Los países pobres son los más afectados por la pandemia de COVID-19; la AIF del Banco Mundial aumenta su apoyo
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Trabajadores sanitarios revisan sus equipos de protección
personal en un centro de aislamiento en Addis Abeba, Etiopía. Fotografía:
©UNICEF Etiopía/2020/Mulugeta Ayene
Un año atrás, antes de que se desencadenara la pandemia de
COVID-19 (coronavirus), yo observaba con optimismo las tendencias registradas
en la pobreza mundial: las
tasas de pobreza extrema venían en firme retroceso (PDF) desde
hacía más de dos décadas. Si bien los países más pobres todavía debían afrontar
desafíos considerables como el de la deuda, la trayectoria positiva de la lucha
contra la pobreza permitía abrigar grandes esperanzas de alcanzar un futuro
mejor, futuro que aún creo posible.
En apenas un año, la COVID-19 ha afectado a los países pobres y vulnerables en
mayor medida que a los demás, lo que ha puesto en peligro décadas de avances
logrados con mucho esfuerzo y ha agravado las desigualdades existentes en los
países más pobres que reciben los servicios de la Asociación Internacional de Fomento (AIF),
organismo del Banco Mundial. Por este motivo, a medida que la pandemia se
propagaba, la AIF redobló sus esfuerzos incrementando rápida y sustancialmente
el financiamiento para sus 74 países clientes y adelantando casi la mitad
de los USD 82 000 millones de
la decimonovena reposición de los recursos de la AIF (AIF-19).
Desafortunadamente, en muchos de esos países nuestros
esfuerzos no bastan para enfrentar las constantes presiones económicas
vinculadas con la COVID-19. Según el informe Perspectivas de la Economía
Mundial, publicado por el Fondo Monetario Internacional (FMI), se proyecta que,
para fines de 2021, las necesidades de financiamiento externo de esos países
clientes de la AIF habrán aumentado hasta llegar al 3 % del PIB, lo que
representará más de USD 67 000 millones por encima del promedio
histórico de los últimos cinco años.
Si bien las alentadoras noticias sobre las vacunas (i)
nos traen esperanza en este nuevo año, la AIF sigue trabajando con sus
asociados para responder a
la crisis de salud pública y la crisis económica provocadas por la pandemia.
Los proyectos
que la AIF está financiando en los distintos sectores y regiones (i)
están mejorando la situación, pero no bastan.
He aquí cinco factores que están cobrando importancia
rápidamente y deben considerarse en el camino hacia el objetivo común y urgente
de lograr una recuperación con resiliencia.
- Muchos
millones más de personas pobres necesitarán ayuda. Se pronostica
actualmente que la cantidad de nuevos pobres surgidos como consecuencia de
la pandemia de COVID-19 en 2020 se situará entre los 119 y
124 millones. Y muchos de los países clientes de la AIF se
cuentan entre los más perjudicados del mundo en desarrollo.
Sufren mayores pérdidas de empleos e ingresos, les cuesta mucho más tener
acceso a los servicios sociales críticos y padecen un aumento de la
violencia de género. Las mujeres y las personas con discapacidad
experimentan en forma desproporcionada estos efectos. Debemos reforzar
nuestros esfuerzos para alcanzar las metas de 2030 relativas a la
reducción de la pobreza extrema.
SOLUCIONES EN MARCHA: La AIF continúa aumentando
el financiamiento que presta a sus países clientes para que estos puedan
responder de manera sostenible a la COVID-19 y, al mismo tiempo, iniciar una
recuperación más ecológica, más inclusiva y resiliente con miras a alcanzar sus
respectivos objetivos de desarrollo a largo plazo. Por ejemplo, mediante
el Proyecto
de Rendición de Cuentas por los Resultados del Aprendizaje en Ghana (i),
entre muchos otros que se han ampliado en respuesta a la COVID-19, se está
mejorando el acceso y el aprendizaje de los niños con discapacidad. El Proyecto
de Empoderamiento y Dividendo Demográfico de la Mujer en el Sahel (i)
se centra en las adolescentes y sus comunidades en países que atraviesan
situaciones de vulnerabilidad o fragilidad, o corren riesgo de sufrir
violencia.
Se está desarrollando una crisis alimentaria (i) que exige nuestra atención inmediata. Según el Programa Mundial de Alimentos (PMA), debido a la COVID-19, 96 millones de personas sufrirían inseguridad alimentaria aguda para fines de 2020 en países clientes de la AIF. Las zonas que corren más riesgo de padecer esta crisis en los próximos 12 meses están concentradas en Afganistán, Burkina Faso, la República Democrática del Congo, Etiopía, Haití, Níger, Nigeria, Somalia, Sudán del Sur, Sudán, Yemen y Zimbabwe. Estas cifras también incidirán en los resultados en materia de desarrollo y nutrición del capital humano que los países más pobres del mundo obtendrán en los próximos años.
SOLUCIONES EN MARCHA: La AIF ha comprometido
USD 5300 millones en financiamiento nuevo para abordar la seguridad
alimentaria hasta fines de marzo de 2021. Y puede hacer mucho más si se ofrecen
cantidades importantes de recursos adicionales. A fin de atender las
necesidades inmediatas en la esfera de la seguridad alimentaria se ampliaron
los programas de protección social, se mantuvo la circulación de alimentos, se
distribuyeron alimentos y se mejoró el acceso a ellos, se protegieron los
empleos y los medios de subsistencia, y se prestó apoyo a la agroindustria y a
los pequeños empresarios.
- Los
países con elevado riesgo de sobreendeudamiento externo están enfrentando
un desafío complejo. En 2020 era necesario intensificar el apoyo y los
estímulos fiscales para responder a la pandemia. Sin embargo, en los
países clientes de la AIF los déficits fiscales primarios se incrementaron
considerablemente. Cuando una mayor vulnerabilidad derivada de la deuda
también implica un mayor riesgo de reclasificación en una categoría
inferior relativa al sobreendeudamiento, mantener el volumen de donaciones
a estos países adquiere importancia crítica.
SOLUCIONES EN MARCHA: La AIF contribuye a proporcionar grandes flujos positivos netos
a los países y las poblaciones más pobres y frágiles. El Banco
Mundial y el FMI trabajaron con los países del Grupo de los Veinte (G-20) para
establecer la Iniciativa
de Suspensión del Servicio de la Deuda, que está ayudando a los países a
concentrar sus recursos en la protección de la vida y los medios de
subsistencia de millones de personas que son las más vulnerables. Desde su
entrada en vigor en mayo de 2020, a través de la iniciativa se ha proporcionado
un alivio de cerca de USD 5000 millones a más de 40 países elegibles,
todos los cuales, excepto uno, reúnen los requisitos para recibir ayuda de la
AIF. Asimismo, nuestra Política
Financiera para el Desarrollo Sostenible (i) está incentivando a los
países en condiciones de obtener asistencia de la AIF a avanzar hacia formas de
financiamiento más transparentes y sostenibles.
- La
COVID-19 ha reducido el crecimiento de los Estados pequeños hasta en un
24 %. Varios factores pueden explicar el efecto devastador
registrado en esos Estados, como la disminución de los ingresos
tributarios y las remesas; los desastres naturales que agravan los efectos
de la pandemia, y el desplome de la actividad turística. Por ejemplo, en
las economías insulares dependientes del turismo, como las de Santa Lucía
y Maldivas, el producto total se está contrayendo en un 17 % y un
19 %, respectivamente. Mientras tanto, las situaciones de fragilidad
y conflicto se tornan cada vez más difíciles, ya que aumenta el riesgo de
que trasciendan las fronteras. Más aún, se prevé que, si la comunidad
internacional no actúa rápidamente, la crisis en curso empujará a la pobreza extrema, en 2021,
a otros 17 millones a 26 millones de personas que atraviesan
situaciones de fragilidad y conflicto.
SOLUCIONES EN MARCHA: La AIF continúa utilizando
tanto su Sistema
de Asignaciones Basadas en el Desempeño (i) —encaminado a garantizar
que los recursos beneficien a todos los países de conformidad con las
respectivas necesidades y desempeño— y sus servicios de asignación, tales como
el Mecanismo
de Respuesta a las Crisis (i), para ayudar específicamente a los
países a afrontar crisis graves, como fue el caso de la crisis financiera mundial
de fines de los años 2000 y la epidemia de ébola que azotó África occidental en
2014 y 2015 . Si bien la crisis de la COVID-19 es más amplia y profunda, los
mecanismos concebidos para aumentar la escala del respaldo se basan en la
experiencia recogida en crisis anteriores.
- En última instancia, el objetivo debería consistir en
lograr una recuperación resiliente, más ecológica y más inclusiva. La
COVID-19 ha provocado la crisis más profunda, sincronizada y extensa de
que se tenga memoria en la historia de la AIF. Por lo tanto, se plantean a
la vez un desafío y una oportunidad: reparar velozmente el daño histórico
ocasionado a los avances que se han logrado en términos de desarrollo y,
al mismo tiempo, adaptarse a un mundo transformado fomentando la
resiliencia ante futuras perturbaciones, como las derivadas de las
pandemias y el cambio climático. Ello implica encontrar soluciones que
devuelvan a un gran número de personas la posibilidad de trabajar, generen
equidad y logren sostenibilidad macroeconómica, ambiental y social.
SOLUCIONES EN MARCHA: Los proyectos en curso en
el marco de la AIF-19 ya están proporcionando una base sólida a partir de la
cual se puede intensificar esa recuperación. Estamos ayudando a los países a
crear mercados y conectarse a ellos; estamos ofreciendo herramientas adecuadas
para responder a la crisis al tiempo que respaldamos la transición hacia un
futuro con bajas emisiones de carbono, y estamos redoblando nuestros esfuerzos
en pro de la igualdad de género, entre otras
soluciones (i).
Con estos cinco factores, en este blog se inicia una serie
de artículos sobre la forma de asegurar una recuperación resiliente en los
países más pobres del mundo. Debemos trabajar juntos ahora en beneficio de las
futuras generaciones.
ASOCIACIÓN
INTERNACIONAL DE FOMENTO (AIF)
Autores
Vicepresidente, Financiamiento para el Desarrollo
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