países trabajen por una meta común y un
proceso multilateral que nos garantice un futuro climático seguro a todos. Para
que el Acuerdo de París cumpla esta función, hay muchos temas cruciales por
resolver, y entre ellos hay cinco elementos clave que WWF considera que deben
estar consignados y definidos en el Acuerdo para cambiar el rumbo intensivo en
carbono, y para que Latinoamérica cumpla con sus metas de desarrollo y de
bienestar para la población.
Un
horizonte definido
En el Acuerdo de
París debe quedar explícito que los países del mundo están encaminados a
cumplir con la meta global de no sobrepasar 1.5°C en relación con la
temperatura preindustrial. Esto es fundamental porque para mantenernos por debajo
de ese umbral tenemos que operar bajo un presupuesto de carbono común. Es
decir, un límite máximo de emisiones que no debemos exceder. Según la ciencia,
esosignifica que para 2050 solo podremos explotar 20 por ciento de las reservas
existentes de petróleo, gas y carbón.
WWF cree
que esa transición es posible gracias a los avances tecnológicos y a la caída
de los precios de las energías limpias que cada vez se vuelven más
competitivas. Sin embargo, necesitamos una visión clara sobre el uso de la energía
a corto, mediano y largo plazo que se refleje en políticas públicas e
incentivos adecuados. Por ejemplo, en la eliminación de distorsiones del
mercado como los subsidios a los combustibles fósiles. América Latina
tiene todos los recursos para ser líder en energía renovable. Se calcula que si
explotara su enorme potencial renovable no hidroeléctrico como la energía
eólica o solar, podría proveer 20 veces más la demanda de electricidad prevista
para 2050.
Ser cada
vez más ambicioso
Negociar un
tratado es sumamente engorroso y agotador. Por esa razón, el texto debe
contener un mecanismo que le permita a los países revisar sus metas
periódicamente y aumentar su ambición sin tener que negociar un nuevo acuerdo.
Esto es vital sobre todo si tenemos en cuenta que los compromisos no son ni la
mitad de lo que necesitamos para garantizar un futuro climático seguro.
El mundo en
desarrollo cuenta con un enorme potencial de mitigación. Entonces, hay una gran
oportunidad para que los países desarrollados con mayor capacidad y
responsabilidad activen ese potencial por medio de proyectos de mitigación
conjunta. El liderazgo individual de los países, sumado a un espíritu de
colaboración que brinda un mecanismo que promueva una mayor ambición, nos
permitirá acelerar – juntos – la gran transformación en marcha.
La
adaptación en el corazón del tratado
El cambio
climático es una realidad y muchos países están padeciendo sus estragos. Según
información del PNUD, en un escenario de 2°C se necesitarán cerca US$150
mil millones anuales para la adaptación en 2025-2030 y más de US$250 mil
millones para 2050. Por esa razón, la adaptación a los cambios del clima
debe ser una prioridad para todos los países del mundo y debe estar en el
corazón del Acuerdo de París. Esto sería un gran logro no solo para el
mundo sino también para Latinoamérica y el Caribe, que ha empujado este tema en
las negociaciones internacionales.
¿Cómo se
traduce esto dentro de la acuerdo? Se debe fijar una meta global de adaptación
que nos encamine a construir economías resilientes. Además, todos los países
deben incluir sus prioridades de adaptación en sus contribuciones nacionales.
La mayoría de países latinoamericanos ya lo hicieron. Y a la hora de evaluar el
esfuerzo colectivo total, se debe tener en cuenta las contribuciones de
adaptación y asegurar apoyo financiero y técnico para los países vulnerables
que no cuentan con los fondos necesarios para enfrentar los impactos cambio
climático.
Reconocimiento
sobre las pérdidas y daños
La adaptación no
es la panacea. No podemos adaptarnos indefinidamente al cambio climático. Hay
ecosistemas vulnerables que desaparecerán como los nevados Andinos o los
corales del Caribe, e incluso islas que corren el riesgo de quedar sumergidas
con el aumento del nivel del mar. En ese escenario no hablamos de adaptación
sino de las pérdidas y daños ocasionados por el cambio climático. El Acuerdo de
París debe reconocer que sufriremos impactos irreversibles debido a las
emisiones que ya se encuentran atrapadas en la atmósfera, e incorporar un
mecanismo para lidiar con estas pérdidas.
Recursos
disponibles
¿Quién va a
financiar las acciones climáticas que necesitamos para acelerar la transición
energética y encaminarnos hacia un desarrollo bajo en carbono? En 2009 en la
famosa Cumbre de Copenhague, que fracasó por la imposibilidad de llegar a un
acuerdo, los países desarrollados se comprometieron a movilizar US$100 mil
millones anuales a partir de 2020. Sin embargo, hasta la fecha sigue pendiente
el logro de esta meta.
En el
Acuerdo de París no solo debe quedar claro con qué recursos vamos a contar en
2020 y posteriormente, sino la manera de canalizarlos. Los países ya están
invirtiendo sus propios recursos para realizar una transición hacia un
desarrollo bajo en carbono y resiliente al cambio climático. Pero sin un
financiamiento complementario y confiable sobre la mesa, será difícil que
muchos países en desarrollo cumplan con sus compromisos climáticos a la escala
necesaria y, más aún, que puedan acelerar este proceso con la urgencia
requerida. En América Latina hay un enorme potencial para reducir la
deforestación, electrificar el transporte público, modernizar la industria con
medidas de eficiencia, pero muchas de estas medidas requieren apoyo financiero
de los países con mayor responsabilidad y capacidad.
Faltan
pocos días para la Cumbre decisiva donde se reunirán los líderes de todos los
países del mundo. Este Acuerdo tan esperado es una oportunidad para sentar la
base de un nuevo modelo de desarrollo. Esperamos que sea el punto de partida
para que todos los países, y particularmente los de Latinoamérica y el Caribe,
con sus economías emergentes y su enorme potencial, construyan sociedades
pujantes, resilientes y sostenibles a largo plazo.
Roberto Troya*, Director de WWF Latinoamérica y el Caribe
julio
mario fernández b
Director de
comunicaciones / Communications Director
WWF LAC
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