La globalización de la pobreza
«Somos la primera generación que puede erradicar la
pobreza». En el año 2005, en las campañas de promoción de los Objetivos del
Milenio, este eslogan expresaba, a costa de olvidar la historia real de las
luchas de las generaciones anteriores y las razones por las que no consiguieron
vencer, el optimismo autosatisfecho con que se afrontaba entonces en los países
del Norte la erradicación de la pobreza del Sur. Porque era obvio que cuando se
hablaba de “pobreza” se hacía referencia a otros países y pueblos, los del Sur
global. Ocho años después, buena parte de esa “generación” está más preocupada
por librarse de la pobreza cercana que por erradicar la lejana.
La crisis capitalista que estalló en el año 2008 está
transformando el mundo con una radicalidad que sólo tiene parangón en los
orígenes del capitalismo. Como
diagnosticó Karl Polanyi en su imprescindible La gran transformación: «El
mecanismo que el móvil de la ganancia puso en marcha únicamente puede ser
comparado por sus efectos a la más violenta de las explosiones de fervor
religioso que haya conocido la historia. En el espacio de una generación toda
la tierra habitada se vio sometida a su corrosiva influencia». [1] El triunfo
del neoliberalismo en los años ochenta del siglo pasado dio inicio a una
“segunda corrosión”, que arrasó las economías de los países del Sur con los
planes de ajuste estructural y comenzó una demolición sistemática tanto de los sistemas
públicos en los que estaba basado el Estado del Bienestar como de los valores
morales asociados a ellos.
Tomado de envío de Ecoportal
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