Deforestación: a
cambiar paradigmas
El Ministerio de Ambiente y el Ideam presentaron la
evaluación de la pérdida de bosques en el año 2014. Según el estudio, dicha
pérdida fue de 140.356 hectáreas, lo que representa, con respecto a 2013, un
aumento de 120.934 hectáreas deforestadas.
De esta forma, entre estos dos años, la superficie total
cubierta en bosque natural del país se redujo al pasar de 59.133.636 hectáreas
a 58.964.543.
Esto significa que en nuestro país, rico en bosques
naturales y biodiversidad, infortunadamente se continúa destruyendo el
patrimonio ambiental y natural, con las adversas consecuencias que ello implica
para todos.
Pareciera que no aprendemos aún las nefastas lecciones para
la humanidad y el planeta que se derivan de la destrucción de la riqueza
natural. Los efectos del calentamiento global y del cambio climático están
relacionados con la destrucción de los bosques.
Por culpa de la deforestación, se ve cómo han aumentado las
tragedias producidas por las inundaciones o la erosión de los suelos. Igualmente,
por cuenta de dicho fenómeno, son muchas las fuentes de agua que se han secado
o que se han visto fuertemente afectadas, lo que a su vez tiene repercusiones
en el acceso al agua de muchas poblaciones.
Infortunadamente, en Colombia todavía existen poderosos
incentivos que llevan a destruir el bosque, bien para la utilización ilegal de
la madera o para dedicar los suelos a actividades agrícolas o ganaderas.
La normatividad en materia ambiental y la capacidad para
hacerla respetar, especialmente en lo que tiene que ver con el cuidado y la
preservación de los bosques, han sido poco eficaces. En ello las corporaciones
autónomas regionales tienen responsabilidad, pues no han cumplido a cabalidad
con la misión y las funciones asignadas.
Asimismo, la falta de valoración social y de cultura
ambiental por parte de la población hace que no haya mayor interés colectivo
por la conservación de la riqueza natural.
Finalmente, y como lo establece el estudio de marras, los
nuevos enemigos de los bosques son: la minería ilegal, que actúa especialmente
en ecosistemas frágiles, como los del Chocó y la Amazonia, y los cultivos
ilícitos, que afectan diversas regiones del país.
De esta forma, y con el propósito de acabar con la
deforestación y garantizar el uso del suelo según su vocación, el país debe
ajustar los diversos mecanismos institucionales y económicos existentes y poner
en marcha las medidas necesarias para que estos actúen
con eficacia.
Entre los mecanismos institucionales que deben fortalecerse
está el ordenamiento del suelo. Entre los económicos se encuentran el aumento
del impuesto predial, el aseguramiento de los derechos de propiedad y de uso
del suelo y la ampliación y el fortalecimiento del pago por servicios
ambientales.
De otra parte, el país ha hecho muy poco por promover la
reforestación comercial. Según el Ministerio de Agricultura, el país tiene un
potencial de 14 millones de hectáreas, el que se aprovecha de forma mínima.
La deforestación nos pone el reto de dejar atrás la cultura
del hacha y la colonización y avanzar en la del desarrollo sostenible. Está en
nosotros decidir qué ruta seguimos. JUAN JOSÉ PERFETTI DEL CORRAL - TOMADO DE
EL COLOMBIANO
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