miércoles, 14 de septiembre de 2011

RECUPERAN PLAYA de manera bestial en Uruguay

Eliminaron 25 casas en primer día de demoliciones
PUNTA DEL DIABLO | E. GONZÁLEZ
Unos 50 efectivos de seguridad custodiaron ayer las tareas de demolición de 25 ranchos frente al mar en Punta del Diablo. Hubo actos de rebeldía, escenas de congoja, nerviosismo y acusaciones cruzadas mientras la retroexcavadora destruía casas. 
Mañana podría completarse la demolición de alrededor de 70 viviendas en el balneario Punta del Diablo. Y al menos una semana más insumiría levantar y trasladar los escombros de las casas que desde ayer a las 7 de la mañana se amontonan frente a la playa de La Viuda. 
Entre las 25 casas que fueron demolidas ayer se encontraba la del artista plástico y docente Carlos Seveso. También la de un hombre que prefirió prenderla fuego antes de que la pala arrasara con la estructura. Y una pareja se subió al techo de su rancho para impedir la demolición. Esas fueron las situaciones más críticas vividas ayer. 
 Una fuerza de choque compuesta por unos 50 efectivos de la Prefectura Nacional Naval y de la Jefatura de Policía de Rocha cercó desde el alba la zona a intervenir. El subjefe de la Jefatura de Rocha, inspector Walter Britos, y el Capitán de Navío, Caryl Borderre, estuvieron al frente de las acciones previas a la demolición. 
Los pobladores solicitaron a la fuerza pública los documentos que avalaban sus acciones. 
A las 7 y 30 de la mañana cayó el primer rancho. Al operador de la retroexcavadora le tomó tan solo tres minutos reducir la construcción a un montón de escombros. 
Luis Perroni, psiquiatra infantil y de adolescentes, dijo a El País que "las autoridades de la Intendencia me violentaron la puerta, ingresaron a mi casa, me llevaron mis cosas y ni siquiera sé dónde están".
A las 7.35 le tocó el turno al segundo rancho, al lado del primero. Municipales y policiales sacaron diversas pertenencias de la casa. "Hace 28 años que construimos este rancho; la Intendencia nos ayudó con madera traída desde Santa Teresa para que fuera construido", afirmó Mónica Aquines, quien ocupaba la vivienda. 
El cordón de seguridad no impidió que, como había ocurrido el lunes, los operarios que trabajaban en la demolición y las autoridades municipales fueran objeto de todo tipo de insultos. Además, los manifestantes reclamaban la presencia de "un juez", lo cual fue desestimado por la Intendencia 
Los jerarcas municipales explicaban a quienes reclamaban que el caso aún estaba en la órbita judicial (apelación a un recurso de amparo rechazado por Juzgado del Chuy), que ese trámite no tenía "efecto suspensivo" y que la Intendencia estaba actuando legítimamente como "policía de la construcción". 
DOS VISIONES. El gobierno departamental rochense ha mostrado disposición desde mediados de los años `90 en recuperar el espacio público y terminar con las construcciones ilegales en Punta del Diablo, Cabo Polonio, Barra de Valizas y otros puntos de la costa oceánica, promocionados como íconos del Uruguay Natural. 
Esta instancia de demolición -como las que en los últimos 10 años se llevaron a cabo en Cabo Polonio y al este de Punta del Diablo- está marcada por el dolor, la angustia y la impotencia de quienes buscaron hasta el último momento mantener sus casas de veraneo, regularizando su situación.

 "Tratamos de todas formas, pero nos fue imposible", dijo Pedro, conocido músico de los boliches locales, quien se resistió al desalojo junto a su pareja. Ella fue sacada de la casa esposada. "No sé por qué, sólo estaba llorando, de pronto dijo algún insultó", comentó Pedro, amargado. 
Ese fue el hecho de mayor tensión de la mañana, y no impidió que la uña de la retroexcavadora se incrustara en la cumbrera del rancho, haciendo saltar tejas, quebrando vigas y volteando las paredes en menos de cinco minutos. 
"Punta del Diablo empezó a crecer, hoy es una mina de oro", dijo Pedro. Su compañera recuperó la libertad en la tarde. 
A las 8 y 30, el "propietario" de la quinta casa que la máquina iba a derribar prendió fuego la vivienda. "Es mi decisión", dijo. El fuego no llegó a cobrar fuerza. La retroexcavadora derribó la casa en pocos minutos. 
Quienes ya habían perdido sus casas lloraban desconsoladamente y se abrazaban junto a los restos de las viviendas. La desazón ante los hechos consumados empezaba a ganarle a la bronca y se disolvían los últimos retazos de esperanza en que una solución de último momento cambiara la decisión de demoler. 
Algunos contaban que varios ocupantes de ranchos habían donado materiales que sacaron de las casas cuando los cedulones mostraban que era inminente la demolición. 
En la zona del acceso a La Viuda solo quedó un rancho en pie, a 150 metros de las aguas picadas del Atlántico.
 Los vecinos indicaron que una enfermera y un pescador, residentes permanentes, continuarán por ahora viviendo allí. 
ESPACIO LIBRE. Una vez despejado, el espacio que ocupaban estas viviendas será, simplemente, una zona pública de acceso a la playa. Arena con algo de pasto. 
En diez días como máximo -según las estimaciones de las autoridades- los escombros serán retirados.
Este aspecto fue uno de los más criticados en anteriores operativos del mismo tipo: trozos de bloques, cemento, vidrio, maderas y otros materiales permanecieron meses y años tras las demoliciones.
Para hacer este trabajo será necesario abrir calles provisorias en la arena que permitan a los camiones acercarse a los restos y ser cargados por una pala mecánica. Dos terrenos que la Intendencia dispuso serán rellenados con escombros. Algunos propietarios legales ya tienen mejor vista a la playa.
tomado de El País Digital

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