Colombia entierra millones de pesos por no reciclar
Este es el proceso de reciclaje en la planta de
procesamiento de pet reciclado de Socya, en La Estrella. Las pacas son
separadas, molidas y embaladas como insumo industrial. FOTOS Donaldo zuluaga
17% es solo lo que se aprovecha de las 11,6 millones de
toneladas de residuos sólidos que genera Colombia al año.
Colombia está en mora de seguir el ejemplo de países como
Brasil y México que han entendido que el mejor negocio está en aprovechar los
residuos generados como materias primas.
En Holanda el 99 por ciento de los mal llamados residuos
sólidos son aprovechados como materias primas para la industria. En Alemania
solo el 2 por ciento de residuos totales va a parar a un relleno sanitario. En
Suecia hay fábricas que el 66 por ciento de su energía se genera a partir de
desechos. Sin ir más lejos, España aprovecha un 40 por ciento de sus
desperdicios.
En cambio, Colombia de las 11,6 millones de toneladas que
genera al año, solo aprovecha un 17 por ciento, según cifras oficiales. Por no
entender que lo que usualmente se denomina basura, que no son más que recursos
mal manejados, se está enterrando la plata, literalmente.
Y esto pasa no solo porque aún hay un largo camino para
afianzar la práctica de separación en la fuente, especialmente en hogares, o
que se dispongan dobles circuitos para recolección de residuos (reciclable y
orgánicos) en grandes ciudades como Medellín. La realidad es que hay tres aspectos
que limitan en el corto plazo un mayor aprovechamiento.
De un lado, faltan estímulos económicos adecuados por parte
del Gobierno para que las empresas, especialmente las pequeñas y medianas
(pymes), vean en la aplicación de tecnologías limpias, el reciclaje y el
reaprovechamiento una oportunidad de reducción de costos y hasta de nuevos
negocios “verdes”.
Lee aquí el Especial: ¿Qué hacer con las basuras?
“El aprovechamiento de residuos va de la mano de la
reconversión tecnológica en los procesos productivos y que vayan asociados a
procesos de comercialización que premien productos hechos a partir de insumos
provenientes del reciclaje o de partes de otros que ya cumplieron su vida
útil”, señala Carlos Herrera Santos, vicepresidente de Sostenibilidad de la
Asociación de Empresarios de Colombia (Andi).
De otro parte, está en mora la vigencia de un nuevo marco
regulatorio para el servicio público domiciliario de aseo. Mientras tanto, la
normatividad vigente para las empresas recolectoras apunta a que el negocio
está más en enterrar basura que en recuperar residuos (ver recuadro).
Para el caso de Medellín, solo disponer una tonelada, de las
cerca de 70 mil que recibe La Pradera al mes, cuesta 40 mil pesos. Pero si se
suma transporte, insumos, operarios, tratamiento de lixiviados y demás, el
monto puede superar los 100 mil pesos.
Ahora, ese buen negocio lo pagan los usuarios, pues la
tarifa individual se determina por el número de toneladas que se disponen. Así
las cosas, hoy un hogar local promedio de estrato 4 paga entre 14 mil y 15 mil
pesos mensuales por concepto de saneamiento.
“Si bien hay un problema en los patrones de consumo, como ir
a comprar una bolsa de leche y pedir que la metan en otra bolsa que llega a la
casa como residuo, el problema mayor es que se desconoce la complejidad del
aprovechamiento de residuos: es más costoso reincorporar a la vida útil el
tetrapack o el icopor, que el vidrio o el plástico que se separe en casa”,
explica Ólfer Villa Arango, experto en manejo de residuos sólidos de la
fundación Socya.
Y por último, hay una limitante importante en cuanto a los
beneficios en el negocio del reciclaje. Para los recicladores de la ciudad es
más negocio recuperar un kilo de pet, que les pagan 1.000 pesos por kilo, que
uno de cartón, apenas 300 pesos, o uno de vidrio, por el que solo reciben 50
pesos. Así que todo lo aprovechable no se recupera.
Pero hay esperanza
Frente a ese crudo panorama económico del negocio del
reciclaje, en todo caso hay esfuerzos desde la orilla privada que abren el
camino a recorrer por el sector productivo. Por ejemplo, ya hay 540 empresas
del país vinculadas a los programas de posconsumo de la Andi, para el
aprovechamiento de recursos como llantas usadas, empaques, lámparas, pilas,
envases, computadores, partes de electrodomésticos, entre otras posibilidades.
“Por ejemplo, en los contratos de las vías de cuarta
generación (4G) ya se están incluyendo cláusulas que dan más puntos a quienes
usan llantas trituradas en los asfaltos requeridos, una forma de reciclar ese
caucho. También se avanza en iniciativas para el reciclaje de materiales de
construcción para fabricar nuevos materiales para el sector”, comenta Herrera.
También Fenalco, gremio de los comerciantes, estimula entre
sus afiliados el negocio de no botar, sino vender sus residuos electrónicos,
cables, plásticos, papel, cartón y hasta chatarrizar vitrinas, lo que trae
exclusiones en impuestos de renta e IVA, añade Natalia Andrea Cadavid,
directora de Servicios Ambientales de Fenalco Solidario
Otra experiencia positiva es el programa “Sacos Verdes”, de
Cementos Argos, que vende y lleva a sus clientes constructores sacos llenos de
cemento y les recogen los vacíos, los trituran y sirven de insumo para
fibrocemento de fabricantes de tejas.
Asimismo, Socya opera la red nacional más grande para
recuperar envases plásticos (PET) y de vidrio que terminan en más envases de
OI-Peldar o en “ecopet” para embotelladoras de gaseosas. También ofrece el
servicio de separación de residuos a empresas, los comercializan como insumos
para otras, y se reconoce un dinero a la compañía que, además, les baja la tasa
de aseo que deben pagar.
Por su parte, la cooperativa Recimed también genera “empleos
verdes”, mediante acuerdos con empresas e instituciones para separar y
aprovechar residuos. Con lo obtenido por la comercialización se paga a los
recuperadores.
Y así se extiende la lista de buenas prácticas sostenibles
que, sin dejar de ser negocio, dan respiro a rellenos sanitarios del país que,
día a día, ven menguada su capacidad de disposición por estar enterrando la
plata.
MEDIDAS EFECTIVAS SE POSPONEN
El decreto 2981 de 2012, que reglamenta el servicio público
de aseo, estimula el aprovechamiento de residuos, pero solo hasta el año pasado
la Comisión de Regulación de Agua Potable y Saneamiento (CRA), luego de varios
internos fallidos, expidió la Resolución 720, que dispone el nuevo marco
regulatorio y tarifario para la recolección. No obstante, el 28 de diciembre
pasado pospuso para el 1° de abril próximo (era para el 1° de enero) su entrada
en vigencia, porque la mayoría de municipios no han actualizado o revisado sus
respectivos planes de gestión integral de residuos. De esa manera se aplaza la
posibilidad de que se apliquen los incentivos económicos para aprovechar y no
enterrar los residuos sólidos.
JUAN FERNANDO ROJAS TRUJILLO Reportero por vocación.
Convencido de que el periodismo es para mejorar la vida de la gente. Ahora
escribo de temas económicos en El Colombiano. TOMADO DE EL COLOMBIANO
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