Científicos
cuestionan una cifra clave en el debate sobre el cambio climático
Gautam NaikThe Wall Street Journal FOTO Hielo derretido del Glaciar Perito
Moreno, en el Parque
Nacional Los Glaciares en Argentina.. 1933
Los dos grados centígrados, la referencia más importante en
las conversaciones sobre cambio climático que empiezan esta semana en París con
la asistencia de líderes de cerca de 150 países, han guiado durante décadas las
negociaciones en torno a un tratado, pero algunos científicos cuestionan su
validez.
Muchos investigadores han argumentado que un alza de dos
grados en la temperatura promedio del aire del planeta por encima de los
niveles previos a la industrialización desatará cambios climáticos
catastróficos. Numerosos científicos, sin embargo, subrayan que se trata de un
umbral algo arbitrario, basado en investigaciones poco convincentes y que, por
lo tanto, es un incentivo poco práctico para la adopción de medidas.
"Surgió de una agenda política, no de un análisis
científico", dice Mark Maslin, profesor de climatología del University
College de Londres. "No es un objetivo sensato y racional debido a que los
modelos ofrecen un rango de posibilidades, no una respuesta única".
Los formuladores de políticas suelen asumir que la meta de
los dos grados expresa una opinión científica robusta, pero no es así. Los
informes exhaustivos publicados por el Grupo Intergubernamental de Expertos
sobre el Cambio Climático de la Organización de Naciones Unidas (IPCC, por sus
siglas en inglés) son considerados como los análisis más completos de la
ciencia sobre el calentamiento global. Sin embargo, el límite de los dos grados
centígrados no es mencionado en ninguno de ellos.
De todas formas, muchos científicos están dispuestos a
respaldar la meta ya que la consideran como una forma de dar a los responsables
de políticas un objetivo claro al que apuntar en la lucha contra el
calentamiento global.
La mayoría de los climatólogos están convencidos de que la
Tierra se está calentando y que las emisiones de gases de efecto invernadero
son la principal causa. Sin embargo, la pregunta sobre cuándo se llegará al
momento crítico con consecuencias catastróficas sigue sin resolverse.
Algunos efectos importantes, como el derretimiento en verano
del hielo del océano Ártico y los glaciales en Groenlandia, ya son evidentes,
pese a que la temperatura promedio es un grado más alta que los niveles
preindustriales y, por lo tanto, todavía tiene camino por delante para alcanzar
la diferencia de dos grados.
Por otra parte, algunas de las consecuencias más peligrosas
del calentamiento global podrían no ser evidentes hasta mucho después de que se
cruce la barrera de los dos grados. "Toda la metáfora apocalíptica es
engañosa", advierte Carlo Jaeger, presidente de la junta del Foro Global
del Clima, un centro de estudios alemán, y profesor de la Universidad de
Potsdam. "No se va a desatar el infierno a los dos grados; demorará
cientos de años".
William Nordhaus, profesor de Economía de la Universidad de
Yale, parece haber sido el primero en mencionar los dos grados en un artículo
publicado en 1977. Sin embargo, su cálculo no se basó en un análisis científico
sólido.
"La idea era: 'No saquemos la actividad humana de un
régimen evolutivo al que nos hemos adaptado'", dice Hans Joachim
Schellnhuber, director del Instituto Potsdam para la Investigación del Impacto
Climático, quien jugó un papel importante en la popularización de la meta de
los dos grados.
En una reunión en Bonn en 1994, Schellnhuber se sentó con
Angela Merkel, quien era ministra de Medio Ambiente de Alemania. Ya que ambos
estudiaron física, Schellnhuber ofreció tablas y cifras complicadas para que
Merkel consultara detenidamente.
"Presenté lo que yo llamo el enfoque de 'ventanas
tolerables'", recuerda Schellnhuber, quien era entonces el principal
asesor del gobierno alemán sobre el clima. "En términos de temperatura, la
ventana tolerable se limitaba a dos grados". Merkel respaldó el objetivo y
el año siguiente logró que el Consejo de la Unión Europea lo apoyara
formalmente.
Un estudio de 2003 concluyó que más allá de los dos grados,
"los riesgos aumentan muy sustancialmente, incluyendo potenciales grandes
extinciones o incluso colapsos de ecosistemas, importantes aumentos de
hambrunas y riesgos de escasez de agua, así como daños socioeconómicos, en
particular en los países en desarrollo".
En octubre de 2014, David Victor, profesor de relaciones
internacionales de la Universidad de California en San Diego, y Charles Kennel,
profesor del Instituto Scripps de Oceanografía en La Jolla, California,
escribieron una aguda crítica del punto de referencia de dos grados en la
revista Nature. Sostuvieron que el criterio era científicamente débil porque
reflejaba sólo una pequeña porción de perfil climático del planeta. Más de 93%
del exceso de calor, señalaron, termina en el océano y no en la atmósfera. Por
esa razón, agregaron, las autoridades también deberían monitorear el contenido
de calor en los océanos y otros parámetros a la hora de fijar las metas de
emisiones.
Victor también dice que la referencia de dos grados debería
ser descartada porque dejó de ser viable. "La trayectoria de las emisiones
en la que estamos es tan empinada ahora, que es demasiado tarde",
sostiene. "No hay un escenario bajo el cual esto pueda ser contenido por
debajo de los dos grados; el juego llegó a su fin".
Schellnhuber es más optimista y asevera que hace unos cinco
años se proyectaba que el calentamiento para fines del siglo fuera de entre 3,5
y 4 grados por sobre los niveles preindustriales. Sin embargo, al incorporar
las promesas de los países de reducir las emisiones en la antesala de la cumbre
de París, los modelos climáticos sugieren que al menos un grado de calor
adicional se ha eliminado de las estimaciones previas. "Veo señales de
esperanza en el camino", dice. "Veo que la meta está al
alcance". TOMADO DE LA NACIONDE AR
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