La inundación anega a Córdoba y Santa Fe por falta de obras
Hay unas 200.000 hectáreas afectadas sólo en territorio
cordobés; los productores reclaman una mayor planificación y acciones conjuntas
entre el gobierno nacional y las provincias Gabriela Origlia Un tambo en
cercanías de Marcos Juárez, Córdoba, cercado por el agua.oto:LA NACION/Diego
Lima CÓRDOBA.- Hace casi 20 años un furcio periodístico atribuyó al entonces
ministro Domingo Cavallo la idea de que los productores agropecuarios que se
quejaban de las inundaciones "se dediquen a pescar pejerreyes y
bagres". No la había dicho él, sino un economista-imitador, Juan Carlos
Kuznir, del equipo de la Fundación Mediterránea. Hoy, en Marcos Juárez, los
sobrinos del tambero Alejandro Galiano pescan en el campo; no pejerreyes, pero
sí mojarritas. Unas 200.000 hectáreas están anegadas en el sur y sureste de
Córdoba (departamentos de Marcos Juárez, General Roca, Unión, Juárez Celman y
Sáenz Peña). Las tierras de Marcos Juárez están entre las más caras del país,
20.000 dólares promedio la hectárea. La presencia de agua no se explica sólo
por las lluvias de las últimas semanas: hay campos que tienen complicaciones
desde hace más de un año, lo que revela severas deficiencias de infraestructura.
La situación es similar en Santa Fe, sobre todo desde el sur de Rosario hasta
Rufino; los consultados la definen como "caótica". En el límite,
cordobeses y santafecinos cruzan acusaciones sobre quién inunda a quién. Hacia
el suroeste de Córdoba -pegado a San Luis- también hay problemas. Un nuevo río
surgió en las cercanías de Chaján. Sergio Etchepare, del consorcio caminero de
la localidad, explica que comienza en el cerro La Paraguaya y recorre 12
kilómetros hasta la Ruta Nacional 8 y otros 12 más hacia el Sur, hasta
desembocar en el río Chaján. El nuevo río apareció en noviembre, después de una
serie de fuertes lluvias, y sería consecuencia de la modificación del suelo y
la suba de las napas freáticas. Hay unos 10 campos anegados. No hay aún una
cuantificación de las pérdidas, pero los ruralistas advierten que "lo peor
no llegó". Esperan el pico para abril y estiman que el 30 por ciento de la
soja sembrada se perderá. "El impacto económico será grande; el trigo se pudo
cosechar con problemas; lo nuevo viene muy complicado y los tambos la llevan
muy mal", resume a LA NACION Gabriel De Raedemaeker, vicepresidente de la
Confederación de Asociaciones Rurales de la Tercera Zona (Cartez). Gustavo
Vionnet, presidente de Confederación de Asociaciones Rurales de Santa Fe
(Carsfe), señala que su provincia es históricamente "de paso de
agua", pero que las inundaciones se agudizaron por el monocultivo de soja
("los suelos absorben la mitad de lo que cae por falta de siembra de invierno")
y por la falta de infraestructura: "Hay que pensar las obras como macro
cuencas; hacer estudios técnicos para determinar cómo debe entrar y salir el
agua". El gobernador cordobés, Juan Schiaretti, anunció que declarará zona
de emergencia o de desastre el sur y sureste de la provincia, mientras su
ministro de Agricultura, Sergio Busso, confirmó que gestionará un fondo de
emergencia ante la Nación y adelantó el compromiso de convocar al Comité de
Cuenca de la laguna La Picasa, para interactuar junto a Buenos Aires y Santa
Fe. En 2006, por un acuerdo de las tres provincias, se puso en marcha un plan
que incluyó un sistema de bombeo y la construcción -a cargo de la Nación- de
siete obras de regulación. El proyecto no se terminó y los problemas siguen. Hugo
Biga, presidente de la Asociación de Productores Rurales de Marcos Juárez,
recuerda que desde 1992 el problema es recurrente: "Hay problemas
concretos de obras, desde canales clandestinos hasta trabajos
inconclusos". La entidad especifica puntos críticos: el canal San Antonio
es de la década del 40, la cantidad de agua que recibe se multiplicó por
cuatro, el embalse de ese desaguadero está por la mitad y los alrededores,
inundados; un puente sobre la autopista Córdoba-Rosario es 25 por ciento más
angosto que el que está sobre la Ruta 9, lo que hace un embudo; tres canales de
35 metros desembocan en uno de 15 metros. "La infraestructura quedó chica
hace años", resume Biga. De Raedemaeker insiste en que "hay que
encarar la sistematización de la cuenca; no hay un estudio completo ni una
planificación integral. Uno se saca el agua y se la manda al de al lado". Hace
meses que los caminos son arroyos. Antonio Picca, presidente de la Asociación
de Consorcios Camineros (atiende 59.000 kilómetros con unos $600 millones anuales),
apunta que a las lluvias por encima de los promedios, se le suman los trazados
más bajos que los campos y la desforestación, por lo que hay un trasvasamiento
de cuenca. "Hay que sistematizar la provincia para que el agua quede en el
lugar que cae; hacer lagunas de contención, rotar cultivos. Tenemos que
comprometernos todos y que sea una política de Estado. No es juntarnos cuando
tenemos el agua al cuello", define ante LA NACION. Daño a largo plazo El campo cordobés
planteó que el aumento de la presión impositiva sobre el sector requería una
mejora de la infraestructura. Este año, el impuesto inmobiliario rural subió el
32% promedio y aportará unos 2500 millones de pesos. Hay también tasas
específicas para el mantenimiento de caminos secundarios y consorcios
canaleros. Ni el ministro de Infraestructura, Fabián López ni el secretario de
Recursos Hídricos de Córdoba, Edgar Casteló, respondieron a los pedidos de la
nacion para conocer los planes en marcha y las respuestas a los reclamos de los
productores. Pedro Dellarossa, intendente de Marcos Juárez, afirma que
"hay un compromiso con Santa Fe de dragar el canal San Antonio para darle
capacidad de desagote", pero admite que hace décadas que, por
desencuentros políticos, presupuestos escasos o desidia, "el agua convive
con la gente en la zona". De Raedemaker y Vionnet coinciden en que la
mirada en compartimentos estancos no va más; piden un trabajo coordinado y que
la Nación arbitre si no hay consensos. "La productividad de los campos cae
fuerte y la vida de los pueblos queda en riesgo. Al desaparecer el Estado, los
productores buscan resolverlo solos, y esa no es la manera", dicen. En
Jovita (General Roca), el productor José Rossi plantea que en la última década
abundaron las reuniones e incluso hubo un estudio de la Universidad Nacional de
Río Cuarto, "pero no se terminó nada". En Juárez Celman, Huanchilla
es el nodo de los problemas. Los tamberos llevan semanas sin prácticamente
poder retirar la producción. "El tiempo pasa y los problemas son los mismos",
resume Hernán Gherzi, presidente de la Cooperativa de Tamberos. Galiano y sus
vecinos llevan gastados más de $600.000 en el último mes en camiones de
escombros para tratar de transitar los caminos. La producción de leche ya cayó
alrededor del 25 por ciento. Una planta de maíz pisingallo armada hace ocho
años para exportar está sin actividad porque hace un tiempo no se puede
ingresar al edificio. Lleva varias inundaciones en su haber.
El impacto de la inundación en el campo
30% pérdidas
Menos soja Es el porcentaje de la siembra de la oleaginosa
que, estima Cartez, no se cosechará en abril, cuando se produzca el pico de la
inundación
Falta de obras
En 2006, se puso en marcha un plan que incluyó un sistema de
bombeo y la construcción de siete obras de regulación de aguas; el proyecto no
se terminó, se quejan los productores
32% impuestos El peso para el campo
Es el aumento que sufrió este año la alícuota del
Inmobiliario Rural en Córdoba. El campo reclamó una mejora de la
infraestructura acorde con la mayor presión
Del editor: cómo sigue. Los productores reclaman que la
única forma de evitar nuevas inundaciones es que las obras se conviertan en una
política de Estado. TOMADO DE LA NACION DE AR
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