Por Ricardo Luis Mascheroni -docente-
Tiempos difíciles para el pensamiento o directamente para
pensar independientemente, con demasiados encasillamientos y estigmatizaciones
intolerantes.
No hay dudas que la pandemia ha golpeado fuerte en muchos,
obnubilándolos, en otros la incertidumbre económica los ha puesto al borde de
la desesperación, combinado con una suerte de neo existencialismo
individualista, potenciado a través de las redes sociales, que más que
conectar, aíslan, nos hacen deambular carentes de certezas o ilusiones comunes.
Muros más fuertes e infranqueables que el de Berlín se
erigen y las grietas y fracturas se ensanchan por doquier.
Veamos algunos ejemplos: En un tema controversial como el
del aborto, si alguien está en contra, es antiderechos, si está a favor es un
asesino, pero vayamos al terreno político: si alguno disiente con alguna
disposición del gobierno es Macrista y si la apoya es kirchnerista, no hay
términos medios.
Desde ese punto de vista, entiendo que ninguna sociedad se
puede construir sanamente a partir de tamañas y tajantes divisiones.
Lejos está la vieja y entendible divisoria de aguas entre
pueblo y antipueblo, hoy las grietas también se profundizan en el campo
popular, ya no son horizontales como en la lucha de clases, sino que hoy son
verticales y entre iguales o pertenecientes al mismo sector.
En su momento los partidos políticos se consolidaron como
mecanismo catalizador de las demandas sociales pero adscribiendo a principios y
valores comunes dentro de una idea totalizadora. Hoy sufren de las mismas
patologías que a diario presenciamos en la sociedad y sólo son un resabio de
organización, orientados hacia una finalidad electoral en el mejor de los
casos, sin debate de los grandes problemas y soluciones nacionales.
De su seno nacían militantes, próceres, héroes y mártires,
hoy sólo proyectan candidatos y funcionarios, pergeñados en la mayoría de los
casos por la mercadotecnia mediática.
Pero supongamos que muchos, frente a la confusión
generalizada, apelaran a los medios de comunicación normales y a mano para
informarse, tendrían que conocer lo que recientemente ha dicho General francés
Dominique Delawarde, ex jefe de Situación, Inteligencia y Guerra
Electrónica sobre aquellos: “Los principales medios de comunicación estadounidenses,
como los europeos, (y agrego los latinoamericanos y de otras regiones) no
brillan con su honestidad, su pluralidad y su imparcialidad. Controlados
por un puñado de multimillonarios, estos medios defienden las causas e
intereses que son los de sus “jefes”. Todos los medios son buenos,
incluidas las mentiras más descaradas. Destacan todo lo que perjudica al
adversario, esconden todo lo que pueda perjudicar al bando que defienden.
Los periodistas solo pueden construir una carrera si se someten y / o se autocensuran. Hoy
nos encontramos en una situación de “guerra de información”. La gente
común tiene muchas dificultades para informarse correctamente.”
“Desde hace años, estos medios estadounidenses,
perfectamente transmitidos por los medios “hermanos” europeos (agrego los
latinoamericanos y de otras regiones), nunca han cesado, las 24 horas del día,
los 7 días de la semana, de manchar la imagen” de aquellos candidatos que no
les gustan, en la opinión pública occidental y global.”
Todo este cuadro de situación se agrava por una anomia
social de magnitud, por un lado y por el otro quienes todavía leen, sólo se
enfocan en aquellos medios que responden a sus preconceptos, sin salirse un
milímetro de sus bajadas de líneas, para seguir siendo políticamente correctos.
Nadie se permite disentir, ni dudar, no vaya a ser que
dispare “fuego amigo” y sea expulsado de la “orga”.
Decía Bertolt Brecht en ELOGIO DE LA DUDA;
Saludad con respeto y alegría
al que pone en duda vuestra palabra
como si fuera una moneda falsa. Tú que eres un dirigente,
no olvides que lo eres porque dudaste de los dirigentes.
Por lo tanto, permite dudar a los que te siguen.
En estos contextos la creatividad se resiente, cuando no
desaparece directamente y el aislamiento e individualismo florecen a niveles
nunca vistos, que inhiben la construcción de una sociedad de iguales y con
dignidad, que sea consecuencia de un trabajo común.
Ricardo Luis Mascheroni -docente-
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